miércoles, 26 de agosto de 2009




A su Excelentisima Señoria El Cardenal Urosa Sabino.
Por: Omar Ignacio Pinto
26/08/09

Lo que no existe, no se puede tocar; por lo tanto, no se puede sacar. De ese ser invisible e intangible se ha mal alimentado usted y todos los de su envestidura, de alta y de baja estatura. Siglos de ignorancia arropan a las religiones, daño inescrutable que aún en el XXI pretenden sus viejas y excelsas prerrogativas, hoy expuestas al escaneo público como la gran vergüenza de quienes una vez osaron en creer en la fe y la palabra de un grande hombre llamado JESÚS, realidad humana desvirtuada por la avaricia y la codicia de los clérigos, gazapos envueltos en sus castos mantos de lienzo blanco teñidos con la sangre de los pueblos.

En la historia de las religiones que han caminado, galopado, navegado y volado por el mundo, y muy en especial la suya, o la que usted dice profesar, hay un caudal de oprobios y de alianzas con el todo poderoso dinero y sus atributos; a los cuales, usted y muchos otros no han dejado de disfrutar hasta estos momentos. Su opulencia eclesiástica es muy fácil de distinguir; razón por la cual, es de notoria exhibición su férrea y cruenta defensa al poder que le sustenta su divina vida pagana.

Soy un incrédulo de lo luctuoso y falaz de las fabulas religiosas; pero aún así, mantengo total respeto por las creencias colectivas y jamás me permitiría el abusar del espacio de la diversidad individual al grado de la afrenta manipuladora o de mal profesar lolo que creo, como lo es su actitud ante lo que usted y su creencia califican como prójimo. Si su creencia tuviere plena convicción en si misma, usted fuese un tenaz y digno defensor de esta ley (L.O.E.) socialista, comunitaria, humanitaria y sobre todo cumplidora de la palabra de JESÚS, que a propósito, es al que usted debe mayor devoción en el sentido amplio y de fiel cumplimiento a la profecía de su palabra. Pero no se puede pedir peras al olmo, porque usted y muchos de alto rango trajeados con sus mentiras de hilos dorados y púrpura, se presumen y se abrogan el universal derecho omnipotente de condenar a los pueblos, falseando y farseando la verdad con un cúmulo de confusas patrañas que ya, hasta los más connotados feligreses no las soportan. Si algo beneficioso desea usted hacer por su desgastado partido político eclesiástico y clandestino, comience por ser sincero consigo mismo y reconózcase proselitista; quizás así, pueda revertir la tan mala imagen ante su culto minado de un obscurantismo muy intransparente.

Sus envestiduras ya no impresionan; por el contrario, comenzaron por asustar y han terminado en la incredibilidad de un pueblo que despierta, razona y está dispuesto a confrontar hasta las adversidades divinas si fuese menester; por eso les aconsejo, a usted y sus conclavistas revisen con suma cautela sus reflexiones religiosas, para que les permitan meditar con clara razón sus errores más descomunales ante sus extenuados feligreses. Dejen de ser cipayos y sean siervos de la vocación de su pueblo.

Una cúpula cardenalicia, arzobispal, dirigida por un papado arbitrario, fascista y protector del capitalismo, no es la solución para una iglesia desmejorada y disminuida. El rechazo en continuo ascenso por quien es, y no es de sus filas religiosas, agrava la tan menoscabada imagen que atribula y ahuyenta de sus ya solitarios templos a quienes con fe asistían a un reposo espiritual dominical. Y que mas luego, sea han visto obligados a ser sermoneados proselitiscamente por sacerdotes adiestrados por la contrariedad de una enfermiza irracionalidad impuesta bajo la sombra de la supuesta palabra de dios, resquebrajada con intencionalidad en su originalidad y por voraces ansias de poder.

Sus mal denominadas blancas mentiras se han tornado insoportables, y esto debido a que el clérigo se ha aliado con el poder mediático mundial y el suyo en lo personal con la mediática nacional tipificada en contra de la propia palabra para profanarla muy dentro si misma. Por otro lado señor Cardenalisimo, para nadie es de su desconocimiento que las religiones se han sustentado en la ignorancia de los pueblos; razón por la cual usted y su logia de apátridas apuntan a desconocer el vasto contenido social- educativo, orientador y despertador de conciencia ciudadana que implica la L.O.E. Ustedes le consideran: el arma más mortal contra siglos de dominio y la herramienta más liberadora que pueblo alguno ha libado de sus luchas; porque ustedes, le temen mucho a los pueblos cultos, saben que cuando despiertan no vuelven a adormecer y, ni con su violencia disfrazada de dios, ni la de la diplomacia gringa enmascarada de una supuesta paz, podrán detenerles; son un libro abierto al conocimiento y a la verdad divina, o no.

Sr. Cardenalisimo la putrefacción no se puede ocultar, porque ella exhala olores nauseabundos muy perceptibles a la sensibilidad olfativa de los pueblos y, es muy lamentable, que las religiones y en especial la suya sufra de una agudísima anosmia acompañada por supuesto, de una excesiva anodinia sentimental y humanística hacia sus semejantes. Y por último señor Cardenalisimo, no olvide tener muy en cuenta el viejo proverbio que reza “El que tiene rabo de paja no se arrima a la candela”. ¡Ah! Y no se moleste por excomulgarme, porque no profeso ninguna religión.

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