sábado, 23 de abril de 2011

Los países que pidieron la intervención quieren que la ONU de vía libre al despliegue
El embrollo de la guerra en Libia

Periódico Diagonal...23/04/2011

Con la guerra estancada en un continuo vaivén de avances y retrocesos en los frentes de batalla y las primeras noticias confirmadas (lo de confirmar la noticia parece que sólo se aplica a uno de los bandos) de víctimas civiles o amigas, como consecuencia de los bombardeos de la OTAN, las dudas y hasta diría que una cierta perplejidad parecen ensombrecer el ánimo de los abanderados de la intervención militar en Libia. Porque lo que se presentó como una operación quirúrgica, rápida e indolora está a punto de convertirse en una guerra de desgaste de resultado incierto o al menos no demasiado satisfactorio.

Lo sorprendente es que tal posibilidad, al parecer, no estaba prevista, aunque cualquier observador medianamente informado la hubiera considerado más que posible, probable. Quizá lo que ocurre es que tendemos a sobrevalorar la capacidad de control de quienes pretenden controlar la marcha del mundo. Y a olvidar que la realidad rara vez se ajusta a los esquemas que pretenden no sólo explicarla sino dirigirla.

¿A donde nos llevará esto? ¿A quiénes estamos apoyando? ¿Será Libia un nuevo Afganistán, un nuevo Iraq o peor aún una nueva Somalia? Preguntas como estas se hacen ya explícitamente en los círculos de poder de Washington, Londres y París, con la desfachatez de los que saben que siempre pueden dictar las reglas del juego.

El caso es que ahora todo se enreda y afloran preguntas tan significativas como las respuestas que empiezan a perfilarse. Una: los gobiernos de Londres y París plantean la necesidad de una nueva resolución de la ONU que permita el despliegue de tropas terrestres en Libia. Otra: el Gobierno de Londres declara que uno de los objetivos “legítimos” de la intervención es derrocar a Gadafi. Francia lo suscribe. Estados Unidos lo desmiente.

Otra: el presidente Obama da luz verde a operaciones encubiertas de la CIA que como son encubiertas no sabemos en que consisten: ¿Asesinar a Gadafi? ¿Negociar bajo cuerda con Gadafi? ¿Armar bajo cuerda a los rebeldes? ¿Liquidar a hipotéticos elementos de Al Qaeda en el campo rebelde? ¿Todo eso y algo más?... Pero no se alarmen que todo eso y algo más si se hace se hará por razones humanitarias. ¿O no?

Llegados a este punto conviene aclarar que el rechazo a la intervención militar y el cuestionamiento de las auténticas razones por las que el presidente francés, Nicolás Sarkozy, y su homólogo inglés David Cameron la impulsaron, no implica suscribir la idea de un complot pergeñado desde el inicio por las potencias occidentales para hacerse con el control del petróleo libio. Ese planteamiento que menosprecia las razones de la revuelta y reduce el papel de los sublevados a meros instrumentos de poderes foráneos me parece un tanto racista. Además de erróneo. En realidad, el petróleo estaba bien asegurado con Gadafi quien, por añadidura, a modo de propina, se ofrecía y actuaba como garante de la “guerra contra el terror” tan cara a los estrategas de Washington y sus aliados. Gadafi no era un peligro ni para el control del petróleo ni para los negocios bilaterales y familiares, ni para los intereses estratégicos en la zona.

Era más bien su garantía. Pero las garantías dejan de tener valor cuando ya no pueden garantizar nada. Y Gadafi dejó de tener valor cuando la marea de insurrecciones ciudadanas que habían triunfado en Túnez y en Egipto llegó a Libia.

A diferencia de sus vecinos, la miseria no fue desencadenante de la revuelta, al régimen le sobraban recursos para subvencionar las necesidades básicas de una exigua población de apenas cinco millones de personas, pero ¿quién dice que es sólo el hambre lo que impulsa a la gente a rebelarse? Si así fuera medio mundo estaría en pie de guerra. En Libia no había hambre pero sí humillación, represión feroz, corrupción, brutalidad cotidiana y, por supuesto, ansias de libertad. En una cárcel se come todos los días y se tiene asegurado el cobijo de un techo pero, ¿quién quiere vivir en una cárcel?

Alentada por el triunfo de los levantamientos vecinos la rebelión llegó a Libia casi por sorpresa, como un estallido de euforia libertaria, entusiasta, caótica. Y se estancó en Libia. La brutalidad de Gadafi con el añadido de su incontinencia verborréica puso el resto. No hay respuesta simple al dilema moral tal como fue planteado: o frenar con las bombas la acción criminal de Gadafi o permitir que aplaste a los rebeldes. O intervención militar o matanza. El bien contra el mal nítidamente perfilados. Demasiado nítido para ser verdad. El dilema tal como fue planteado buscaba una única respuesta: la intervención militar.

De modo que la revuelta devenida en guerra civil, ha abierto la brecha por la que las viejas potencias coloniales tratan de colarse de nuevo y recuperar su viejo papel en la zona. Por mucho que se cuente con la luz verde del Consejo de Seguridad, se actúe bajo mando de la OTAN, sean misiles y bombarderos estadounidenses los que llevan el peso de la operación y hasta se haya conseguido el respaldo de algún país árabe, por lo demás muy poco edificante en cuanto a valores democráticos y respeto a los derechos humanos, la intervención militar en Libia ha sido la apuesta de Francia y Reino Unido.

El problema es que las cosas no están saliendo como debían. O como se quería que saliesen. Suele pasar. La realidad rara vez se ajusta a los deseos. Tampoco a los esquemas en los que todo cuadra. Y ahora el dilema ya no es moral sino estratégico. Y no es de extrañar que en algún despacho de Washington alguien se esté preguntando. ¿Pero por qué nos hemos metido en este embrollo? Con lo cómodos que estábamos con Gadafi.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/El-embrollo-de-la-guerra-en-Libia.html

viernes, 22 de abril de 2011

La trampa de Libia y el “defensismo revolucionario”


Rebelión...22/04/2011

La evolución de los acontecimientos en el Norte de África y Medio Oriente y, en particular en Libia, ayuda a clarificar los hechos, a identificar los intereses de los diversos actores directos e indirectos, y pone a prueba las concepciones políticas vigentes.

Lo que ocurre en el caso de Libia llama considerablemente la atención: los imperios montaron una intervención militar para “proteger a la población civil” y derrocar a Kadaffi. Pero… ni protegen a los civiles –que siguen muriendo no sólo en Libia sino en Yemen, Siria y Bahréin– ni tampoco tumban al autócrata libio. Algo extraño ocurre allí.

Para la mayoría de fuerzas anti-imperialistas y de izquierda, la intervención imperial se hizo para apoderarse del petróleo y castigar al líder beduino por sus aventuras pasadas. Lo cierto es que las empresas petroleras europeas ya tenían un fuerte control. Hasta Aznar, quien fue uno de los mentores de la “conversión” de Kadaffi, hoy lo defiende.1 Más raro todavía.

Se debe recordar que la intervención imperialista-USA era muy fuerte desde mucho antes del estallido de las revoluciones democráticas actuales. Es en contra de esa interferencia, a pesar de las “agencias occidentales de promoción de la democracia”, que los pueblos se rebelan. La intervención militar imperialista en Libia es parte de esa realidad: la venían preparando a la sombra de una débil rebelión popular manejada desde afuera por sectores monárquicos (Bengazhi-Cirenaica).

El principal objetivo de la intervención en Libia

El aspecto principal a dilucidar es: ¿Cuál es el objetivo principal de la intervención militar imperialista en Libia? ¿Qué fue lo que unificó a los gobiernos de los EE.UU., Inglaterra, Francia, España, Arabia Saudita y sus satélites, Rusia, China y demás potencias capitalistas que aprobaron la Resolución 1973 de la ONU o que no la vetaron pudiendo hacerlo?

La necesidad de derrotar la revolución democrática en ciernes fue lo que los juntó. No podían permitir que el “caos” se desbordara. La conquista de las libertades políticas, derecho a la asociación y a la información por parte de los pueblos y trabajadores árabes era algo inconcebible para las potencias imperiales y para las cúpulas petro-oligárquicas árabes. Es una peligrosa bomba de tiempo, un detonante que puede desencadenar efectos impensados frente a los conflictos que vive la región: Israel-Palestina, intervención estadounidense en Irak y Afganistán, fortalecimiento de sectores musulmanes pro-Irán, negociaciones secretas del petróleo, control del Canal del Suez, del estrecho de Ormuz y del Golfo de Omán, entre otros.

Todo lo anterior en el marco de una crisis sistémica del capitalismo, una situación financiera en extremo frágil y una grave crisis fiscal de los principales Estados capitalistas. De profundizarse la inestabilidad en la zona petrolera traería consecuencias imprevisibles e incontrolables para el gran capital. Por tanto, la inestabilidad económica y el riesgo político exigían una intervención UNIFICADA de todas las potencias económicas del mundo.

La intervención bélica de “carácter humanitario” en Libia, fue la opción escogida. Hacerla ante un país endeble y un gobierno encabezado por el “más cruel y despiadado déspota de la región” – que no es totalmente subordinado a sus intereses y es odiado por las elites saudíes – fue la carta que jugaron. ¿Cuál era el objetivo específico global?

  • Intentar ponerse al frente de las revoluciones democráticas para canalizar, encauzar, morigerar y derrotar los “vientos de cambio” democrático.2
  • Poner en aprietos a los regímenes totalitarios de toda el área y del mundo – incluyendo los de su propia órbita árabe pero también a Siria, Jordania, Irán –, que no podían oponerse al derrocamiento del gobernante libio. Unos porque lo consideran un traidor; otros, porque quieren manejar una imagen democrática o de gran apoyo popular; y unos más, porque negocian sus propios intereses a la sombra de la geopolítica y la diplomacia. China y Rusia juegan, penan y aguantan a la sombra.
  • Amedrentar a los pueblos con posibles guerras civiles e intervenciones extranjeras a fin de motivarlos a aceptar procesos de “transición democrática” orientados y dirigidos por las potencias occidentales (ONU).
  • Desviar la atención pública internacional presentando la reacción de Kadaffi como la de un “criminal de guerra”, mientras preparan el recambio de sus propios dictadores con golpes de Estado “suaves” u otras modalidades, al estilo de Egipto.
  • Cada gobierno imperial (inglés, francés, español, estadounidense) tiene también sus propios objetivos de coyuntura interna. Defienden y pujan por los intereses de sus empresas petroleras en Libia y en la región árabe y, posan en lo interno de promotores de la democracia y de la “asistencia humanitaria”.

A pesar de todo – retando todos los cálculos y pronósticos – los pueblos y los trabajadores árabes no han cejado en su empeño democrático. Ese es el aspecto a resaltar. Los pueblos no se han dejado engañar, han sido superiores a las corrientes “revolucionarias” que cayeron en la trampa de Libia. No le jalan al falso “defensismo nacionalista”.

La crisis del pensamiento anti-imperialista tradicional y el “defensismo revolucionario”

Hay quienes niegan la crisis del pensamiento revolucionario. La izquierda internacional, los socialistas y nacionalistas están divididos frente a la intervención en Libia. Los enfoques y análisis no cuadran. Hasta los pocos “trotskistas” que quedaban se han roto. Qué decir de los gobiernos revolucionarios y demócratas de América Latina que no saben cómo encajar o encuadrar su rechazo a la intervención imperialista, el apoyo a la revolución árabe y la defensa del régimen dictatorial de Kadaffi.

La mayoría de los movimientos, partidos y gobiernos anti-imperialistas (nacionalistas) han asumido la defensa del régimen de Kadaffi como consecuencia de su rechazo a la intervención imperialista. En gran medida los estrategas imperiales querían motivar esa reacción a fin de aislar de cualquier influencia revolucionaria, anti-imperialista y anti-capitalista, “bolivariana”, que pudiera llegar a las amplias masas de trabajadores y pueblos árabes en rebeldía democrática. De paso, desgastan y aíslan a nivel mundial la posición de los gobiernos anti-imperialistas tachándolos de antidemocráticos y defensores del sátrapa.

Si el núcleo de gobiernos revolucionarios de América Latina se alineaba con Kadaffi, la revolución contra los autócratas árabes quedaba relativamente aislada del mundo. Así, las fuerzas oligárquicas y retardatarias en cada país árabe, podrían – usando las agencias imperiales de “promoción de la democracia” – moderar y adocenar a la dirigencia de los noveles movimientos democráticos y de las inexpertas masas populares y proletarias que nacen a la vida política en forma masiva. El efecto de tal estrategia ha sido que los medios de comunicación – incluyendo los alternativos – se han dedicado a difundir lo que ocurre en Libia mientras se ha reducido la información sobre lo que sucede en el resto de países. La “intervención” al servicio de la desinformación.

En el campo de las principales corrientes y fuerzas revolucionarias del mundo y de América Latina se ha impuesto el “defensismo nacionalista” presentado como “defensismo revolucionario” y como “anti-imperialismo consecuente”. El anti-imperialismo nacionalista prevaleció sobre el anti-imperialismo anticapitalista. Parece un juego de palabras, pero no lo es. Es nuestra herencia anti-imperialista estrecha, que las revoluciones árabes del siglo XXI han empezado a desnudar.

El “defensismo revolucionario”

Para profundizar sobre el “defensismo revolucionario” debemos recurrir al más importante antecedente: 1917 y 1918 en Rusia. Después de la revolución democrática de febrero de 1917 una parte de la dirigencia bolchevique – al sentirse a la cabeza de la “gran nación rusa” – empezó a cambiar su posición frente a la guerra imperialista (1ª guerra mundial). Identificaban la defensa de la revolución con la “defensa del Estado ruso”.

Lenin les salió al paso con las “Tesis de abril”. Posteriormente el debate se profundizó con ocasión del Tratado de Brest-Litovsk con el imperialismo alemán. Lenin dio la batalla y tuvo a su lado a Trotsky. Ya los bolcheviques y los espartaquistas alemanes habían enfrentado al oportunismo disfrazado de “nacionalismo” cuando votaron en contra de la financiación de la guerra imperialista en 1915. La Paz sin concesiones ni anexiones y la publicación de los acuerdos secretos firmados por el Zar y el gobierno burgués de Kerenski eran las condiciones que impulsaban los bolcheviques revolucionarios.

Se nos dirá que en ese caso era diferente porque Rusia era una potencia imperial y Libia es un país dependiente, del “tercer mundo”. Lo evidente – lo que comprueban los hechos – es que el objetivo de esta guerra de intervención en Libia va más allá de apoderarse de los recursos naturales (petróleo) de un país africano. Ya los tenían relativamente controlados. Ésta es una verdadera guerra de contención, es – sin duda – una violación del derecho a la autodeterminación de las naciones y de la autonomía de los pueblos, pero el aspecto principal es que se hizo para DERROTAR LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA árabe y mundial en desarrollo.

Colocar a la defensiva a los movimientos, fuerzas y gobiernos revolucionarios anti-imperialistas es el principal objetivo de esa intervención. Y lo han logrado, por ahora. No por la correlación de fuerzas sino porque no tenemos una visión internacionalista de nuestras luchas. Hemos seguido la línea que se impuso en la URSS después de 1924 – posterior a la muerte de Lenin – en donde los intereses de la “gran nación rusa” se pusieron por encima de los intereses fundamentales de la revolución proletaria.

Las causas estructurales y políticas de esta situación

La principal causa de que el “defensismo nacionalista” se haya impuesto en el campo de los revolucionarios ha sido el enorme peso material y político de las masas no proletarias – campesinas y pequeñoburguesas – en la lucha contra los imperios colonialistas y neo-colonialistas, que se combinó (o coincidió) con la derrota histórica de la clase obrera en el mundo occidental y de Europa oriental. Los gobiernos capitalistas impulsaron los “Estados de Bienestar” para domesticar a los trabajadores de los países industrializados y a algunas elites de la clase obrera en los países dependientes, y la revolución anti-imperialista quedó en cabeza de las “burguesías nacionales” y de la pequeña burguesía agraria.

El gran aporte de las revoluciones árabes es que han mostrado el rostro juvenil de un proletariado que es fruto de la “re-estructuración post-fordista” del proceso productivo capitalista que se operó en el mundo a partir de 1970. Unos proletarios “informalizados” con existencia material cosmopolita y amplios lazos supra-nacionales ha sido el factor dinamizador en Túnez y Egipto. Ellos empujaron a la clase obrera “centralizada” y al resto del pueblo a la revolución, y allí están, en todos los países del mundo, luchando y aprendiendo, esperando que al interior del movimiento revolucionario mundial predominen las fuerzas internacionalistas que los ayuden a orientar sus luchas y a no ser inferiores al momento.

No negamos la lucha nacional. El imperialismo le teme a la aparición de un nuevo “panarabismo” verdaderamente revolucionario, centrado no en el interés nacional y/o religioso sino en impulsar la unificación e integración de los trabajadores, los pueblos y las naciones para construir alternativas de desarrollo pleno para toda la humanidad y NO para construir nuevas potencias capitalistas regionales.

En el contexto de su profunda crisis los capitalistas crearon y utilizan “la trampa de Libia”. Y así, el “defensismo revolucionario” sacó la cara. Quedó expuesto. Ya es algo.

jueves, 21 de abril de 2011


Occidente enviará militares a suelo libio para ayudar a los rebeldes

Gara...21/04/2011

Los países más implicados en la intervención de la OTAN en el conflicto libio respondieron ayer al llamamiento realizado la víspera por los rebeldes, y anunciaron que enviarán oficiales militares para llevar a cabo labores de entrenamiento.

Por primera vez desde el inicio del empantanado conflicto, y basándose en principios «humanitarios», los opositores al régimen de Muamar al-Gadafi solicitaron el martes por la noche la intervención por tierra de soldados franceses y británicos.

Ayer mismo, el responsable de Relaciones Internacionales del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio, Ali al-Issaui, señaló que la población civil opuesta al régimen gadafista necesita armamento porque «los bombardeos no bastarán».

«Si la resolución 1.973 del Consejo de Seguridad de la ONU estuviera de verdad en marcha y la población civil protegida, no habría necesidad de fuerzas, el pueblo libio puede defenderse», aseguró.

Al-Issaui aseguró, según recogió la agencia Efe, que «todas las posibilidades están abiertas» para «proteger a la población civil», aunque por el momento no consideró necesaria la llegada de tropas internacionales.

Apuntó que, de proseguir los bombardeos por parte de las fuerzas leales al coronel libio, el pueblo alzado contra el régimen se verá obligado a «levantarse, organizarse, construir un Ejército» para defenderse.

En esa óptica se sitúa el envío de personal militar por parte del Estado francés, Gran Bretaña e Italia, según Al-Issaui, quien aplaudió la decisión.

El Gobierno francés, a través de su portavoz, François Baroin, explicó que «habrá un pequeño número de oficiales de enlace, unas unidades, en el Consejo Nacional de Transición para efectuar una misión de enlace para organizar la protección de la población civil».

El Ministerio galo de Exteriores precisó que el objetivo es ofrecer a los rebeldes «consejos de orden esencialmente técnico, logístico y organizativo para ayudar a reforzar la protección de la población civil y mejorar la distribución de ayuda humanitaria y médica». Estas declaraciones fueron realizadas después del encuentro mantenido por el mandatario francés, Nicolas Sarkozy, y el presidente del CNT, Mustafa Abdeljalil, en la que ambos buscaron cómo reforzar el bando opositor.

Londres y Roma se suman

Apenas unas horas después, los gobiernos de Italia y de Gran Bretaña ponían a disposición del CNT diez «instructores militares» cada uno.

«Es pronto para dar detalles. Lo importante es que nuestros dos países compartan la necesidad de adiestrar a los insurgentes, jóvenes deseosos de batirse por una causa que consideran imprescindible, pero que no tienen la necesaria preparación militar», señaló Ignazio La Russa, ministro de Defensa italiano, al término de una reunión en Roma con su homólogo británico, Liam Fox.

Entretanto, el régimen de Gadafi hace malabares entre el palo y la zanahoria.

Por un lado, el canciller libio, Abdelati Laabidi, dijo que «estimamos que toda presencia militar representa un paso atrás y estamos seguros de que si los bombardeos (aliados) terminaran, podríamos tener un diálogo sobre todo lo que los libios desean: democracia, reformas políticas, elecciones...».

Frente a esta postura, el hijo del coronel Seif al-Islam Gadafi dijo sentirse seguro de que «vamos a vencer» y apuntó que la nueva Carta Magna para el país estaría lista para cuando hayan derrotado a los rebeldes.

PERIODISTAS

Al menos dos fotógrafos, uno británico y otro estadounidense, perdieron la vida en un ataque de mortero en la ciudad de Misrata. Otras fuentes citaron únicamente un muerto.

Crímenes de guerra

La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, tildó de crímenes de lesa humanidad el presunto uso reiterado de bombas de racimo y armamento pesado por las fuerzas del Gobierno de Libia contra médicos y civiles de la sitiada de Misrata.

El CNT afirma que ha recibido armas «de algunos amigos»

El presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio, Mustafa Abdeljalil, afirmó ayer que las tropas rebeldes han recibido armas «de algunos amigos», pero las consideró «insuficientes» para contrarrestar a las tropas leales a Muamar al-Gadafi.

«Los rebeldes avanzan poco a poco, les faltan armas, han tenido unas pocas con el apoyo de los aliados, a quienes agradecemos los esfuerzos para apoyar la revolución con bombardeos fuertes contra las fuerzas de Gadafi», aseguró Abdeljalil a la cadena France 24.

Agregó que las armas recibidas «no son suficientes» y, sobre su procedencia indicó que «algunas son compradas con dinero libio y otras proceden de amigos», aunque se negó a precisar cuáles son los países que se las han proporcionado.

«Los rebeldes, si tuviéramos armas, avanzaríamos muy rápidamente, tenemos la valentía, pero nos faltan las armas», reiteró, durante su visita oficial a París.

El líder de los rebeldes señaló que no cierran la puerta a ninguna solución al enfangado conflicto, «ni política ni militar», aunque indicó que todas ellas pasan por la salida del coronel Gadafi.

Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20110421/261528/es/Occidente-enviara-militares-suelo-libio-para-ayudar-rebeldes

Rebeldes libios ejecutan y mutilan a soldados de Gadafi en Bengasi

miércoles, 20 de abril de 2011

La intervención en Libia revela las divisiones entre la clase dirigente mundial


Socialist Worker...20/04/2011

La intervención occidental en Libia ha puesto en evidencia las relaciones que existen entre los grandes centros de poder. En primer lugar, hay que decir que están profundamente divididos.

El neoconservador columnista del Financial Times, Christopher Caldwell, exagera ligeramente cuando señala que en el supuesto triunfo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en el voto sobre la intervención en Libia, “Los cinco países que se han abstenido (Rusia, Brasil, China, India y Alemania ) agrupan a casi 3.000 millones de personas y son el núcleo de la economía mundial del futuro”.

La abstención de Alemania no es sino una muestra más de las numerosas crisis por las cuales la Unión Europea ha estado paralizada tanto tiempo debido a las divisiones internas en su seno.

De acuerdo a lo expresado por otro columnista del Financial Times, “políticos y sus asesores en el Foro anual de la Fundación Alemania Marshall de Bruselas observaron que una cosa era la valoración que Alemania hacía de las intervenciones militares en el mundo árabe [...] pero situarse al lado de Moscú y Beijing en la ONU se sale fuera de estos límites”.

Mientras tanto, Francia y Gran Bretaña han liderado la intervención occidental en el país mediterráneo, con Estados Unidos jugando un papel más cauto, aunque el Pentágono está haciendo la mayor parte del trabajo pesado militar.

La semana pasada Barack Obama trató de definir lo que Libia significa desde el punto de vista de la política global norteamericana.

El punto clave es probablemente el siguiente: “ habrá momentos en que nuestra seguridad no esté afectada directamente, sino que serán nuestros valores e intereses. En estos casos no debemos tener miedo a actuar, pero el peso de la acción no debe ser exclusiva de los Estados Unidos”.

El discurso se ganó la alabanza de neoconservadores asociados a la administración de George W. Bush. William Kristol escribió que “el presidente no se disculpó, el programa por la libertad abarca y no rehuye del uso de la fuerza”.

Insistencia

Menos del gusto de la línea de Kristol fue la insistencia de Obama, mientras reservaba “el derecho a usar nuestras fuerzas armadas con rapidez, unilateralmente y de forma eficaz”, de actuar con otros estados cuando sea posible.

El caso de la intervención en Libia es significativo, Estados Unidos se sitúa en la línea de atrás en la intervención aérea, dejando a Gran Bretaña y Francia el peso de la operación.

Como dijo el Secretario de Defensa de Estados Unidos: “cualquier futuro Secretario de Defensa que asesore al presidente a enviar al ejército norteamericano de tierra a alguna intervención en Asia, África o Oriente Próximo, debería hacerse un examen mental”.

Obama quiere conservar el poder militar de Estados Unidos. Según el Washington Post, ha tenido un enfrentamiento con el comandante estadounidense en Afganistán, el general David Petraeus, porque el presidente quiere “una reducción significativa” de las tropas americanas en Afganistán que comenzará en julio.

Pero eso no significa que Obama esté planeando que el imperio dé un paso atrás. Uno de los beneficios de la intervención en Libia es asociar a Estados Unidos con las revueltas árabes. Esto diferencia a Obama de las actividades de Arabia Saudí y otros países del Golfo que están interviniendo para aplastar el movimiento revolucionario en Bahrein.

El historiador Immanuel Wallerstein ha argumentado que los saudíes han maniobrado para que Estados Unidos se involucren en la agresión a Libia. Esto es "una gran distracción de lo que ellos ven más urgente y lo que están haciendo -que no es más que una ofensiva contra las revueltas árabes, en primer lugar en la propia Arabia Saudí, a continuación en los países del Golfo y por último en todo el mundo árabe”.

Los saudís pueden querer una distracción, pero ellos no están involucrados directamente con la intervención en Libia. De lo contrario, habrían enviado una delegación a la conferencia sobre Libia en Londres de la semana pasada.

Hay un intrigante discurso que realizó Obama el mismo día que cayó Hosni Mubarak:

“Estoy seguro de que el ingenio y el espíritu emprendedor que los jóvenes egipcios han mostrado en los últimos días puede ser aprovechado para crear nuevas oportunidades , empleos y negocios que permitan desarrollar el extraordinario potencial de la generación que empieza a tomar vuelo”.

En otras palabras, Obama quiere utilizar las revueltas árabes para encaminar Oriente Próximo en una línea neoliberal. Está intentando reconstruir las bases del poder imperial de Estados Unidos en la región de una manera aparentemente más “democrática”. Por tanto, los neoconservadores tenían razón en alabarlo.

Alex Callinicos es profesor de teoría social en el King's College de Londres, y autor de libros como “Los nuevos mandarines del poder americano” o “Un manifiesto anticapitalista” y miembro destacado del Socialist Workers Party, organización hermana de En lucha / En lluita en Gran Bretaña.

Fuente: Artículo publicado en Socialist Worker, periódico del Socialist Workers Party.

Traducción de Santi Amador

http://enlucha.org/site/?q=node/15954