sábado, 9 de abril de 2011


Justicia mafiosa en El Paso
Posada Carriles absuelto de todos los cargos


Rebelión...09/04/2011


Un tribunal de la nación que establece una lista donde se designa a otros países como “patrocinadores del terrorismo”, ha declarado ayer al terrorista internacional Luis Posada Carriles inocente de 11 cargos de perjurio, fraude y obstrucción de procedimiento en un juicio ante jurado cuya decisión no se puede apelar.

Este jurado, integrado por siete mujeres y cinco hombres, emitió el veredicto en solo tres horas de deliberaciones previamente orientadas por la jueza Kathleen Cardone - nombrada por George W. Bush – que preside por segunda vez un proceso al termino del cual Posada se va por su casa de Miami.

La agencia española EFE reportó como Posada Carriles, de 83 años, “se abrazó a sus tres abogados que estallaron en júbilo en la sala del tribunal al escuchar el veredicto”, después de un juicio de trece semanas.

"Cada vez que el jurado tiene un caso no se puede predecir lo que decidirá, pero respetamos lo que decidan",dijo por su parte el fiscal federal Timothy Reardon, de la Sección antiterrorrista del Departamento de Justicia, enviado paradójicamente desde Washington para este caso mientras el Gobierno se niega a reconocer que Posada es un terrorista y a procesarlo como tal, de acuerdo con los convenios internacionales que firmó.

Posada sigue reclamado con 73 cargos de homicidio por la justicia venezolana desde su aparición en Miami en 2005.

Al absolverlo, el jurado se negó a reconocer, a pesar de todas las pruebas y evidencias presentadas, su entrada ilegal a EEUU por el Rio Miami a bordo del barco camaronero Santrina, y prefirió creer el cuento del “coyote” que elaboró.

Tampoco admite, implícitamente, su papel en los atentados con explosivos registrados en Cuba en 1997, que causaron la muerte al joven turista italiano Fabio DiCelmo.

Colaborador de la policía batistiana, Posada fue reclutado por la CIA a su llegada a Estados Unidos e integrado a la Operación 40 diseñada para dirigir una masacre de partidarios de la Revolución al margen de la invasión de Playa Giron.

La CIA lo incorporó en mecanismos de represión tanto en Venezuela donde dirigió las mortíferas operaciones de “limpieza” de la DISIP, como en El Salvador, Guatemala y Honduras donde se lo asignó a tareas similares.

Fue detenido en Venezuela como autor intelectual de la voladura de un avión de Cubana en 1976 que mató a 73 personas, pero se escapó para manejar la operación de trafico de armas y droga que se desarrolló desde la base aerea de Ilopango, en El Salvador.

En noviembre del 2000, Posada fue arstado en Panamá a raíz de un complot para matar al líder cubano Fidel Castro durante la Cumbre Iberoamericana, y fue condenado a 8 años de cárcel por terrorismo. Salió de cárcel en 2004, indultado por la presidenta mafiosa Mireya Moscoso, presionada por la mafia terrorista cubanoamericana y sus protectores, desde Washington y Miami.

Una larga sucesión de crímenes horrorosos que el gobierno norteamericano, por razones obvias, no solo se niega a reconocer sino que se dedica a encubrir.

No nos dicen la verdad sobre Libia


Huffington Post/ICH...09/04/2011


La mayoría de nosotros tenemos un cierto sentimiento de que no nos dan las verdaderas razones para la guerra en Libia. La reacción instintiva de David Cameron ante las revoluciones árabes fue saltar a un avión y visitar los palacios de los dictadores de la región para venderles armas represivas de la máxima tecnología disponible. La reacción instintiva de Nicolas Sarkozy ante las revoluciones árabes fue ofrecer ayuda urgente al tirano tunecino para aplastar a su pueblo. La reacción instintiva de Barack Obama ante las revoluciones árabes fue negarse a reducir los miles de millones de dólares en ayuda que iban a Hosni Mubarak y a su asesina policía secreta, y que su vicepresidente declarara: “No me refería a él como dictador”.

No hablo de un pasado lejano. Sólo hace unos meses. Y sin embargo ahora nos dicen que ellos se han convertido en el brazo armado de Amnistía Internacional. Bombardean Libia porque no pueden tolerar que gente inocente sea tiranizada por los tirnos a quienes armaron y financiaron durante años. Como dijo Obama: “Algunas naciones podrán hacer la vista gorda ante atrocidades en otros países. EE.UU. es diferente.” Hubo un tiempo, hace una década, en el que yo mismo tomé en serio esa retórica. Pero ahora no puedo, porque he analizado demasiado las verdaderas acciones tras esas palabras acarameladas.

La mejor guía a través de esta confusión es considerar las otras dos guerras en las que está profundamente involucrado nuestro gobierno, porque muestran que las afirmaciones que se han hecho para esta campaña de bombardeo no pueden ser verídicas.

Imaginad que un dirigente lejano hubiera matado a más de 2.000 personas inocentes, y que sus comandantes militares reaccionaran ante la evidencia de que se trataba de civiles, bromeando que “no formaban parte del club coral de hombres”. Imaginad que uno de los inocentes sobrevivientes apareciera en la televisión, entre trozos de los cuerpos de su hijo y su hermano y rogara: “Por favor. Somos seres humanos. Ayudadnos. No permitáis que hagan esto.” Imaginad que los sondeos en el país atacado mostraran que el 90% de la población dijo que los civiles son las principales víctimas y que quieren desesperadamente que no continúe. Imaginad que entonces hubiera una inmensa inundación natural y que el dirigente lejano reaccionara aumentando los ataques. Imaginad que las voces democráticas y liberales más respetadas del país advirtieran de que esos ataques podrían causar la transferencia de material nuclear a grupos yihadistas.

Seguramente, si dijéramos en serio lo que decimos sobre Libia, ¿haríamos todo lo posible por detener una conducta semejante? ¿No estaríamos imponiendo una zona de exclusión aérea, o incluso invadiendo?

Sin embargo, en este caso, tendríamos que imponer una zona de exclusión aérea sobre nuestros propios gobiernos. Desde 2004, EE.UU. –con apoyo europeo– ha estado enviando aviones no tripulados teledirigidos a Pakistán para bombardear ilegalmente su territorio, precisamente de esa manera. Barak Obama ha intensificado masivamente esa política.

Su gobierno afirma que está matando a al-Qaida. Pero hay varios defectos en este argumento. La información de inteligencia que guía sus bombas sobre quién es realmente un yihadista es tan mala que, durante seis meses, realizaron negociaciones de alto nivel con un sujeto que afirmaba que era jefe de los talibanes –con el único resultado de que posteriormente admitió que era un tendero paquistaní cualquiera que no sabía nada sobre la organización. Sólo quería un poco de bakhshish [soborno]. Los propios antiguos altos asesores militares de EE.UU. admiten que cuando la inteligencia es exacta por cada yihadista que matan mueren hasta cincuenta personas inocentes. Y casi todo el mundo en Pakistán cree que en realidad estos ataques están aumentando la cantidad de yihadistas, al hacer que los jóvenes se enfurezcan tanto por el asesinato de sus familias que hacen fila para alistarse.

El principal científico nuclear del país, el profesor Pervez Hoodbhoy, me informa de que la situación es aún más peligrosa. Dice que hay un peligro importante de que estos ataques propaguen tanta ira y odio por el país que aumenten materialmente las probabilidades de que la gente que protege las armas nucleares del país transfiera clandestinamente ese material a grupos yihadistas.

Por lo tanto, una de las mejores escritoras y activistas del país, Fatima Bhutto, me dice: “En Pakistán, cuando escuchamos la retórica de Obama sobre Libia, sólo podemos reír. Si estuviera preocupado por la matanza injustificada de civiles inocentes, podría dar un primer paso fácil, dejar de hacerlo él mismo en mi país.”

La guerra en el Congo es la guerra más mortífera desde que Adolf Hitler marchó por Europa. Cuando informé al respecto vi las peores cosas que se podían conceber: ejércitos de niños drogados y mutilados, mujeres que habían sido violadas en grupo y a las que habían disparado a la vagina. Más de cinco millones de personas han sido eliminadas hasta ahora, y la pista de sangre conduce directamente a tu teléfono celular y el mío.

La principal investigación de la guerra de la ONU explica cómo sucedió. Dijeron simplemente y basándose en los hechos que “ejércitos de los negocios” habían invadido el Congo para saquear sus recursos y venderlos a un Occidente cómplice. El botín más valioso es el coltán, que se utiliza para producir nuestros teléfonos celulares, consolas de juego y notebooks. Los “ejércitos de los negocios” combatieron y mataron por el control de las minas y para enviárnoslo a nosotros. La ONU enumeró todas las principales corporaciones occidentales responsables, y dijo que si las detuvieran, terminaría gran parte de la guerra.

El año pasado, después de una década, EE.UU. aprobó finalmente legislación que supuestamente debía encarar esto, por lo menos en teoría. Como explico en el próximo programa 4Thought de Radio 4 de la BBC, contiene un sistema enteramente voluntario para rastrear quiénes compran coltán y otros minerales conflictivos de los asesinos en masa y así impulsan la guerra. (Hay muchos otros sitios en los que podemos conseguir coltán, pero es un poco más costoso). Se solicita al Departamento de Estado que establezca algún tipo de castigo para los transgresores, y tenía 140 días para hacerlo.

Ahora el plazo ha pasado. ¿Cuál es el castigo? Resulta que el Departamento de Estado no tuvo ni el tiempo ni la inclinación de redactar algo. Tal vez estaba demasiado ocupado preparando los bombardeos de Libia, porque –obviamente– no puede tolerar la matanza de gente inocente. (Gran Bretaña y otros países europeos han hecho exactamente lo mismo). Hubo una oportunidad de detener la peor violencia contra civiles en el mundo, que no necesitaba bombas, o violencia por nuestra parte. Si la retórica sobre Libia fuera sincera, el asunto era obvio. Sólo habría costado un poco de dinero a unas pocas corporaciones, y se negaron a hacerlo. Y así continúa la peor guerra desde 1945.

Y de todo eso no se habla. Al contrario, cuando el gobierno congolés nacionalizó recientemente una mina de propiedad de corporaciones estadounidenses y británicas, hubo un estallido de furia en la prensa. Podéis matar a cinco millones de personas y apartarán cortésmente la mirada; pero quitad propiedad a los ricos y nos enfureceremos de veras.

¿No hace ver de otra manera el debate sobre Libia? Cada día los medios nos presionan para que veamos los abusos (usualmente muy reales) de los enemigos de nuestro país y preguntan: “¿Qué podemos hacer?” Casi nunca nos impulsan a considerar los abusos igualmente reales e igualmente inmensos cometidos por nuestro propio país, sus aliados y sus corporaciones –sobre las que tenemos mucho más control– y a que formulemos la misma pregunta.

Así manipulan el impulso bueno y decente de la gente de a pie, proteger a otros seres humanos. Si solo te interesan los derechos humanos cuando te cuentan una historia reconfortante sobre el poder de tu país, no estás realmente interesado en los derechos humanos en absoluto.

David Cameron dice: “solo porque no podemos intervenir en todas partes, no significa que no debamos intervenir en algún sitio”. Pero no entiende lo esencial. Mientras “nosotros” intervenimos para causar daños horribles a civiles en gran parte del mundo, es simplemente falso afirmar que lo hacemos impulsados por un deseo de impedir que otros se comporten de un modo muy parecido al nuestro.

Se podría argumentar que obviamente nuestros gobiernos no son impulsados por preocupaciones humanitarias, pero que su intervención en Libia impidió una masacre en Bengasi, de modo que deberíamos apoyarla en todo caso. Comprendo ese argumento, que han presentado algunas personas que admiro, y lidié con él. Es un argumento de que deberíamos, en efecto, montarnos en la bestia del poder de la OTAN si mata a otras bestias que están a punto de comerse a gente inocente. Fue el argumento que hice en 2003 sobre Iraq, que el gobierno de Bush tenía motivos malignos, pero que tendría el efecto positivo de derribar a un horrible dictador, de modo que debíamos apoyarlo. Pienso que casi todos pueden ver ahora por qué fue un argumento, a fin de cuentas, desastroso.

¿Por qué? Porque cualquier ventaja humanitaria coincidente a corto plazo será eclipsada en cuanto la población local choque con la verdadera razón de la guerra. Entonces nuestros gobiernos respaldarán su nueva cruenta represión, como hicieron EE.UU. y Gran Bretaña en Iraq, con una política de aprobación efectiva de la reanudación de la tortura cuando a la población se le subieron los humos y objetó a la ocupación.

¿Entonces por qué están bombardeando realmente a Libia nuestros gobiernos? No lo sabremos con seguridad hasta que aparezcan los documentos desclasificados dentro de muchos años. Pero Bill Richardson, el ex secretario de energía de EE.UU. y entonces embajador de EE.UU. ante la ONU, probablemente tiene razón cuando dice: “Hay otro interés, y es la energía… Libia es uno de los diez principales productores de petróleo del mundo. Casi se puede decir que los precios de la gasolina en EE.UU. probablemente subieron por una detención de la producción de petróleo en Libia… De modo que no es un país insignificante, y pienso que nuestra participación está justificada.”

Por primera vez en más de sesenta años, el control occidental sobre los mayores pozos de petróleo del mundo se ha agitado debido a una serie de revoluciones que nuestros gobiernos no pudieron controlar. La explicación más plausible es que es una manera de reafirmar el puro control occidental, y un intento de organizar el resultado a nuestro favor. Pero si todavía estáis convencidos de que nuestros gobiernos actúan por razones humanitarias, tengo un pasaje ida y vuelta en avión para que vayáis a ver algunos escombros en Pakistán y el Congo, les encantaría escuchar vuestros argumentos.

Johann Hari es columnista del Independent de Londres. Ha informado desde Iraq, Israel/Palestina, el Congo, la República Central Africana, Venezuela, Perú y EE.UU., y sus artículos han aparecido en publicaciones en todo el mundo, incluido el New York Times y Los Angeles Times. En 2007, Amnistía Internacional lo nombró Periodista del Año. En 2008 fue la persona más joven en ganar el principal premio británico para escritura política, el Premio Orwell.

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article27842.htm

viernes, 8 de abril de 2011

Brasil e Irán, un paso atrás


Alainet...08/04/2011

Al visitar nuestro país, Obama le pidió a la presidenta Dilma que el Brasil firmase, como coautor, la resolución para que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU investigue las innumerables denuncias de violaciones en Irán, atribuidas al gobierno de Mahmoud Ahmadinejad.
Propuesta por la Casa Blanca, la resolución fue aprobada en Ginebra, el jueves 24 de marzo, por 22 votos (incluyendo el de Brasil), 7 en contra y 14 abstenciones.
La posición del gobierno de Dilma fue contraria a la del gobierno de Lula. Éste no se sometió nunca a Washington en materia de política exterior. En noviembre del año pasado Brasil se abstuvo en la votación de la resolución de la Asamblea General de la ONU condenando el irrespeto a los derechos humanos en Irán.
La embajadora María Nazareth Farani Azevedo, representante de nuestro país en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, justificó su voto, en nombre del gobierno de Dilma, alegando que no se trataba de adoptar una posición contraria a Irán, sino en favor de los derechos humanos. Y negó haber sido sobornada para que el Brasil pueda obtener una silla permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU: que fue lo que Dilma le pidió a Obama y éste respondió solamente que oiría con ‘aprecio’, sin decir más…
Lula tenía dos razones para abstenerse de condenar a Irán. De entre los países árabes, fue con la antigua Persia con quien el Brasil mantuvo mayor flujo comercial. Y en los próximos cinco años el intercambio entre nuestros dos países podría alcanzar la cuantiosa suma de US$ diez mil millones.
La segunda razón es que Lula no veía una actitud moral de parte de los Estados Unidos como para exigirle a Irán respeto a los derechos humanos y tratar de impedir que el gobierno de Ahmadinejad haga un uso pacífico de la energía nuclear.
¿Por qué los Estados Unidos, Europa occidental y el Brasil pueden hacerlo e Irán no? Porque las intenciones de ese país -dice la Casa Blanca- son bélicas. A lo que Lula respondió: ¿Por qué los EE.UU., India, Pakistán, Israel y tantos países europeos pueden tener armas nucleares e Irán no? O se promueve el desarme general o basta de cinismo…
Estoy totalmente a favor de que se condenen las violaciones a los derechos humanos en Irán, donde los adeptos de la religión Bahai son duramente perseguidos y donde la pena de muerte por apedreamiento es legal. Sin embargo, el Brasil no puede adoptar posiciones dudosas en su política internacional.
Si el gobierno de Dilma pretende hacer del tema de los derechos humanos el eje de su política exterior debe exigir de la ONU investigar al país que más violaciones comete: los Estados Unidos. Y si no, que lo digan los iraquíes y los afganos.
Obama perdió una hermosa oportunidad para -en su visita al Brasil, Chile y El Salvador- pedir disculpas a esas naciones por las dictaduras implantadas en ellas, gracias a la Casa Blanca, durante las décadas de los 60 y los 70. Todas ellas patrocinadas por la CIA y armadas por el Pentágono.
Fueron miles de presos, exiliados, asesinados y desaparecidos, sin que el gobierno de los EE.UU. dijera una sola palabra de censura a los generales brasileños, a Pinochet y a los escuadrones de la muerte que, en El Salvador, asesinaron, en marzo de 1980, a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, y a seis sacerdotes jesuitas en noviembre de 1989.
¿La presidenta Dilma habrá hablado con Obama -que utilizó al Brasil como púlpito para decretar la guerra contra Libia- acerca de los cinco cubanos injustamente encarcelados en los EE.UU. desde 1998? Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González vivían en los Estados Unidos tratando de evitar actos terroristas contra Cuba, planeados en Miami. Gracias a los cinco -cuya trama describe Fernando Morais en un libro que será editado en los próximos meses- fueron abortadas casi unas 200 acciones terroristas. Y mientras tanto continúan libres en los EE.UU. los terroristas entrenados por la CIA y que, en las últimas décadas, cometieron 681 acciones contra Cuba, causando la muerte de 3.478 niños, mujeres y hombres, y lesiones permanentes a 2.099 personas.
¿No es violar los derechos humanos el usar la base naval de Guantánamo, en Cuba, como cárcel clandestina para supuestos terroristas? ¿Qué se hizo de la promesa de Obama de cerrar ese antro de perversiones? ¿Obama no tendría que enjuiciar a Bush, quien, en su autobiografía, admite haber autorizado torturas contra sospechosos de terrorismo? (Ver la denuncia del “Washington Post” del 15/10/2008).
¿Destituirá Obama de las Fuerzas Armadas a los militares responsables de secuestros de musulmanes sospechosos de terrorismo, llevados en vuelos clandestinos a través de aeropuertos europeos? ¿Llevará Obama al banquillo de los acusados a los culpables, en los EE.UU., de practicar el ‘waterboarding’, que consiste en someter a los prisioneros a un simulacro de ahogamiento”?
¿Y con qué cara hablaría el Brasil de derechos humanos en otros países si aquí suceden cerca de 40 mil asesinatos por año; si la policía civil de São Paulo acusa a grupos de exterminio formados por PMs de matar a 150 personas entre el 2006 y el 2010 (61% sin antecedentes criminales); y el Ministerio del Trabajo dio a conocer que hay cerca de 25 mil personas en régimen de trabajo esclavo.?
Con razón cuestiona Jesús: ¿Cómo te atreves a decirle al hermano: “Déjame que te saque la basura de tu ojo, cuando tú tienes un palo en el tuyo” (Mateo 7,4).

Traducción de J.L.Burguet.
- Frei Betto es escritor, autor de “Diario de Fernando. En las cárceles de la dictadura militar brasileña”, entre otros libros.

Fuente original: http://alainet.org/active/45539