sábado, 4 de agosto de 2012


         
Cambios en la estrategia militar de Estados Unidos


La Jornada...04/08/2012

A partir de la aplicación de la antropología en los afanes contrainsurgentes de Estados Unidos y de la presencia de científicos sociales como asesores en el terreno de las brigadas de combate de ese país en sus guerras neocoloniales, un numero creciente de profesionales de esta disciplina nos hemos dado a la tarea de estudiar la magnitud, características y consecuencias de este descomunal esfuerzo imperialista por mantener su hegemonía militar para salvaguarda de sus intereses económicos, corporativos y geoestratégicos en el mundo. Así, el colega antropólogo David Vine, quien prepara un libro en torno a las más de mil bases militares estadunidenses en 150 países (a las que hay que sumar las 6 mil bases internas), publicó el artículo La estrategia del nenúfar, que tradujo Rebelión (18/7/12), en el que informa sobre la transformación silenciosa que el Pentágono lleva a cabo de todo el sistema de bases militares fuera de territorio estadunidense, lo cual significa una nueva y peligrosa forma de guerra.Acorde con Vine, los militares estadunidenses aumentan la creación de bases en todo el planeta, que ellos llaman nenúfares (esas hojas o plantas que flotan en la superficie de las aguas y que sirven a las ranas para saltar hacia su presa) y que consisten en “pequeñas instalaciones secretas e inaccesibles con una cantidad restringida de soldados, comodidades limitadas y armamento y suministros previamente asegurados… Semejantes bases nenúfares se han convertido en una parte crítica de una estrategia militar de Washington en desarrollo que apunta a mantener la dominación global de Estados Unidos, haciendo más con menos en un mundo cada vez más competitivo, cada vez más multipolar”.
Chalmers Johnson, otro académico crítico de su gobierno y estudioso de estos temas, sostiene que “esta enorme red de establecimientos militares en todos los continentes, excepto la Antártida, constituye una nueva forma de imperio –un imperio de bases con su propia geografía que no parece que podría ser enseñada en una clase de una secundaria cualquiera. Sin comprender la dimensión de este mundo anillado de bases en el ámbito planetario–, uno no puede intentar comprender las dimensiones de nuestras aspiraciones imperiales, o el grado por el cual un nuevo tipo de militarismo está minando nuestro orden constitucional.” (“America’s Empire of Bases” en Tomdispatch.com)
Johnson plantea que la rama militar del gobierno estadunidense emplea a cerca de medio millón de soldados, espías, técnicos y contratistas civiles en otras naciones, y que esas instalaciones secretas, además de monitorear lo que la gente en el mundo, incluyendo los ciudadanos estadunidenses, están hablando, o enterándose del contenido de faxes y correos que se están enviando, benefician a las industrias que diseñan y proveen de armas a sus ejércitos. Asimismo, una tarea de esos contratistas es mantener a los uniformados miembros del imperio alojados en cuartos confortables, bien comidos, divertidos, y suministrados con infraestructura de calidad vacacional. Sectores enteros de la economía han venido a depender de los militares para sus ventas. Durante la guerra de conquista de Irak, Johnson informa que el Departamento de Defensa, mientras ordenaba una ración extra de misiles de crucero y tanques que disponían de municiones con uranio empobrecido, también adquirió 273 mil botellas de un bloqueador de sol que benefició a empresas de esos productos situadas en Oklahoma y Florida.
A diferencia de las grandes bases que parecen ciudades, como las que ocupan las fuerzas armadas en Japón y Alemania, los nenúfares son construidos con discreción, tratando de evitar la publicidad y la eventual oposición de la población local, informa Vine. Se trata de bases operativas pequeñas y flexibles, “más cerca de zonas de conflicto previstas en Medio Oriente, Asia, África y Latinoamérica… Los funcionarios del Pentágono sueñan con una flexibilidad casi ilimitada, la capacidad de reaccionar con notable rapidez ante eventos en cualquier parte del mundo, y por lo tanto algo que se acerque a un control militar total del planeta”.
En lo que toca a nuestra América, Vine señala que después de la expulsión de los militares de Panamá en 1999 y de Ecuador en 2009, el Pentágono ha creado o actualizado nuevas bases en Aruba y Curazao, Chile, Colombia, El Salvador y Perú. En otros sitios, el Pentágono ha financiado la creación de bases militares y policiales capaces de albergar fuerzas estadunidenses en Belice, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, y aun en Ecuador. En 2008, la armada reactivó su Cuarta Flota, inactiva desde 1950, para patrullar la región. Los militares pueden desear una base en Brasil y trataron infructuosamente de crear bases, supuestamente para ayuda humanitaria y de emergencia, en Paraguay y Argentina. No dudamos que una de las razones del golpe de Estado contra el presidente Lugo fue su negativa a instalar bases en territorio paraguayo.
Ahora que muchos científicos sociales han desterrado de la academia el uso de términos ideologizados como lucha de clases o imperialismo, por considerarlos demodé, destacó una conclusión clave del colega Johnson en lo que toca a la expresión militar de este último concepto: Hace algún tiempo, se podía trazar la expansión del imperialismo contando las colonias. La versión estadunidense de la colonia es la base militar. Siguiendo la política de cambio global de bases, se puede aprender mucho acerca de nuestra cada vez mayor posición imperial y del militarismo que crece en su vértice. El militarismo y el imperialismo son hermanos siameses unidos por la cadera.
¿Cuando será el siguiente salto de la rana desde el nenúfar más próximo a la presa?
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/08/03/index.php?section=opinion&article=023a1pol

viernes, 3 de agosto de 2012


         
El ingreso de Venezuela al Mercosur y su impacto geopolítico


Rebelión...03/08/2012

Con un acto realizado en Brasilia, quedó ayer formalizado el ingreso de la República Bolivariana de Venezuela como miembro pleno del MERCOSUR (Mercado Común del Sur), seis años después del pedido del gobierno de Chávez para integrar el bloque. La llegada de Venezuela al MERCOSUR –que ahora se convierte en la quinta economía a escala mundial- se da luego de la suspensión de Paraguay en el organismo, tras el golpe “institucional” llevado adelante por Federico Franco. Fue justamente el parlamento paraguayo que separó del Ejecutivo a Fernando Lugo el mismo que mantuvo trabado el ingreso de Venezuela al MERCOSUR durante años, luego de que los diputados y senadores de Uruguay, Argentina y Brasil votaran a favor del ingreso del mismo. 
En el discurso de ayer de Hugo Chávez se encuentran algunas explicaciones de la potencialidad que este ingreso tiene para Venezuela. Al decir del presidente venezolano “uno de nuestros grandes objetivos es transformar el modelo económico nacional. A Venezuela le fue impuesto un modelo en los últimos cien años. Algunos lo llaman el modelo rentístico petrolero, otros el modelo monoproductor petrolero, otros la colonia petrolera, la factoría petrolera, pero bueno, ese es el papel que nos asignaron los poderes hegemónicos mundiales durante todo el Siglo XX. Y como siempre yo lo recuerdo: no hubo un solo gobierno en Venezuela, desde comienzos del Siglo XX hasta comienzos del Siglo XXI –es decir, en cien años-, que hubiese pretendido, de alguna manera, a veces incluso muy tímidamente, desarrollar un proyecto nacional, un proyecto independiente, que no fuese derrocado. Todos fueron derrocados, incluyendo nuestro gobierno, sólo que por tres días, gracias a la respuesta popular venezolana”.
El impacto geopolítico en la coyuntura de América Latina. 
En el ingreso de Venezuela al MERCOSUR, más allá del eje económico, hay un indudable impacto geopolítico que no debería pasar inadvertido para nadie, tras el reciente golpe “institucional” consumado en Paraguay, el golpe en Honduras en 2009, y los intentos recientes de desestabilización en Bolivia y Ecuador. En todos estos casos ha habido, por parte del imperialismo norteamericano, un marcado intento de retomar la iniciativa en Nuestra América luego de la derrota de Mar del Plata 2005, cuando los pueblos (y gobiernos, salvo excepciones) latinoamericanos frenaron el ALCA.
Producto de este “volver a la carga” que EEUU se ha autoimpuesto en su otrora “patio trasero”, se han dado en el continente una nueva serie de Tratados de Libre Comercio –Perú, Colombia y México, entre otros- , y un desembarco estremecedor de bases militares norteamericanas en nuestros territorios (así, por ejemplo, sólo 2 semanas después de perpetrado el golpe “institucional” en Paraguay, apareció la amenaza de colocar una nueva base militar estadounidense en territorio paraguayo, frente al “peligro” de Bolivia). 
Sin embargo, luego de consumada la farsa en Paraguay –con un “juicio político” express que no permitió la defensa de Lugo- EEUU, confiado, no llegó a preever lo que estaba por suceder en Mendoza. Paraguay era suspendido como miembro del MERCOSUR, y se anunciaba el ingreso próximo de Venezuela al bloque, lo que finalmente sucedió ayer en Brasilia. De esta forma, tal como afirma en una reciente nota de opinión el politólogo argentino Atilio Borón, la diplomacia norteamericana sufría una categórica derrota, sólo comparable a la de 2005 en Mar del Plata. El plan de Bush en su momento, y de Obama en la actualidad, consistía (y consiste) en aislar al gobierno de Hugo Chávez de cara al resto de los Jefes de Estado del continente, intentando desestabilizar a uno de los procesos de cambio más radicales a escala mundial.
Sobre integraciones: ALBA, UNASUR, CELAC, MERCOSUR 
Llegados a este punto, hay que aclarar que el MERCOSUR no es la panacéa del cambio social en Nuestra América ni mucho menos. De hecho, como bien afirma Borón, los acuerdos que originaron al tratado reflejaron la hegemonía ideológica del neoliberalismo en aquel entonces –la Declaración de Foz de Iguazú firmada por Raúl Alfonsín y José Sarney en 1985 y, años después, el Tratado de Asunción, fechado en 1991, dan cuenta de ello- . Sin embargo, también hay que decir que con la llegada de la oleada de gobiernos “post neoliberales”, y sobre todo con el despliegue del ALBA, UNASUR y, recientemente, CELAC, el MERCOSUR ha tenido que virar respecto a sus posiciones iniciales.
En este sentido, la llegada de Venezuela al bloque, no implica menosprecio alguno respecto al ALBA, UNASUR o CELAC. De hecho, durante el proceso de conformación de la CELAC, durante 2011, diversos analistas internacionales habían afirmado la cercanía del fin del ALBA como proyecto de integración, y su reemplazo por la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, como superación a la misma. Esto jamás sucedió, porque Venezuela y Cuba, principales gestores de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, diferencian claramente alineamientos de índole táctica y estratégica. Así, se privilegia en la situación actual un avance objetivo como el que se ha dado ayer en Brasilia, sin dejar caer otros proyectos de integración con mayor radicalidad y confrontación con el capital, en momentos que la crisis internacional sacude al mundo entero.
Octubre y la unidad latinoamericana 
Las próximas elecciones en Venezuela serán de crucial importancia para el futuro de la integración de nuestro continente: un hipotético triunfo de Capriles en Octubre pondría en jaque las diversas instancias que los gobiernos post neoliberales se han dado de 2005 a esta parte. Como contraparte, un nuevo triunfo de la Revolución Bolivariana –lo que se prevé en la mayor parte de las encuestas que se han hecho públicas- dotaría de vigorosidad (y radicalidad) a los mismos, colocando a Venezuela a la vanguardia indiscutida de la integración de nuestros países, en pos de desarrollar un efectivo desarrollo autónomo a nivel económico y político. 
A juzgar por lo acontecido en Brasilia ayer, el imperialismo no debería festejar de antemano.

miércoles, 1 de agosto de 2012


           
Por fin la Venezuela bolivariana entra al Mercosur como un par


laarena.com.ar...01/08/2012

Hoy culmina una larga búsqueda del presidente venezolano Hugo Chávez para sumarse en pie de igualdad al Mercado Común del Sur, fundado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Su ingreso estaba demorado desde 2006.

Las autoridades de Venezuela habían expresado su simpatía con ese bloque desde apenas comenzado el ciclo de Chávez, concurriendo como "invitado" a las reuniones de los cuatro presidentes. 

Los cambios progresistas en Latinoamérica fueron generando mejores condiciones, por lo que el 4 de julio del 2006 se firmó en Caracas el protocolo de adhesión de Venezuela al Mercosur. Ese mismo mes y año el bolivariano fue invitado de lujo, junto a Fidel Castro, a la cumbre de presidentes celebrada en Córdoba.

Junto a la buena onda con Néstor Kirchner y Lula da Silva, pareció que tal sumatoria sería cuestión de días. Lamentablemente no fue así de fácil ni de rápido. Los núcleos conservadores del Senado de Brasil, no siempre obedientes a la política de Lula, y los aún más retrógrados de la Cámara de Paraguay, donde el presidente Nicanor Duarte Frutos no se desvivía por tal ingreso, fueron poniendo piedras en el camino.

Admisión y respeto.

Hubo coyunturas donde pareció que Caracas, enojada con el trámite de nunca acabar, podía retirar su pedido de admisión. Eso ocurrió a mediados de 2007, cuando el Senado brasileño reclamó públicamente a Venezuela, a favor de la golpista cadena RCTV (Radio Caracas TV), a la que no se le había renovado la licencia.

Frente a la injerencia en asuntos de Venezuela, acusada injustamente de "muy autoritaria" en relación a los medios de comunicación, Chávez puso en su lugar al Senado brasileño. Y eso, lamentablemente, le provocó un petit enfrentamiento con su amigo Lula, quien se consideró obligado a pedirle "respeto" por las instituciones brasileñas.

En julio de 2007, Chávez y su vicepresidente Jorge Rodríguez, emplazaron al Mercosur para que en tres meses le dijeran que sí o en caso contrario retirarían tal pedido. Por esos días el bolivariano estaba de gira por Rusia e Irán. En cambio Lula visitaba a México y países centroamericanos para interesarlos en la producción de bioetanol, pensando en abastecer el mercado estadounidense, tal como lo había conversado con George W. Bush de visita en Brasilia. 

Esos alineamientos políticos de los presidentes de Venezuela y Brasil explicaban en parte las diferencias habidas para afiliar al nuevo socio. Por suerte las cosas cambiaron. Chávez no retiró la solicitud, vencido el plazo trimestral. Lula tomó distancia de EEUU. Y, esto hay que remarcarlo, el presidente Kirchner influyó en unos y otros para que se pisara el acelerador y Venezuela llegara a la meta. Logró que Duarte Frutos pidiera al Senado guaraní que dejara de jorobar con las trabas. El momento más crítico se fue diluyendo y el ingreso tomó forma.

Para mejor. 

Esas gestiones favorables de Kirchner y Lula, y luego de Cristina Fernández y Lula, más su continuadora Dilma Rousseff, por supuesto que influyeron y mucho en el resultado final. 

Incluso hubo cambios en los gobiernos de los otros dos socios que también pusieron lo suyo. Por ejemplo, desde 2008 estuvo en el Palacio de López un ex obispo bastante timorato pero mucho mejor que Duarte Frutos: Fernando Lugo. Aunque no se pudo vencer la resistencia del Senado de ese país, la misma quedó aislada a los legisladores más recalcitrantes. 

También fue para mejor que en Montevideo asumiera José Mujica en vez de Tabaré Vázquez. Este tuvo políticas conciliatorias con Washington, los TLC e incluso exploró qué clase de ayuda militar podía tener desde el Norte si escalaba el conflicto con Argentina por las pasteras.

Mujica tuvo un papel muy importante en la cumbre del Mercosur, en Mendoza, donde se determinó por fin la apertura de molinetes para el ingreso de Venezuela.
Esa política regional y la consiguiente diplomacia, tantas veces criticada, pusieron algo más que un granito de arena para el resultado positivo.

Chávez se lo ganó.

Sin embargo, hay que decir que Chávez se ganó la membresía con su política de amistad, comercio, integración y solidaridad no sólo con los miembros del bloque comercial del Sur sino con las otros 32 naciones que fundaron la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en diciembre pasado.

Por ejemplo, en los primeros años del gobierno de Kirchner, el comercio bilateral se expandió más de un 400 por ciento, sobre todo por las importaciones venezolanas de leche en polvo, alimentos, maquinaria, tractores, autos y una larga lista de productos argentinos. Otro tanto con Brasil.

Además, cada vez que Argentina necesitó de Venezuela, tuvo la respuesta adecuada, tanto si se trataba de comprar títulos por miles de millones de dólares ante falta de financiamiento internacional, de enviar barcos con combustible en coyunturas de carencias eléctricas o de brindar solidaridad en relación a Malvinas.

Aún los mal pensados puedan decir que con eso estaba tratando de comprar a los senadores paraguayos, lo cierto es que Caracas siguió proveyendo petróleo a Asunción. La resolución de Mendoza del Mercosur aclaró que esa ayuda y otras (como la colaboración oftalmológica de Cuba) seguirían beneficiando al país, porque una cosa son sanciones a un gobierno golpista y otra perjudicar a la población.

Con los Tratados de Seguridad Energética firmados con Tabaré Vázquez en 2008, Caracas le aseguró a Uruguay provisión energética durante un siglo. Pactos similares firmó con Ecuador y Bolivia (Petroandina), con Nicaragua y países centroamericanos y caribeños (Petrocaribe), con la cubana Cupet, e insistió con proyectos integradores ambiciosos como el Banco del Sur y el Gasoducto del Sur, donde hubo inconvenientes y reticencias de Brasil.

Dejar afuera a Chávez era una injusticia más alta que los Andes.

Resoluciones. 

En materia petrolera, el bolivariano también suscribió en 2008 compromisos con su colega argentina, para la colaboración de Pdvsa con Enarsa. Lástima que en esos tiempos la política kirchnerista en petróleo y gas pasaba por su luna de miel con Repsol y multinacionales. Tuvieron que pasar otros cuatro años para que se decidiera la nacionalización del 51 por ciento de YPF.

Como se consignó, la 43º reunión del Mercosur en Mendoza, el 29 de junio pasado, tomó dos resoluciones. Por un lado separó momentáneamente a Paraguay, donde se había producido el golpe de Estado parlamentario. Y por el otro resolvió a favor de la sumatoria de Venezuela.

La derecha argentina y latinoamericana lamentó las dos decisiones, porque para esta franja extrema no había tal golpe en Asunción y, además, al faltar Paraguay tampoco debía decidirse la incorporación mencionada. Venezuela debía seguir como asociado, junto a Ecuador, Chile y Perú.

Ese fue el punto de vista del PRO de Mauricio Macri. Su referente legislativo Federico Pinedo criticó lo resuelto en Mendoza. "La suspensión de Paraguay no permite reemplazar su soberanía", dijo, en defensa del golpista Federico Franco. Pinedo mintió sobre Chávez, al decir que éste "tampoco cumple con la cláusula democrática por sus ataques a la prensa libre y otras libertades democráticas básicas" requeridas a Paraguay.

La derecha sufre.


A la derecha regional el tiro le salió por la culata con el golpe expréss de Franco contra Lugo, pues Paraguay quedó suspendido hasta que haya un gobierno democrático surgido de elecciones. Y encima, con esa silla vacía, por unanimidad de Cristina Fernández, Rousseff y Mujica se votó el fin del calvario chavista.

En diciembre de 2011 se había hecho una reunión del Mercosur en Montevideo y a pesar de las propuestas de esos tres presidentes, tal incorporación no fue posible. Paradojalmente, el mismo Lugo no quiso votarla bajo la presión de que en su país la derecha podía hacerle un "juicio político". Vaya si se equivocó: con esas concesiones políticas, esa alianza de neoliberales, colorados, oviedistas y demás conservadores, más Monsanto, sojeros y las multinacionales, con auspicio de la embajada de EEUU, terminaron dándole un golpe en 48 horas, sin derecho a la defensa.

Esa derecha alineada con la administración Obama se congratulaba de la frustrante cita montevideana de diciembre de 2011. El ex banquero y ex representante menemista ante la ONU, Emilio Cárdenas, publicó en "La Nación" (22/12/11) una de sus habituales columnas. "El intento de Mujica de diseñar un mecanismo alternativo que permita el rápido ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercosur ha fracasado", celebraba. "Venezuela -que en esto está "en espera" desde hace trece años y formalmente desde el 2006- seguirá por ahora en esa incómoda condición. Lo cierto es que se ha respetado lo dispuesto por el Tratado, que es ley para todos. Lo que cabe aplaudir", se congratulaba Cárdenas. 

Hoy será un mal día para el ex banquero y la máquina de impedir "made in USA".

Fuente: http://www.laarena.com.ar/opinion-por_fin_la_venezuela_bolivariana_entra_al_mercosur_como_un_par-79536-111.html

martes, 31 de julio de 2012


EEUU
El avance del estado policial y la ausencia de oposición de masas


Rebelión...31/07/2012

Introducción
Uno de los sucesos de mayor significado político en la historia reciente de EE.UU. ha sido el avance del estado policial y la ausencia de prácticamente cualquier tipo de oposición. A pesar del amplio incremento de los poderes policiales de la rama ejecutiva del gobierno, del extraordinario crecimiento de una panoplia de agencias represivas con cientos de miles de empleados, enormes presupuestos públicos y secretos y una vasta gama de vigilancia policial, incluyendo el monitoreo de más de 40 millones de ciudadanos y residentes de EE.UU., no ha surgido un movimiento de masas democrático que confronte al poder y sus prerrogativas, y proteste contra el accionar del estado policial.
A principios de la década del 50, cuando junto a las purgas macartistas , se implementaron restricciones a la libertad de expresión, juramentos obligados e investigaciones tipo "caza de brujas" llevadas adelante por el Congreso contra funcionarios, figuras culturales, intelectuales, académicos y sindicalistas, estas medidas provocaron un amplio debate público y protestas , e incluso resistencia institucional. Hacia fines de la década del 50, hubo protestas masivas en las audiencias públicas del Comité de Actividades Antiestadounidense ( House Un-American Activities Committee -HUAC) en San Francisco (1960) y en otras partes . Surgieron importantes movimientos por los derechos civiles en oposición a la segregación racial del Sur, a la complicidad del gobierno federal y los escuadrones de la muerte de los terroristas raciales del Ku Klux KLAN (KKK). El movimiento por la libertad de expresión de Berkeley (1964) fue la chispa a partir de la cual surgieron demostraciones masivas en todo el país contra los gobiernos autoritarios de las universidades.
Los movimientos de masas en defensa de los derechos civiles y de las libertades democráticas se opusieron al estado policial incubado durante los primeros años de la Guerra Fría.
Un factor clave para entender el surgimiento de los movimientos de masas por las libertades democráticas fue la fusión con amplios movimientos sociales y culturales: las libertades democráticas conectadas a l a lucha por la igualdad racial. L a libertad de expresión era nec esaria para organizar el movimie nto de masas contra las guerras imperiales de EE.UU. en Indochina y la rampante segregación racial; para acabar con la "caza de brujas" llevada adelante por el Congreso y las purgas, esto abrió la esfera cultural a nuevas voces críticas y revitalizó a los sindicatos y las asociaciones profesionales. Todo esto t uvo una importancia cr ucial en la defensa de los arduamente ganados derechos y avances sociales de los trabajadores.
Frente a la oposición masiva, muchas de las tácticas públicas del estado policial de la década del 50, se hicieron encubiertas; la violencia policial selectiva aplicada contra individuos reemplazó a las purgas masivas. Los movimientos populares prodemocráticos fortalecieron a la sociedad civil y las audiencias públicas expusieron y debilitaron el aparato del estado policial pero no lo destruyeron. Sin embargo, desde principios de los 80 hasta el presente, especialmente en los últimos 20 años, el estado policial ha experimentado un crecimiento drástico, penetrando todos los aspectos de la sociedad civil sin una oposición de masas sostenida, ni siquiera esporádica.
La pregunta es : ¿Por qué el estado policial ha crecido, e incluso sobrepasado los límites de los periodos de represión previos, y no ha provocado hasta la fecha ninguna oposición de masas sostenida? Esto marca un contraste con los movimientos prodemocráticos amplios de mediados-fines del siglo XX. La existencia de un aparato del estado policial masivo y en expansión está más allá de cualquier duda: solo hay que mirar los récords de personal (tantos de las agencias públicas como de los contratistas privados), los enormes presupuestos y la gama de agencias involucradas en el espionaje interno de decenas de millones de ciudadanos y residentes de EE.UU. El alcance y la profundidad de las medidas tomadas por el estado policial incluyen detenciones arbitraria s, interrogatorios , emboscadas y confección de listas negras con cientos de miles de ciudadanos. Mediante órdenes presidenciales ( fiats ) se estableció el contexto para el asesinato de ciudadanos y residentes de EE.UU., y el establecimiento de tribunales militares y campos de detención y apropiaci ones de propiedad privada.
A pesar de estas graves violaciones del orden constitucional y la continúa erosión de las libertades democráticas, no hubo movimientos masivos contra la "seguridad nacional", ni movimientos por la libertad de expresión en las universidades. Solo se escuchan las voces aisladas y valientes de los activistas y organizaciones especializadas en las libertades civiles y en defensa de las garantías constitucionales , quienes protestan y llevan ade lante juicios legales contra los abuso s , pero que carecen de un amplio apoyo de masas, y que además no reciben ningún tipo de cobertura por parte de los medios.
Para referirnos a este tema de la inactividad de las masas ante el avance el estado policial, vamos a tratar el tema desde dos perspectivas.
Vamos a describir cómo los organizadores y agentes han estructurado el estado policial y cómo han neutralizado las respuestas de las masas.
Luego analizaremos el "significado" de la ausencia de actividad, desplegando varias hipótesis sobre los motivos y actitudes subyacentes de la "masa pasiva" de ciudadanos.
Los círculos concéntricos del estado policial
Mientras el alcance potencial de las agencias del estado policial cubre a la totalidad de la población de EE.UU., de hecho opera sobre la base de "círculos concéntricos". El estado policial es percibido y experimentado por la población de EE.UU. según su grado de participación en la oposición crítica del estado policial. Mientras que el estado policial teóricamente afecta a todos, en la práctica opera mediante una serie de círculos concéntricos. El "grupo del núcleo " de aproximadamente varios millones de ciudadanos es el sector expuesto a la mayor persecución policial. Entre ellos se hallan los ciudadanos más activos y críticos, especialmente aquellos que la policía identifica como asociados religiosos y étnico s de los enemigos extranjeros declarados, de los críticos y de los supuestos "terroristas". Ellos incluyen a inmigrantes y ciudadanos originarios de Arabia Saudita, Persia, Pakistán, Afganistán y Somalia, al igual que estadounidenses convertidos a la religión islámica.
El control basado en el perfil étnico y religioso es rampante en todos los centros de transporte (aeropuertos, estaciones de buses y trenes y en las carreteras). Las mezquitas al igual que centros islámicos de caridad y otras instituciones están bajo constante vigilancia y son objeto de allanamientos, detenciones e incluso de asesinatos al estilo israelita.
El " segundo grupo del núcleo " , blanco de ataque del estado policial, incluye afroamericanos, h ispanos y activistas por los derechos de los inmigrantes ( algunos millones de personas). Contra e llos se realizan redadas arbitrarias masivas y detenciones por tiempo ilimitado sin juicios al igual que deportaciones masivas e indiscriminadas.
Después de los grupos del núcleo se halla el " círculo interno " , que incluye a millones de ciudadanos y residentes de EE.UU., que han escrito o hablado críticamente de la política de EE.UU. e Israel en el Medio Oriente, que han expresado solidaridad con el sufrimiento del pueblo palestino, que se han opuesto a las invasiones de Irak y Afganistán o que han visitado países o regiones opuestas al imperialismo estadounidense (Venezuela, Irán, Sur del Líbano, Siria, la Franja Occidental y de Gaza, etc.) Cientos de miles de estos ciudadanos tienen sus teléfonos, correo y comunicaciones de internet bajo vigilancia; han sido objeto de controles especiales en los aeropuertos, se le ha negado el pasaporte, han recibido "visitas" y han sido encubierta y abiertamente incluidos en listas negras en sus sitios de trabajo, incluyendo universidades y escuelas.
Los activistas involucrados en libertades civiles, abogados y profesionales, izquierdistas que participan en actividades antiimperialistas, prodemocráticas y contra el estado policial están fichados como "terroristas políticos" en el laberinto de datos recolectados por el estado represivo. Los movimientos ambientalistas y sus activistas reciben la calificación de terroristas potenciales, y sus familias son objeto de hostilidad policial y "visitas" atemorizantes.
El " círculo externo " incluye líderes y activistas comunales, religiosos, cívicos y sindicales que en el curso de sus actividades interactúan con , o expresaron apoyo a , los grupos del núcleo o del círculo interno y las víctimas de las violaciones del debido proceso. El "círculo externo" abarca algunos millones de ciudadanos "fichados" como "personas de interés", lo que puede implicar la vigilancia del correo electrónico y "chequeos" periódicos de sus peticiones y otras apelaciones.
Estos "tres círculos" son los blancos centrales de ataque del estado policial, abarcando más de 40 millones de ciudadanos estadounidenses e inmigrantes -que no han cometido ningún delito. Por ejercer sus derechos constitucionales, son objeto de varios grados de represión y ataques por parte del estado policial.
El estado policial, sin embargo, posee "límites fluidos" con respecto a quién espiar, a quién arrestar y cuando -dependi endo en cualquier situación que genere sospechas o deseos de ejercitar el poder o de complacer a sus superiores en un momento dado.
La clave de las operaciones del estado policial en EE.UU. en el siglo XXI es la represión de los ciudadanos prodemocráticos y la anulación de cualquier movimiento de masas sin que ello afecte el sistema electoral , que provee el teatro político y la legitimidad. Los límites del estado policial sirven para garantizar que los ciudadanos tendrán solamente la opción de votar por dos partidos a favor del estado policial , por legisladores y ejecutivos, sin tener en cuenta el accionar, las c ondiciones ni las reivindicaciones de las víctimas, los críticos y los activistas del núcleo, del círculo interior y del exterior. Las frecuentes redadas, los duros castigos públicos "ejempla res" y la estigmatización proveniente de los medios de comunicación masivos transmiten un mensaje a la masa pasiva de votantes y de no-votantes que las víctimas de la represión "deben haber hecho algo equivocado" para ser objeto de la represión.
La clave de la estrategia del estado policial es evitar que los críticos tengan una base de apoyo masiva, legitimidad popular o aceptación pública. El estado y los medios baten el tambor constante del mensaje de que las "causas" de los activistas no son nuestras causas (estadounidenses, patriotas); que las actividades democráticas de ellos impiden nuestras actividades electorales; que sus vidas, posturas y experiencias no se conectan con nuestras asociaciones laborales, barriales, deportivas, religiosas y cívicas. El grado en el que el estado policial ha "cercado" a los círculos de activistas democráticos les ha permitido tener las manos libres para profundizar y extender las fronteras del estado autoritario. El grado en que el pensamiento y la presencia del estado policial ha penetrado la conciencia de las masas de la población de EE.UU. les ha permitido crear una barrera poderosa para s eparar el descontento privado d el accionar público.
Hipótesis de la complicidad y permisividad de las masas con el estado policial
Si el estado policial es el factor dominante de la vida política de EE.UU., ¿por qué no es el factor central de preocupación de los ciudadanos? ¿Por qué no hay movimientos populares democráticos? ¿Cómo es que el estado policial ha tenido tanto éxito en "cercar" a los activistas con respecto a la vasta mayoría de ciudadanos? Después de todo, otros países en otras épocas se enfrentaron a regímenes incluso más represivos y sin embargo los ciudadanos se rebelaron. En el pasado, a pesar de la llamada "amenaza soviética", emergieron movimientos democráticos en EE.UU. e incluso hicieron retroceder a un estado policial en expansión . ¿Por qué hoy la invocación de una "amenaza islámica terrorista" externa parece desarticular a los ciudadanos?
No existe una explicación simple sobre la pasividad de los ciudadanos de EE.UU. frente al avance omnipotente del estado policial. Los motivos son complejos y cambiantes , y resulta adecuado examinarlos en detalle.
Una explicación de la pasividad es que precisamente el poder y omnipresencia d el estado policial han generado un profundo miedo, especialmente entre las personas con obligaciones familiares, vulnerabilidad laboral y un grado de compromiso moderado con las libertades democráticas. Este grupo de ciudadanos es conciente de casos en los que el poder policial afectó a ciudadanos que estaban involucrados en actividades de crítica, que perdieron sus empleos y sufrieron otras pérdidas, y no están dispuestos a sacrificar su seguridad y el bienestar de sus familias por lo que visualizan como una "causa perdida" -un movimiento que carece de una base popular sólida y que tiene muy poco apoyo institucional. Este sector solamente expresó su apoyo transitorio cuando la protesta contra el rescate de Wall Street y el movimiento "Ocupar Wall Street " contra el "1%" alcanzaron su pico . Pero cuando desde la presidencia se consumó el rescate de los bancos y el estado policial aplastó al movimiento "Ocupar", el miedo y la cautela llevaron a muchos simpatizantes a retirarse tímidamente de regreso a la pasividad.
La segunda razón de la "permisividad" entre una parte sustancial del público se d ebe a que este tiende a apoyar a l estado policial, debido a su postura de aceptación de la ideología antiterrorista y a un virulento racismo antiárabe y antiislámico, alimentado en gran parte por los influyentes sectores generadores de o pinión a favor de Israel. El miedo y el desprecio de los musulmanes, cultivado por el estado policial y los medios de comunicación masivos, fue un eje central del mensaje de la etapa posterior al 11 de septiembre difundido por el Departamento de Seguridad Nacional ( Homeland Security -HS) y las guerras seriales de Israel contra sus adversarios, i ncluyendo Irak, Líbano, Libia, ahora Siria, y los planes contra Irán. El apoyo activo al estado policial alcanzó el punto más alto durante los cinco años posteriores al 11 de septiembre y luego disminuyó con la crisis económica generada por Wall St ., el aumento del desempleo y los fracasos de las políticas gubernamentales que incrementaron las preocupaciones sobre el futuro económico del estado policial. Aún así, al menos un tercio del electorado conti núa apoyando al estado policial, independientemente de que lo juzguen "correcto o equivocado". Creen firmemente que el estado policial les garantiza su "seguridad", que los sospechosos, los detenidos y los que están siendo vigilados "deben haber hecho algo ilegal". Los partidarios más fervorosos del estado policial se hallan entre los grupos antiinmigrantes que defienden las redadas masivas, las deportaciones en masa y el incremento del poder policial a expensas de las garantías constitucionales.
La tercer a razón posible para la permisividad frente al estado policial es la ignorancia : millones de ciudadanos de EE.UU. no tienen una idea clara del tamaño, del alcance ni de las actividades del estado policial. Su actitud práctica los lleva a pensar que "si yo no fui afectado, no debe existir". Imbuidos en la vida cotidiana, ganándose la vida, disfrutando del tiempo libre, de los entretenimientos, deportes, familia, vecindario y solamente preocupado s por el presupuesto familiar... Esta masa está tan imbuida en su micro-mundo personal que considera a los temas macro-económicos y políticos -generados por el estado policial- como "distantes", fuera de su órbita de interés y de su experiencia. "No tengo tiempo", "No sé lo suficiente", "Tod o es 'político' "... El extendido apoliticismo del público estadounidense es un factor en la actitud de ignorar a l monstruo que creció en su seno .
Paradójicamente, mientras que ha crecido la preocupación y el descontento pasi vo con respecto a la economía, han disminuido tanto el apoyo como la oposición al estado policial. En otras palabras el estado policial florece mientras que el descontento popular se enfoca cada vez más en las instituciones económicas estatales y sociales. Muy pocos, casi ninguno, de los líderes políticos contemporáneos educan a su electorado haciendo la conexión entre el avance del estado policial, las guerras imperiales y Wall Street con los temas económicos cotidianos que afectan a la ciudadanía. La fragmentación de los temas, la separación de lo económico y lo político y el divorcio entre las preocupaciones políticas y las individuales, permiten que el estado policial permanezca "arriba y por encima" de la conciencia popular, de sus preocupaciones y actividades.
El miedo propagado desde el estado , que bat e los tambores de la guerra a favor del estado policial es amplificado y popularizado por los medios comerciales diariamente , mediante las "noticias" de propaganda, los programas de detectives "antiterroristas", varias décadas de cine de Hollywood antiárabe, películas con fobia s hacia todo lo que sea musulmán. Ha tenido mucho éxito la manera en la que los medios de comunicación masivos representan las violaciones de los derechos democráticos c ometidas por el estado policial: son normales y necesarias en un medio infiltrado por terroristas musulmanes , en el que los "liberales" irresponsables (defensores del debido proceso y de los Derechos del Hombre) son una amenaza para la seguridad nacional.
Ideológicamente, el estado policial se asienta sobre la base de que la mayoría silenciosa identifique los poderes policiales con la "seguridad nacional", aun cuando esto cre e una profunda inseguridad en una minoría activa y crítica. La identificación beneficiosa de la "nación" y la "bandera" con el aparato del estado policial es especialmente notoria durante los espectáculos masivos, en los que el rock y los deportes mezclan el entretenimiento de masas con solemnes juramentos de respeto al estado policial con llamativas mujeres jóvenes cantan do el himno nacional con gran histrionismo ante estruendosos aplausos. Los "guerreros" heridos y los soldados rígidos en sus uniformes de gala hacen la venia de saludo a enormes banderas, mientras que se difunde el mensaje de que el estado policial complementa internamente la labor de nuestros "hombres y mujeres en uniforme" en el exterior. El estado policial es presentado como una extensión patriótica de las guerras externas , y como tal, exige una restricción "necesaria" de la oposición, de la crítica y de cualquier defensa del derecho a la libertad por parte de los ciudadanos .
Conclusión: ¿Qué hacer?
El avance del estado policial se ha beneficiado enormemente con la falsa despolitización bipartidaria de la legislación represiva, y con la fragmentación entre las luchas socio-económicas y el disenso democrático. Los movimientos contra la guerra de principios de la década del 90 y del 2001-2003 fueron desgastados (vendidos) por la de serción de los líderes que se pusieron al servicio de la maquinaria del Partido Demócrata y de la agenda electoral. El masivo movimiento de los inmigrantes fue cop ado por los oportunistas méxico - americanos del Partido Demócrata liderado por el Presidente Obama , quien incrementó la represión del estado policial contra los inmigrantes, deportando a millones de trabajadores latinos y sus familias.
La experiencia histórica nos enseña que un lucha exitosa contra un estado policial emergente depende de la unión entre las luchas socio-económicas que representen a los ciudadanos masivamente y los movimientos democráticos, pro -derechos civiles de las clases medias. La profundización de la crisis económica, los recortes salvajes en las condiciones de vida y de trabajo y la lucha para salvar los programas sociales "sagrados" (Seguro Social y Medicare) tienen que estar ligada a la expansión del estado policial. Un movimiento masivo por la justicia social, que una a los miles de activistas de Wall Street , los millones pro -Medicare, Seguro Social y Medicaid con los cientos de miles de trabajadores inmigrantes se enfrentará inevitablemente con el inflado estado policial. La libertad es esencial en la lucha por la justicia social y la lucha masiva por la justicia social e s lo único que hará retroceder a l estado policial. La esperanza es tá depositada en que el sufrimiento económico de las masas prend a la chispa de la actividad, la que a su vez, desp ierte la conciencia sobre el peligroso crecimiento del estado policial. Un entendimiento masivo de esta conexión será esencial para cualquier avance del movimiento por la democracia y el bienestar popular en EE.UU. y por la paz en el exterior.
Traducido por Silvia Arana para Rebelión