viernes, 12 de marzo de 2010

LAS FUENTES DE COMUNICACIÓN Y ENERGÍA NO FUNCIONARON. NI EXISTÍA UN PLAN LOCAL NI TAMPOCO NACIONAL PARA ELLO.

CHILE
El terremoto y el país donde nos "mandamos" solos

Rebelión...12/03/2010


Después del terremoto y maremoto en Chile que dejó impresionado a mucho más de medio mundo, lo que no debería ser motivo de orgullo, las secuelas y lo que ha develado material y humanamente este sismo nos deja desolados. Nadie se pudo comunicar con nadie porque la comunicación se trata como un asunto instrumental propia de la racionalidad neo liberal que nos gobierna; no hubo liderazgo desde el sector público ni respuesta eficiente del privado; y trágicamente se devela una crisis social escondida en el simulacro discursivo del desarrollo y las modernizaciones. Ahí están, para exhibirla a todo el mundo, desigualdad social extrema y desintegración social. A estos 4 aspectos apunta esta reflexión desde el desastre que cambió a Chile.

El fenómeno natural como tal fue devastador y extensísimo, comprendió algo más de 600 kms de extensión de tierra y mar en el centro – sur de Chile, deja ya 800 muertos, miles de heridos, decenas de desaparecidos, pueblos y ciudades destruidas, edificios, puentes, caminos y casas destrozados, todo en no más de 40 minutos, entre el terremoto y el Tsunami.

Pero la respuesta del estado chileno, de las empresas e instituciones privadas a este golpe de la naturaleza nos deja aun mas anonadados. Esto es posible deducirlo de lo que dicen las cientos de noticias, entrevistas, artículos, imágenes, y de la propia experiencia en el sismo. No había plan de contingencia para algo así, y si lo había, no se implemento pues el impacto del gran sacudón lo dejo caduco al instante. Tampoco parece haber habido una capacidad de reacción de los recursos humanos y expertos del estado y el sector privado, tan poderoso este ultimo que ya controla más del 70% de la economía ¿Por qué este desastre después del desastre? Parece ser que todos quedamos solos, abandonados a nuestra suerte, pobres individuos aislados los unos de los otros. La Presidenta declara el 3 de marzo a Radio Cooperativa y la TV que ni ella misma se podía conectar desde su celular con ‘alguien’ del gobierno, de la ONEMI, etc. ¿Qué se podía esperar para los demás mortales?

Dramáticamente la naturaleza mostro que la cuestión de las comunicaciones no tiene en lo básico que ver con sofisticados aparatos, si bien teléfonos satelitales habrían sido de utilidad. El problema principal de las comunicaciones parece tener que ver con que no estamos conectados como sociedad, entre las instituciones y organizaciones, al menos en estos casos de emergencia. En otras palabras, no hay una cuestión básica en la idea de comunicación: una estructura de redes bajo un plan – en este caso de contingencia - una infra estructura, una logística, todo bajo una unidad básica que debió partir desde lo que funciona cuando no hay ni lo mas imprescindible, agua y electricidad, y tampoco combustible. El plan debió partir en cómo encontrarnos en la oscuridad incluso bajo un plan de encuentro a pie, desde unidades básicas, especie de células o nodos territoriales. Esto significaría un nivel de comunicación que descansaría en un nivel de organización y sentido de solidaridad que no apareció el 27 de febrero.

Las fuentes de comunicación y energía no funcionaron ni tenían plan local, mucho menos nacional. Y si no funciono la estructura publica ni expreso liderazgo, la privada no lo hizo mejor, la eficiencia a que apelo para imponerse sobre la inoperancia del estado bienestar fue tan desastrosa como lo fue el rol del gobierno y las Fuerzas Armadas, sobre todo los primeros 3 dias. Recordemos que todos los servicios básicos y carreteras son privados en el paraíso del neo liberalismo. En resumen, todo mal, este es el país en que las instituciones no se encuentran con la gente, no la conocen, las empresas tampoco, aquí todos ‘se mandan solos’, parece que todo es puro discurso de desarrollo, de modernizaciones que este movimiento de la tierra revela como ‘en el aire’, sin base real de sustentación.

La comunicación entonces no es un artefacto sino un contenido, hay que entenderla entonces, primero y crucialmente, en su significación cultural y social. No se trata de una cuestión de dispositivos sino de la organización operativa - social que posibilite la comunicación y la conexión humana de una comunidad y que garantice su existencia y la de su entorno, en este caso, esa comunidad es un estado - nación. Esta comunicación debe darse cualquiera sea la situación y la condición en que nos encontremos porque esta es una de las fuentes de reproducción de nuestra existencia.

Y si en este caso del desastre del 27 de febrero no había plan fue en primer lugar porque no existía el espíritu para crearlo, porque no existía la unidad básica de organización en la base de la ciudad, en la manzana, en el barrio, en nuestra calle sitios en que descanse una estructura más amplia que posibilite que los de arriba sepan lo que pasa con los de abajo y viceversa, y con los que están más lejos. Somos buenos con las comunicaciones, pero solitos con el lap top y el celular, expresión extrema de la individualidad comunicativa, privada, secreta a veces, me comentaba un amigo. Aquí se tardo mucho en saber que pasaba con cada cual, incluso entre nuestras propias familias y amigos. Pero lo más terrible es que un buen sistema de comunicaciones requiere de sensibilidad social, de socialización, de saber tratarse, conocerse, adivinar las reacciones del otro.

Para no actuar como lo hizo aquel señor a cargo del Supermercado Líder en Concepción que, al percatarse de que se había cortado la línea de frio, prefirió regalar la carne en un gesto de nobleza ¿Pero como lo hizo? Llamo públicamente y lo amplifico con la TV, eso es comunicación de la incomunicación en que el vive. No sabe cómo reacciona un hambriento, un enajenado, no se da cuenta del grado de injusticia e insanidad de las relaciones en nuestra sociedad, venerada en la competencia, el consumismo y el individualismo. Hay que preocuparse de al menos hablar más con la gente y al menos sabremos que les inquieta, que piensan, eso es difícil de lograr con el chat, el twitter u otro dispositivo comunicacional informático.

Todos alababan la infraestructura de telecomunicaciones, las viales, al jaguar de América, pero no nos percatamos que este también era el país de los 100 pesos en la calle, de la desigualdad, pero ahora es también ese país que estaba escondido con el que algunos se ‘desayunan’, el que dramáticamente revelo el cataclismo pasado, esto es, la desintegración social en el país, su individualismo, su egoísmo, su enfermizo consumismo, todos los lobos contra todos, la ideología neo liberal desenfrenada en su máxima expresión en la forma de arrogancia, fanfarronería, indolencia ante la desigualdad y desintegración social, expresada aquí en cosas concretas: incomunicación, saqueo al vecino, fraude al deudor hipotecario; este es el país del ‘sálvese quien pueda’, del ‘mátenlos a todos, esa es la solución’, ‘aquí falto Pinochet y su mano dura’. Estas son sin duda expresiones desbocadas de una forma de ‘ser’ humano enajenada, esta es la ‘cosecha reserva’ de lo que se sembró por más de 3 décadas, una tierra frágil pero con una sociedad más frágil y precaria aun en valores, en justicia, en solidaridad.

Pero esta fractura social, ética, a nivel humano ya, que parece más una escisión o ‘herida’ profunda en el alma nacional como diría un cura, no se soluciona de un día para otro, pero no solo por cuestión de tiempo, si no porque aquí tenemos que aprender a vivir de nuevo, a socializar, a politizarnos, a organizarnos, a defender derechos, a ser libres, soberanos, reivindicar el concepto de pueblo por sobre el del ciudadano y el del consumidor, que son categorías más técnicas, de civilidad, de manual académico y de mercado que de expresión real de integración social y de construcción de sujetos sociales, de saber ‘pa’ donde va la micro’, de reconocer que tenemos que primero saber cómo reaccionar técnica, comunicacional y humanamente ante un desastre natural antes de vestirnos de ‘miembros de la OECD” y de inflar el pecho por el orgullo de ser un ‘país desarrollado’. Primero aprendamos a vivir socialmente, superemos la injusticia y la desintegración social que estamos experimentando en su más horrible expresión.

Para ello hay que generar participación y generarla desde la base, generar otra vez una red, un sistema de seguridad social que garantice los derechos de las personas, desde la diversidad observada en este lamentable acontecimiento. Hay que ser mas irrespetuoso con las instituciones privadas y públicas que no funcionan o afectan la vida de la gente en vez de facilitársela, como los bancos, las AFPs, ISAPREs, servicios de telefonía, agua, electricidad, gas, de autopistas. Hay que organizarse para ello, no solo para la ayuda solidaria, sino también contra el poder político espurreo, que se reproduce parásitamente en el ritual electoral cada 4 años, poder nacido de la ignominia y la felonía del autoritarismo y la represión; luchar contra el terremoto neo liberal que si bien nos ha asolado, también ha mostrado el camino: más participación, más organización, más rebeldía, más solidaridad, más cariño por el otro y la otra, más comunicación en la integración. No nos mandamos solos, pero ante el hecho que hoy por hoy nadie sabe mandar, aprendamos a hacerlo colectivamente.

Como dijera Neruda, ganaremos nosotros los más sencillos, ganaremos, aunque tú no lo creas, ganaremos.

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