martes, 3 de agosto de 2010

EL GOBIERNO QUE SURGIÓ DE ESE HECHO HISTÓRICO RECONOCIÓ A LOS TRABAJADORES COMO PARTE DE LA ESCENA POLÍTICA.

El legado de Getulio Vargas y el proyecto de poder popular de las mayorías

Rebelión...03/08/2010





Para los navegantes que necesitan del viento, la memoria es un punto de partida. Eduardo Galeano

El olvido vergonzoso de los muertos es profanación. José Martí.


Muchos luchadores y luchadoras sociales niegan que exista un legado de Vargas para las luchas para la liberación nacional y social del pueblo trabajador brasileño. Basados en una visión eurocéntrica de la lucha de clases en el Brasil y en América Latina terminan por reducir ese legado a un cuestionable concepto de populismo, de corporativismo sindical y al control y cooptación de los trabajadores a partir de mecanismos jurídicos y legislativos.

Reducen las acciones políticas de los trabajadores identificados con el legado de Vargas a una conspiración (sic) de las clases dominantes para decir al pueblo trabajador de sus “reales” y “verdaderos” intereses de clase. No logran verlas como manifestaciones legítimas de un sector de los trabajadores brasileños que extraían de la era Vargas los recursos necesarios para sus reivindicaciones y luchas y el fortalecimiento de sus nociones de dignidad y de justicia social.

La era Vargas comienza con la revolución del 30, cuyo líder incuestionable fue Vargas. El gobierno que surgió de ese hecho histórico reconoció a los trabajadores como parte de la escena política y así se intensificó el cúmulo de experiencias en las luchas cotidianas por la reivindicación de sus derechos, violentamente interrumpida en marzo de 1964 cuando el pueblo trabajador aumenta su comprensión tanto acerca de quienes son sus enemigos como de su propio papel para transformar la historia.

En 1930 el gobierno constitucional de Getulio Vargas crea el Ministerio de Trabajo y los trabajadores son reconocidos por el Estado como ciudadanos. La cuestión social ya no es vista por el gobierno como un tema policial, sino político. De modo que con el avance de la organización sindical como resultado de numerosas huelgas y movilizaciones, los derechos de los trabajadores son reconocidos mediante leyes y extensivos a todos los trabajadores. La burguesía boicotea las leyes laborales de muy diversas maneras y la diferencia entre lo que establecían las leyes y la realidad en los lugares de trabajo produce muchas movilizaciones y huelgas en la década del 30. De allí la presión de la burguesía sobre Vargas que lleva al establecimiento en 1937 del Nuevo Estado y que al no ser entendidas se instalan como respuesta definitiva a la lucha de clases y al “desorden social”.

En 1943, esa misma burguesía, entendiendo que el Estado no respondía a sus intereses inmediatos y particulares asume claramente una oposición a Vargas, liberal, anti–trabajadores asociada a los intereses imperialistas de los EEUU. Como respuesta Vargas lanza en 1943 una fuerte campaña pro sindicalización y el impuesto sindical. El empresariado denuncia este impuesto como un instrumento de agitación huelguista. Getulio establece la consolidación de las Leyes Laborales unificando las que se hallaban dispersas y la Justicia del Trabajo. Ambas permitirían teóricamente un mayor control de la aplicación de tales leyes. Queda claro que en lo cotidiano existía gran distancia entre lo que establecían las leyes y la realidad de los trabajadores en sus lugares de trabajo. Y a partir de allí se reanudan las movilizaciones en los sindicatos y las reivindicaciones.

Contra el deseo del capital y del imperialismo, el Estado Nuevo se desintegra produciendo la mayor movilización popular de la década en defensa de los derechos de los trabajadores y de la candidatura de Vargas a la Presidencia. Los trabajadores ven a los candidatos del PSD y de UDN defender la “flexibilización” de las leyes laborales y a Vargas impedido de ser candidato por un golpe de palacio explícitamente apoyado por la burguesía y el gobierno usamericano. Aún así esas movilizaciones populares conducen a la formación del Partido Brasileño de los Trabajadores y garantizan en la Constitución del 46 los derechos laborales y la Justicia del Trabajo y las estructuras sindicales son reconocidas por los constituyentes.

El gobierno de Dutra, elegido con el tímido apoyo de Vargas y con la desconfianza del pueblo trabajador, se caracteriza por la persecución del movimiento sindical y la política de subordinación a los intereses del capital y del imperialismo usamericano.

En consecuencia en 1950, Getulio Vargas es elegido presidente por el PTB. Vargas retoma el diálogo entre el gobierno y el movimiento sindical, duplica prácticamente el salario mínimo a valores reales y asume una lógica nacionalista cada vez más radical. Impone serias restricciones a las remesas al exterior de las ganancias de las multinacionales y a los capitales extranjeros que para entrar en el país deben estar asociados a capitales nacionales. Invierte en la creación de Petrobras y de Electrobras con la convicción de que son empresas estatales fundamentales para reducir la dependencia del Brasil del capital internacional y estimular el desarrollo nacional. No acepta enviar tropas al conflicto de Corea y se acerca a los gobiernos de Argentina y de Chile con el objeto de iniciar un proceso de integración latinoamericana frente al imperialismo usamericano. En una reunión con Perón afirma “Mi patria es nuestra América”.

Para la burguesía brasileña y para el imperialismo usamericano son posturas imperdonables y se desencadena una ola de difamaciones en los medios de comunicación que crean un clima golpista. Acosado por sus enemigos, entre rendirse a un posible capitalismo integrado y entreguista y la imposibilidad de instrumentar su proyecto de capitalismo autónomo no subordinado a los intereses internacionales, Vargas no encuentra otra salida política que la del suicidio.

Su carta Testamento es uno de los mayores legados de Vargas. Una vehemente denuncia de los intereses de las multinacionales y del imperialismo. Deja a las próximas generaciones la clara orientación de que la la libertad nacional y social no es posible dentro de los límites impuestos por el capital a los países dependientes.. Los millones de trabajadores que al día siguiente de su suicidio salen indignados, respondiendo a la llamada de su carta Testamento impiden el golpe que estaba en marcha y que recién se consumará en 1964.

La Era Vargas no fue por lo tanto un lazo diluyente de la acción de los trabajadores sino un elemento formador de su cultura y de su experiencia cuyo legado rompió con y sobrepasó la lógica de las tentativas de cooptación política. La cultura política de los trabajadores se apropió de ese legado de acuerdo con sus experiencias, expectativas y sobre todo con los avances de su conciencia de clase, influyendo en los desplazamientos de los significados y propósitos originales.

Un proyecto histórico de poder popular de las mayorías en nuestro país tiene que reconocer la “palabra del obrero y del pueblo” en la lógica de la solidaridad que prevaleció en la movilización política del pueblo trabajador alrededor de ese legado. Un legado que continuó con las posturas antiimperialistas de Jango y fue profundizado mediante una óptica nacionalista y revolucionaria con Brizola.

Aquellos luchadores y luchadoras sociales que olvidan la importancia de rescatar el hilo de la historia, del pasado de luchas del pueblo trabajador en sus proyectos están condenados a repetirla como farsa. La crisis política por la que está pasando el PT que siempre se negó a rescatar ese legado de los trabajadores asi como el raquitismo de los agrupamientos que rompieron con el PT, pero no con la miopía histórica del sectarismo petista, son la comprobación de esa realidad.

Los luchadores y las luchadoras sociales de nuestro país pueden quedar prisioneros de esa lógica. Tienen que superarla apostando a retomar el hilo de la historia que solo será posible mediante la construcción de un amplio frente político antiimperialista que en la lucha popular y clasista se transforme en el instrumento político de un proyecto histórico de poder popular para las mayorías en dirección al socialismo.

Retomado el hilo nos quedará construir la historia…


Aurelio Fernandes es Brizolista, Bolivariano, Guevarista y comunista…siempre patriota, humanista y revolucionario. Cuarenta y nueve años, licenciado en Historia por la UERJ con especialización en Historia del Brasil y Educación a Distancia. Profesor de Historia de la Red Pública estatal. Forma parte de la Coordinación nacional del Movimiento Revolucionario Nacionalista – Círculos Bolivarianos/MORENA- CB Asesor de FAFERI, dirigente del MTST y de la Central Sindical y Popular -Conlutas

Traducido del portugués para Rebelión por Susana Merino

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