domingo, 2 de mayo de 2010

EN COLOMBIA HA FUNCIONADO UN DISPOSITIVO DE EXTERMINIO EN LOS ÚLTIMOS 25 AÑOS.

Colombia: Lenguajes que encubren la realidad de agresión y exterminio
Javier Giraldo, la fuerza incontenible de la verdad

Rebelión...02/05/2010


Y no tenía mas poder que el de su corazón. J.M.


"Otra vez, este mesmo tirano fue a cierto pueblo que se llamaba Cota, y tomó muchos indios he hizo despedazar a los perros quince o veinte señores y principales, y cortó mucha cantidad de manos de mujeres y hombres, y las ató en unas cuerdas, y las puso colgadas de un palo a la luenga, porque viesen los otros indios lo que habían hecho a aquellos, en que habría setenta pares de manos; y cortó muchas narices a mujeres y a niños" Brevísima historia de la destruición de Indias. Fray Bartolomé de las Casas.


En Colombia, durante los últimos veinticinco años ha funcionado un dispositivo de exterminio metódico cuyos umbrales de horror aun le son ocultados a la opinión pública del viejo continente. Frente al espanto y la aniquilación sistemática e impune del tejido de organización comunitaria financiada con el narcotráfico y el lavado de activos, un puñado de hombres y mujeres con valor estremecedor decidieron no guardar el silencio pretendido por los masacradores, y con la única coraza de su palabra inintimidable han denunciado a los responsables estatales, paraestatales y corporativos de los crímenes y del éxodo de cuatro millones de mujeres, hombres y niños de los codiciados campos. Entre estos hombres y mujeres que encarnan el valor sagrado del decoro de nuestro pueblo se destaca la figura, físicamente menuda y frágil, y espiritualmente gigante e imbuida por la determinación de una roca, del Pe Javier Giraldo.

Las últimas semanas han aparecido y circulado diversos mensajes amenazando con la muerte a Javier Giraldo. Quien conoce un poco la situación de Colombia sabe que se cuentan por miles los casos de las amenazas, subseguidas por el crimen.

¿Cómo olvidar al líder campesino de la Comunidad de Paz de San José de Apartado, Luis Eduardo Guerra, masacrado el 21 de febrero de 2005 junto a varios niños -después de denunciar amenazas y atentados- por integrantes del Ejercito Nacional en combinación con fuerzas paramilitares, como denunció el Pe Javier Giraldo en su momento, y salió a la luz pública hace pocas semanas, gracias a la presión internacional para esclarecer el holocausto?

¿Cómo no recordar al sociólogo Rafael Correa de Andreis asesinado en Barranquilla con la complicidad de los más altos funcionarios del Departamento Administrativo de Seguridad, después de haber sido liberado, cuando se demostró la falsedad de los señalamientos que se le hicieron vinculándolo a la subversión?

A Javier Giraldo han tratado de desprestigiarlo con infames campañas de señalamientos contratadas con individuos que encarnan la miseria moral a la que se ha reducido una parte no despreciable de nuestro pueblo. El poder también ha tratado de procesarlo judicialmente con base en falsos testimonios comprados, con los que un aparato de persecución política estatal corrupto hasta la médula, suele someter a la ciudadanía que se resiste a doblegarse al mando tiránico disfrazado de legalidad institucional. No han podido. La trayectoria impecable del Pe Javier Giraldo ha terminado por imponerse con la tremenda fuerza ética que ilumina una vida consagrada a la verdad.

Pero hasta ahora las amenazas contra la vida de este hombre ejemplar en un territorio que ha visto correr ríos de sangre y sufrimiento y ha asistido a experiencias de horror inconcebible no están mereciendo ni el mas mínimo comentario por parte de los noticieros, ni el más elemental llamado de atención por parte de los gobiernos democráticos europeos que tanto se preocupan por los derechos humanos.
En el mes de mayo se reunirán en Madrid los Presidentes de los países de la Unión Europea y América Latina, sería una buena oportunidad para que el tejido de organizaciones de la sociedad civil de uno y otro continente solicitaran un pronunciamiento expreso de este importantísimo escenario político sobre el trabajo de los defensores de derechos humanos y las condiciones en que adelantan su labor; un pronunciamiento que respaldara la propuesta del ex Magistrado de la Corte Suprema de Colombia en el sentido de constituir una Comisión de la Verdad que informara sobre lo que ha acontecido a nuestra nación en los últimos 25 años; un pronunciamiento que respaldara la labor de la Corte Suprema de Justicia en su valerosa defensa de un principio de justicia en un territorio en el que el Estado fue capturado por la mafia y se reeditaron, bajo disfraz democrático, el exterminio, el terror y la manipulación mediática a gran escala como métodos de control social.

Aunque pudiera parecer increíble, no serían pocos ni insignificantes los beneficios que un esclarecimiento público sobre lo que ha acontecido en Colombia en los últimos 25 años, reportaría a las poblaciones de los pueblos hermanos de Nuestra América y de Europa en estos tiempos de variaciones impensadas y derivas vertiginosas.

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