Su contenido, sin embargo, amenaza con poner en un grave aaprieto no sólo al señor Netanyahu sino también al Gobierno de EE.UU. de Barack Obama.
La cinta se grabó, aparentemente sin que el señor Netanyahu lo supiera, hace nueve años, cuando el Gobierno de Ariel Sharon había comenzado a volver a invadir las principales ciudades de Cisjordania para aplastar la resistencia palestina en las primeras etapas de la segunda Intifada.
En aquel entonces el señor Netanyahu se había tomado un breve descanso de la política, pero pronto se unió al Gobierno de Sharon como Ministro de Finanzas.
En su visita a una casa en el asentamiento de Ofra en Cisjordania para ofrecer condolencias a la familia de un hombre muerto a tiros en un ataque de los palestinos, hizo una serie de admisiones en un momento de descuido sobre su primer período como Primer Ministro, de 1996 a 1999.
Sentado en un sofá, dice a la familia que engañó al presidente de EE.UU. de entonces, Bill Clinton, para que creyera que estaba ayudando a implementar los acuerdos de Oslo, el proceso de paz patrocinado por EE.UU. entre Israel y los palestinos, realizando pequeñas retiradas de Cisjordania mientras en realidad estaba fortaleciendo la ocupación. Alardea de que al hacerlo destruyó el proceso de Oslo.
Desdeña a EE.UU. al decir que “se le mueve fácilmente en la dirección correcta” y califica los altos niveles de apoyo popular estadounidense a Israel como “absurdos”.
También sugiere que, lejos de ser defensiva, la dura represión militar israelí contra el levantamiento palestino tenía el principal objetivo de aplastar a la Autoridad Palestina dirigida por Yasir Arafat para que fuera más dócil ante los dictados israelíes.
Todas estas afirmaciones tienen paralelos obvios con la situación actual, en la que Netanyahu vuelve a ser el Primer Ministro de Israel que encara a una Casa Blanca que trata de llevarlo a un proceso de paz contrario a sus planes políticos.
Como antes, ha hecho en apariencia concesiones públicas al Gobierno de EE.UU. –sobre todo aceptando en principio la creación de un Estado palestino, aceptando conversaciones indirectas con la dirigencia palestina en Ramala e implementando una congelación temporal de la construcción de asentamientos.
Pero también ha alistado al poderoso lobby favorable a Israel para ejercer presión sobre la Casa Blanca, que parece haber cedido en sus cláusulas más importantes.
La visión desdeñosa de Washington que Netanyahu demuestra en la cinta confirmará las sospechas de muchos observadores –incluidos los dirigentes palestinos– de que sus actuales profesiones de buena fe no se pueden tomar en serio.
Los críticos también han señalado que sus gestos se han logrado sólo después de fuertes presiones del Gobierno de EE.UU.
Aún más importante es que hasta ahora ha evitado una participación significativa en las conversaciones limitadas que está promoviendo la Casa Blanca mientras el ritmo de la construcción de asentamientos en Cisjordania apenas se ha visto afectada por la congelación de 10 meses, que debe terminar en septiembre.
Mientras tanto los funcionarios de planificación han aprobado repetidamente nuevos grandes proyectos de viviendas en Jerusalén Oriental y Cisjordania que han afectado las negociaciones y que harán que el establecimiento de un Estado palestino –viable o no– sea mucho menos probable.
El columnista Gideon Levy en el periódico liberal Haaretz, calificó el vídeo de “indignante”. Dijo que prueba que el señor Netanyahu es un “estafador… quien piensa que tiene a Washington metido en el bolsillo y que puede engañarlo”. Agregó que el Primer Ministro no ha cambiado desde entonces: “Un modo tan torcido de pensar no cambia con el paso de los años”.
En el vídeo, el señor Netanyahu dice que Israel debe infligir “golpes [a los palestinos] que sean tan dolorosos que el precio sea demasiado grande como para soportarlo… Un amplio ataque contra la Autoridad Palestina, para llevarlos al punto de temer que todo se esté derrumbando”.
Cuando se le preguntó si EE.UU. objetaría responde: “A EE.UU. se le puede mover fácilmente. Mover en la dirección correcta… No se interpondrá en nuestro camino… Un ochenta por ciento de los estadounidenses nos apoya. Es absurdo”.
Luego relató cómo encaró al presidente Clinton, a quien se refiere como “extremadamente pro palestino”. “No tuve miedo de maniobrar en ese caso. No tuve miedo de chocar con Clinton”.
Su enfoque ante las demandas de la Casa Banca de retirarse del territorio palestino según los acuerdos de Oslo, dice, se basa en la filosofía de su abuelo: “Más vale ceder un dos por ciento que ceder un cien por cien”.
Por ello firmó el acuerdo de 1997 de retirar al ejército israelí de gran parte de Hebrón, la última ciudad palestina bajo ocupación directa, como una manera de evitar la concesión de más territorio.
“El truco”, dice, “no es estar ahí [en los territorios ocupados] y estar en bancarrota; el truco es estar ahí y pagar un precio mínimo”.
El “truco” que evitó más retiradas, agrega el señor Netanyahu, fue redefinir qué partes de los territorios ocupados contaban como un “sitio militar específico” bajo los acuerdos de Oslo. Quería que la Casa Blanca aprobara por escrito la clasificación del Valle del Jordán, un área grande de Cisjordania, como un sitio militar semejante.
“Ahora bien, no quisieron darme esa carta, de modo que no [les] di el Acuerdo de Hebrón. Detuve la reunión del Gobierno, y dije: ‘No voy a firmar’. Sólo cuando llegó la carta… firmé el Acuerdo de Hebrón. ¿Por qué importa? Porque en ese momento detuve realmente los acuerdos de Oslo”.
La semana pasada, después de reunirse con el señor Obama en Washington, el Primer Ministro israelí dio una entrevista a Fox News en la cual pareció no estar apurado para hacer concesiones: “¿Podemos tener una paz negociada? Sí. ¿Se puede implementar antes de 2012? Creo que va a tardar más”, dijo.
Por lo menos hay que albergar una fuerte sospecha de que el señor Netanyahu está tan firmemente comprometido hoy, como estaba entonces, con la destrucción de cualquier posibilidad de paz con los palestinos.
Jonathan Cook es un escritor y periodista radicado en Nazaret, Israel. Sus últimos libros son Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East (Pluto Press) y Disappearing Palestine: Israel's Experiments in Human Despair (Zed Books).
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Su sitio Internet es www.jkcook.net.
Una versión de este artículo apareció originalmente en The National (www.thenational.ae), publicado en Abu Dhabi.
Fuente: http://www.globalresearch.ca/
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