Uno de los fascistas catalanes más infame ha sido el recientemente fallecido Juan Antonio Samaranch, nombrado Marqués por el rey Juan Carlos, otro de los protegidos de Franco. Cuando yo era un niño en los años sesenta en las grises calles del Eixample en Barcelona, nos reíamos de sus carteles que a menudo aparecían durante las "elecciones". Obviamente, subestimábamos el privilegio de clase permanente, la obsesión de poder y la pura adulación que llevaría a Samaranch a la notoriedad internacional.
Samaranch no estaba en absoluto sólo. De hecho, la mayoría de los burgueses catalanes apoyaron a Franco explicita o implícitamente y se movieron rápidamente hacia posiciones nacionalistas cuando la ola se volvió en contra del fascismo hacia una democracia liberal. Pero el apoyo sin miramientos de Samaranch al dictador y su régimen fascista, junto con su proyección internacional al frente del Comité Olímpico Internacional (COI) en los años 80, lo hace particularmente ofensivo.
Samaranch nació en una familia burguesa de la industria textil, mostrando desde el principio su inclinación en contra de los trabajadores. El golpe de Estado de 1936 de Franco con el apoyo de los militares, los bancos, la iglesia y los grandes terratenientes le sorprendió en la zona republicana. Como debía ser, desertó hacia el lado fascista y se unió a la Falange (el partido fascista que hasta nuestros días acosa a españoles mediante la persecución del juez Baltasar Garzón, fiscal de los delitos cometidos durante el régimen de Franco desde 1936 hasta 1977).
Samaranch estudió en la Escuela de Negocios IESE conocida por sus vínculos con el Opus Dei, una organización católica ultraconservadora, y fue un miembro de alto rango del gobierno de la ciudad y la provincia de Barcelona, de las Cortes Españolas, y mantuvo un cargo equivalente a Ministro de Deportes, todo ello bajo el régimen de Franco. También se convirtió en embajador en Rusia, cargo que utilizó para ser elegido como presidente del COI. En sus últimos años se convirtió en presidente de “La Caixa”, la mayor de las instituciones de ahorros españolas.
La foto muestra como, todavía en 1974, Samaranch exhibía con orgullo su alianza a un régimen que envió más de un millón al exilio y asesinó a cientos de miles de civiles durante y después de la guerra. La foto muestra a Samaranch con el brazo derecho fascista al aire, rindiendo homenaje al 38 aniversario del golpe de estado fascista de Franco. A la muerte del dictador, fue entrevistado sobre el fascismo de Franco señalando que fue "... uno de los períodos más brillantes de la historia de España".
Las fechorías de Samaranch como miembro del COI han sido bien documentadas (ver “El Señor de los Anillos” por Andrew Jennings, quien terminó en la cárcel por exasperar a Samaranch y sus compinches). Samaranch pidió de forma enfermiza el derecho a ser tratado como Marqués, a ser llamado "excelencia", y tenía una forma totalitaria de dirigir el COI (obsesionado con la necesidad de una "sagrada unidad", una cultura de obediencia que él aprendió de la visión totalitaria del fascismo del mundo militar, la iglesia, el gobierno, las relaciones laborales y la monarquía). Adulador sin límites desde sus días de amistad con la hija de Franco, insistió en elogiar a su predecesor en el COI (Avery Brundage) con múltiples cartas no solicitadas como medio para promover su propio nombramiento. Transformó los Juegos Olímpicos en una gigantesca franquicia socavando ciudad tras ciudad lo que ha resultado en enormes deudas (Grecia 2004), un mercado laboral contrario a los trabajadores e inmigrantes (Barcelona 1992), un desplazamiento masivo de residentes (Beijing 2008), y la destrucción del medio ambiente (Vancouver 2010). Lejos quedan los días del espíritu olímpico cuando dio la bienvenida a la profesionalización de los deportes y la venta obligatoria de ciudades enteras en beneficio de las corporaciones globales. Esto dio lugar a la postergación y el abandono de las necesidades más urgentes de las ciudades (vivienda asequible, empleos dignos, espacios verdes, atención sanitaria, para nombrar sólo unos pocos). La cultura de la componenda y amiguismo que promovió en el COI le pilló en Salt Lake City con denuncias de corrupción que comportaron investigaciones internas. Aunque quedó absuelto de toda culpa, fue él quién había elegido a la mayoría de miembros del COI.
Desafortunada, pero previsiblemente, los medios de comunicación de la prensa oficial española, así como la mayoría de América del Norte y Europa han decidido ignorar el pasado de Samaranch y los hechos. Desde la incongruente alabanza de Carod-Rovira, uno de los líderes de Izquierda Republicana (un partido nacionalista liberal que detentó el poder en Cataluña antes del golpe de Franco): "El catalán más importante en el mundo del deporte ...", a la predecible desinformación de El País que reproduce el elogio del arzobispo de Barcelona: " ... hoy decimos adiós a un verdadero catalán ... que trabajó para la mejora de la comunidad internacional ... ".
Incluso nuestro apocado presidente del gobierno (Zapatero) cuyo abuelo fue victima de Franco, dignifico a Samaranch con un acto oficial. Y no nos vayamos a olvidar de los honores al fascista recibidos por el President Montilla cuya Generalitat fue otra victima institucional del Franquismo, o del silencio humillante de la Izquierda dentro del tripartido. El funeral, al que sólo asistieron 4.000 personas en un área urbana de más de 3 millones, mostró el “quien es quien” de los partidarios del régimen (el Rey Juan Carlos, el príncipe de Asturias Don Felipe de Borbón, la Iglesia católica), la cínica burguesía catalana que tan bien le fue tanto con Franco como con la democracia (Pasqual Maragall), y las celebridades modernas de derechas del mundo del deporte (Rafael Nadal, Emilio Sánchez Vicario, Joan Laporta, el presidente del FC Barcelona).
Las referencias al pasado fascista de Samaranch durante el asesino régimen de Franco han quedado vergonzosamente ausentes. Ese silencio es una prueba más del "pacto de silencio" de como se llevó a cabo la transición del fascismo a la democracia en España, y el precio que España sigue pagando por ella (económico, político y cultural, como Vicente Navarro ha mostrado en repetidas ocasiones en CounterPunch y en otros medios). Una vez más, un fascista español muere en paz en un cómodo hospital privado, tratado con honor, y elogiado por los medios de comunicación locales e internacionales.
Carles Muntaner es un epidemiólogo social de Barcelona. Trabaja en Toronto, Canadá. Joan Benach es un epidemiólogo social que vive y trabaja en Barcelona.
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