Cito al señor Tenet:
“Todo esto me preocupaba considerablemente al caminar bajo la marquesina que conduce al Ala Oeste y vi a Richard Perle que salía del edificio cuando yo estaba a punto de entrar. Perle es uno de los padrinos del movimiento neoconservador y, en aquel entonces, jefe del Consejo de Política de Defensa, un grupo asesor independiente conectado al secretario de defensa. Nuestra relación era más que pasajera. Cuando las puertas se cerraron detrás de él, nos miramos a los ojos y nos saludamos con la cabeza. Yo acababa de llegar a la puerta cuando Perle se volvió en mi dirección y dijo: ‘Iraq tiene que pagar un precio por lo que ocurrió ayer. Ellos tienen la responsabilidad.’ (El uso de cursiva es mío)
“Me quedé atónito pero no dije nada. Dieciocho horas antes, había echado un vistazo a manifiestos de pasajeros de los cuatro aviones secuestrados, que mostraban más allá de toda duda que al-Qaida estaba tras los ataques. Durante los meses y años siguientes, examinamos cuidadosamente el potencial de un papel colaborador de patrocinadores estatales. La inteligencia de entonces y ahora, sin embargo, no muestra ninguna evidencia de complicidad iraquí.”
La idea de que los consejeros neoconservadores de George W. Bush –incluido Perle– lo convencieron de que EE.UU. debía invadir Iraq recibió una cierta atención después del inicio de la guerra iraquí. Pero que yo sepa, nadie, ni en la política ni en los medios, mostró demasiado interés, para no descubrir que los que querían invadir Iraq, no pensaban en los intereses de EE.UU., sino en los de Israel.
Nunca hubo una amenaza de Sadam Hussein a EE.UU. Era una amenaza para su propio pueblo, pero no para nuestro país, un hecho que se volvió mucho más claro a medida que progresaba la guerra. Pero los críticos de Bush hicieron todo menos implicar los intereses de Israel como una razón para la invasión de Iraq. Mucha gente cree, y me incluyo, que Israel quería eliminar a Sadam porque, aunque no constituía una amenaza militar para Israel, era una amenaza política. Era alguien, como Hizbulá, que se interponía en el camino de la hegemonía de Israel sobre todo Oriente Próximo.
Ese deseo israelí es una gran ayuda para explicar por qué Israel ha lanzado tantos ataques contra el Líbano y Siria. Durante las últimas décadas, Israel hizo todo lo posible por doblegar al Líbano utilizando una excusa u otra para invadir ese país. Cada vez, Israel tuvo que irse sin lograr su objetivo de controlar el Líbano. Había colocado a Bashir Jamail como presidente sólo para verlo asesinado durante la confusión de la Guerra Civil libanesa. Conquistó el sur del Líbano en 1982, manteniendo la ocupación de suficiente territorio libanés para poder robar agua del río Litani. Al llegar el año 2000, Hizbulá era suficientemente fuerte para expulsar a Israel del Líbano, y desde entonces siguió siendo una amenaza para su hegemonía.
Y a Siria se le advirtió de que no hiciera demasiados ruidos cuando Israel bombardeó Siria utilizando una u otra excusa para hacerlo.
La más reciente planificación militar de Israel para solidificar la poca hegemonía que posee sobre el área es la manera en que amenaza a Irán, mientras EE.UU. mira por encima de su hombro agregando peso a sus amenazas contra ese país.
Lo que es diferente en esta amenaza más reciente es que Irán no es Iraq. Irán tiene los medios necesarios para tomar represalias no sólo contra Israel, sino contra EE.UU. por ser el principal apoyo de Israel en sus esfuerzos por doblegarle.
Si queremos considerar racionalmente la situación, nos daremos cuenta pronto de que, aunque Irán es capaz de defenderse con las fuerzas armadas que posee, es bastante incapaz de invadir a otro país, en particular si tiene el poderío militar de Israel. Si suponemos que el programa nuclear de Irán tiene la intención de hacer una bomba, ¿qué razón en el mundo podría tener para comenzar una guerra nuclear contra Israel o EE.UU.? La dirigencia iraní, aunque hace mucho ruido y es cruel con sus disidentes políticos, no es tan demente como para hacer que alguien venga y elimine a todo su país, lo que ciertamente sucedería si comenzara una guerra con armas nucleares. Es seguro que militares y políticos en Israel y en EE.UU. deben de darse cuenta de este hecho.
La razón más probable y racional tras un programa nuclear semejante sería la autodefensa contra Israel, que posee un mínimo de 200 ojivas nucleares en su arsenal.
¿Cuál es entonces el motivo del más reciente desvarío de los partidarios de Israel en EE.UU. y del propio Israel? Podemos estar de acuerdo con casi absoluta certeza de que Irán es otro país que está en el camino de la hegemonía deseada por Israel. Gente que debería saberlo me ha dicho que la publicidad dada al programa nuclear de Irán está reduciendo la cantidad de judíos que visitan Israel o emigran a ese país. Es un argumento económico en el cual no debería involucrarse EE.UU., especialmente iniciando una guerra por cuenta de Israel. Pero es obvio que eso es lo que quieren Israel y sus partidarios en EE.UU.
Uno se pregunta qué pensar de los políticos estadounidenses, que se parecen en mucho a una cámara de resonancia de los argumentos de Israel sobre Irán. ¿Se dan cuenta de que el que sean manejados a su antojo por Israel y su lobby contradice radicalmente los intereses de EE.UU.? ¿Se dan cuenta de que incluso si Israel comienza a bombardear Irán, será EE.UU. el que pague el precio?
¿Entienden nuestros políticos que, aunque convenga para las donaciones a sus campañas electorales que se muestren solícitos ante los objetivos de Israel, sería devastador para EE.UU. ser amenazado por aún más ataques terroristas?
Lo que no han expresado los medios y los dirigentes políticos es que nuestro continuo apoyo a los objetivos de Israel, no sólo al financiar a los militares de Israel, sino al invadir países musulmanes por cualquier motivo, sólo crea más peligro para los intereses estadounidenses.
En general nuestros dirigentes políticos y militares no lo han dicho, pero ocasionalmente algo aparece por accidente, sacando a la luz el peligro que representa para nosotros nuestro apoyo ciego a Israel. George W. Bush, por ejemplo, dijo repentinamente, durante una declaración sobre la Guerra de Iraq, que no fue culpa de Israel que hayamos invadido Iraq. Y recientemente, algunos de nuestros generales expresan sus preocupaciones sobre la disputa palestina-israelí. Pero en general, hay un silencio total sobre el tema en los medios. Nuestros dirigentes prefieren guardar silencio sobre por qué nuestra complicidad con Israel nos pone en peligro frente a grupos terroristas en todo el mundo, pero simple y llanamente, causa los ataques contra nuestros intereses. G.W. Bush trató de presentarlo de otra manera al decir que “ellos” odian nuestras libertades. Tenemos derecho a esperar algo mejor de nuestros presidentes.
No parece que ninguno de nuestros dirigentes, desde el presidente Obama a los legisladores de los Estados, se interesen por resolver realmente nuestro problema de terrorismo. (El año pasado, la legislatura de Dakota del Sur promulgó una resolución aprobando la matanza israelí en la Franja de Gaza).
Irán ha ofrecido unirse a un Oriente Próximo libre de armas nucleares, pero no parece que nuestro presidente se interese por aceptar esa oferta. Parece que necesitaría el permiso del Gobierno derechista de Israel para hacerlo. Después de presenciar su última rendición ante Netanyahu y sus políticas, no es probable que algún día lo haga. Por ahora, basta con que un país nuclear como EE.UU. pueda sermonear a otros países más pequeños sobre quién puede y quién no puede tener un arma nuclear.
¿Es demasiado pedir que todas las naciones renuncien oficialmente a la posesión de armas nucleares, y no sólo los que son más pequeños que EE.UU.?
¿Hay alguien fuera de unos pocos en EE.UU. que vea el peligro para nuestro país al ser manejado a su antojo por el Gobierno israelí?
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
James Abourezk es un ex senador de EE.UU., que ejerce como abogado en Sioux Falls. Para contactos, escriba a georgepatton45@gmail.com.
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