El acercamiento al análisis del texto referido tratará de alcanzar el mayor grado de objetividad posible, lo que siempre es imposible; en ningún momento del análisis sostendremos nuestra demostración en fuentes cualesquiera ellas sean así hayamos entrado en ciertos conocimientos de ciertos acontecimientos que nuestras fuentes tuvieron a bien comentarnos por ciertos “niveles lógicos” de confianza junto que, por ética, debemos obtener la correspondiente “luz verde” de nuestros comentadores para precisar y sustentar algunas ideas de nuestra exposición crítica; así mismo, no nos apoyaremos en bibliografía aun cuando sean tan sólidas en sus demostraciones como, por ejemplo, la de Ernesto Villegas. En fin, será un estricto análisis del prólogo del señor Otto Reich.
Un golpe de estado es un acto anti-natura y condenado por la esencia misma de la Doctrina Cristiana cuando ésta se apega a los contenidos de fondo de la Palabra porque iría, el golpe de estado, contra una voluntad parcial pero mayoritaria de la sociedad en el marco de cualquier tipo de democracia sea ésta representativa y/o participativa. Un golpe de estado no es una revolución por lo que se entienden las manifestaciones revolucionarias que las burguesías de diferentes países, en tiempos históricos pasados, actuaron en la persecución de la imposición de sus estructuras mentales-ideológicas y pensamientos económicos “de avanzada” frente a modelos entrecruzados de sociedades provenientes de tiempos feudales pasando por las Renacimiento y Reforma, Romanticismo, Revolución Industrial, Revolución Francesa, como manifestaciones de progreso evolutivo lógico de perfectibilidad de las sociedades en sus derechos naturales. Pero esa sociedad burguesa nacía con el “pecado original” de la acumulación grosera, la usura tradicional feudal, pensamientos contrarios a las enseñanzas contenidas en la Palabra enseñada al justificar la sumisión del “ser creado” en su estrato social. Esas realidades de evolución en perfectibilidad de esa realidad burguesa se desarrollarían con “contradicciones internas” cuando las asimetrías entre las acumulaciones, las ganancias y las distribuciones implosionaron para expresarse tanto en violencia social (inclusive durante la Revolución Francesa) como en organización de intelectuales europeos limitados por conocimiento de las realidades exógenas a su continente que fueron subsanándose con la tecnología del telégrafo, los reporteros y las expresiones de los poderes europeos allende los mares.
En ese marco, es de toda lógica que frente a un proceso revolucionario se manifieste un intento de golpe de estado aun cuando lo consideremos anti-natura; golpe de estado que es producto de la soberbia personal y colectiva de un sector de una sociedad determinada cuando siente que sus prerrogativas son afectadas a favor de mayorías sociales cuando está expresando, de esta manera, es decir, con el intento de golpe de estado, sus egoísmo consecuencias de aquella soberbia originaria; por tanto, cualquier adhesión a un golpe de estado, por esencia, es “pecado grave” por las consecuencias que el intento de golpe de estado se expresa, generalmente, con “hechos de sangre” como sucedió durante los “Sucesos de puente Llaguno”. Tratar de justificar, teológicamente, acciones violentas contra la “voluntad popular” aun cuando ella sea limitada pero expresada con libertad de conciencia en la escogencia de los rectores del Estado y Gobierno dados iría contra la máxima expresión de libertad permitida por el Creador en la acción del pecado de soberbia manifestado por el “ángel caído” en su decisión, estrictamente, de su responsabilidad. Por eso, en democracia, acción histórica humana, de lógica evolutiva y naturalmente aceptada, la inteligencia, la imaginación, las praxis políticas, el respeto, los contenidos de los pensares, permiten la “confrontación sana” y lógica en la diatriba del accionar político. En ese marco, las manifestaciones que se fueron desarrollando previo a los días del golpe del 11 de abril del 2002 fueron actos bien descrito por Elías Canetti y Ortega y Gasset; las manipulaciones contenidas en Sun Zu y Curzio Malaparte y las necesarias tesis anti-comunistas del más rancio pensamiento de las derechas europeas y de las protestantes norteamericanas todas ellas adosadas y alimentadas con las tesis del “Miedo”.
El “Golpe de Abril” no fue un suceso aislado sin connotaciones anteriores en el tiempo histórico; fue un “hecho histórico” que como todo hecho histórico es consecuencia de un proceso bien pensado, bien diseñado, bien ejecutado como proceso; otra asunto que aún no se ha discutido a fondo es la capacidad de los autores y actores del golpe en alcanzar su éxito y consolidación como golpe de estado; por ejemplo, debemos respondernos ¿cuántos grupos políticos y sociales diferentes estaban involucrados en el golpe? ¿Cuáles ideologías estaban presentes en los actores del golpe? ¿Cuáles países estaban participando, directa e indirectamente, en el apoyo a los golpistas? ¿Cuáles clases sociales estaban comprometidas, aun como “masa”, en apoyar acciones políticas para el desconocimiento y derrocamiento del Gobierno legítimamente constituido en enfrentamiento a un muy importante sector de la sociedad venezolana que había decidido legitimar al Gobierno y Presidente electo constitucionalmente por elección popular, voluntaria, directa y secreta?
Consideramos que, básicamente, dos vertientes de pensamiento estaban involucrados en el golpe de estado: grupos de demócratas-cristianos y grupos de socialdemócratas. Dos figuras públicamente expuestas voluntariamente: Enrique Mendoza y Carlos Ortega. A decir del señor Otto Reich estaban involucrados a “…La salida de Chávez…fue el resultado…que envolvieron…la Confederación de Trabajadores de Venezuela…la Iglesia…PDVSA…los militares, sociedad civil…Fedecámaras y medios de comunicación…” (Idem, p. 8)
Ahora bien, el señor Otto Reich, señala como culpable de que el golpe de estado “no cuajara” en toda su extensión al señor Pedro Carmona Estanga cuando precisa que: “…Carmona Estanga es tan culpable como Chávez por la calamidad en que aún vive la Venezuela de hoy. Si Carmona Estanga hubiera actuado con la lógica jurídica que requería la situación para asumir la presidencia de la república con la legitimidad (sic) democrática…” (Ibidem, p.9) Es no solo evidente sino lógico que el funcionario diplomático norteamericano republicano exprese lo que es la línea política del Poder (Müller Rojas dixit): hay golpes de estado “legítimos” (Golpe contra Salvador Allende) y golpes de estado “no legítimos” y diríamos “ilegales” (ver lista norteamericana sobre venezolanos que no pueden viajar a los EEUU de América). Informa el señor Otto Reich que “…los Estados Unidos [de América] no apoyaría ningún cambio de gobierno de manera inconstitucional (sic)…” (Idem, p.11) comentando que “…una de las personas que entendió el mensaje fue el dirigente obrero Carlos Ortega…él [Carlos Ortega], en su orientación política, se inclinaba mas a la izquierda, pero tenía profundo respeto por la institución democrática que había sido construida en Venezuela en los últimos cuarenta años, a partir del derrocamiento de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez en 1958…” (Ibidem, p.11) Es evidente que el señor Otto Reich suscribió las tesis del golpe de estado expuestas por la socialdemocracia venezolana frente a las tesis eurocéntricas que se impulso durante el golpe militar con aquellos grupos socialcristianos que lideraron, fáctica y a nivel de Miraflores, durante las cortas horas que sustentaron un “poder chucuto” de Pedro Carmona Estanga y su muy cerrado “círculo de poder”.
El señor Otto Reich comienza a caminar hacia la demostración de su hipótesis: Estados Unidos de América se enteró del golpe horas antes de que Pedro Carmona fuera a juramentarse instruyendo a su representante diplomático, Charles Shapiro, que “se acercara a Miraflores” a conversar con Pedro Carmona y le informara que “…que si él [Pedro Carmona] se auto juramenta como Presidente sin seguir lo establecido en la Constitución jamás contará con el apoyo de los EEUU [de América]…” (Ibidem, p.13) Es decir, en pocas palabras, que el señor Otto Reich, quien estaba en Washington, en su oficina en el Departamento de Estado, conocía de antemano que el señor Pedro Carmona se iba “autojuramentar” algo que ni siquiera los propios adeptos visitantes a Miraflores conocían. Misterios de la Ciencia! Continua su argumentación el señor Otto Reich que “…me preguntaba a quién había consultado [Pedro] Carmona Estanga para tomar tan imprudente y temeraria acción…” (Idem, p.13)
Nos vamos a permitir algunas ideas para aclarar algunas inquietudes del señor Otto Reich. Analizando las palabras aquí expuestas del señor Otto Reich y las leídas en el texto arriba en mención, podríamos pensar que el gobierno republicano norteamericano suscribía las tesis de la socialdemocracia representada en la persona de Carlos Ortega en contra de las tesis eurocéntricas que, supuestamente, se representaban en la persona de Pedro Carmona Estanga. Nada de extrañar si nos retrotraemos a aquellas actitudes de acercamiento político de don Rómulo Betancourt expresadas en el “Pacto de Punto Fijo”. El “feroz y brutal” ataque lanzado por el señor Otto Reich contra del señor Pedro Carmona Estanga expresa las contradicciones muy profundas entre dos posiciones y concepciones políticas entre las derechas americanas y nos referimos a esa región geográfica que abarca desde Alaska hasta la Patagonia. Sería interesante conocer las realidades que “manejó” la democracia cristiana chilena durante los pre y post sucesos del Golpe de Estado contra don Salvador Allende. Sería interesante conocer las contradicciones que siempre se presentaron entre los socialcristianos venezolanos (Arístides Calvani) y Washington con respecto a Centroamérica; como sería interesante conocer las dos tesis que siempre se han manejado con respecto a Cuba. Ello, es decir, lo inmediato anterior, no significa que suscribamos, en lo personal, ninguna de las tesis expuestas en las inquietudes pero todo analista debe y necesita tratar de comprender todos los ángulos que proponen aquellos que se oponen, militantemente, las praxis de la Revolución en Venezuela.
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