martes, 13 de octubre de 2009




No era bitumen como decía Estados Unidos
El potencial petrolero del Orinoco

Rebelión...13/10/2009


La Franja del Orinoco se va a convertir en los próximos años en una de las zonas de mayor producción gasífera-petrolera del mundo donde ya se encuentran laborando numerosas compañías internacionales afines.

Estados Unidos, explicó recientemente el presidente venezolano Hugo Chávez, había tratado de esconder los yacimientos existentes en ese territorio en su afán de extraer a bajo costo toda la riqueza de esa zona. Los norteamericanos “decían que eso era carbón, un bitumen que había que llevarse”, afirmó Chávez.

En Venezuela se desarrolla un proceso de certificación de las reservas de la Faja, calculadas de manera preliminar en 214 000 millones de barriles de petróleo pesado y extrapesado, que unido a los 142 310 millones comprobados en otras regiones, convertiría a esa nación en la primera reserva mundial de crudo, por encima de Arabia Saudita que cuenta con 234 000 millones de barriles.

Los medios de comunicación occidentales junto a las empresas transnacionales petroleras arremetieron contra Venezuela cuando Chávez decretó la ley en febrero de 2007 que completaba el proceso de nacionalización de esos recursos en el Orinoco y que fue sancionada por la Asamblea en agosto de ese mismo año.

Con las nuevas reglas las empresas privadas se convirtieron en mixtas, y el Estado venezolano mediante Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), pasó a controlar el 60 % de las acciones de toda la faja del Orinoco con una producción cercana a los 600 000 barriles diarios.

Alrededor de 20 empresas que operaban en convenios operativos y 10 que formaban las asociaciones estratégicas aceptaron pasar a ser socios minoritarios en empresas mixtas con el Estado, como Chevron Texaco, Statoil, Total, BP, ENI, Sinopec e Ineparia.

Dos transnacionales estadounidenses, la Exxon Mobil y ConocoPhillips se negaron a integrar la nueva modalidad porque siempre han estado acostumbradas a imponer sus leyes de privatizaciones neoliberales en cualquier país donde se ubiquen y que estas no sean condicionadas por los gobiernos.

Venezuela compensó a las empresas y no cedió ante las presiones de los dos grandes consorcios, mientras su ministro de Energía-Petróleo y presidente de PDVSA, Rafael Ramírez aseguraba que la empresa estatal tenía medios y condiciones para continuar la explotación y prospección de los hidrocarburos. Con el tiempo su aseveración ha quedado demostrada.

Las compañías Exxon Mobil y la ConocoPhillip, al igual que otras que se integraron al auge de las privatizaciones petroleras iniciadas en la década de 1990, exportaron enormes cantidades de barriles de crudo y extrajeron del país miles de millones de dólares que iban a parar a las arcas de ricos empresarios e intermediarios nacionales y foráneos en detrimento del pueblo bolivariano.

En solo siete años, de 1990 a 1997, 32 campos petroleros venezolanos fueron entregados a las transnacionales por medio de convenios leoninos que estipulaban regalías de solo 1 %, no pagaban impuestos y extraían el crudo a un costo de cinco dólares y se lo vendían al Estado entre 20 y 25 dólares.

La Faja del Orinoco es una extensa zona, ubicada en la margen izquierda del río del mismo nombre, que tiene un área total de 55.314 kilómetros cuadrados. Estos territorios comprenden parte de los estados venezolanos Guárico, Anzoátegui, Monagas y Delta Amacuro. Las acumulaciones de hidrocaburos van desde el sureste de la ciudad de Calabozo, en Guárico, hasta la desembocadura del río Orinoco en el océano Atlántico.

Es considerada la acumulación más grande de curdo pesado y extrapesado que existe en el mundo.

Tras las medidas tomadas por el gobierno venezolano, en el Congreso norteamericano se lanzó una campaña para que las compañías transnacionales no laboraron en ese territorio, incluso el senador republicano Connie Mack exhortó a Chevron y Conoco Phillips a que se abstuvieran de invertir en Venezuela.

Pero realidad ha sido completamente diferente a los planes de sectores ultraderechistas de Estados Unidos porque en 30 empresas de varios países han firmado convenios y trabajan con el esquema de capital mixto en la amplia franja petrolera en el oriente de Venezuela.

Los últimos contratos de explotación fueron concluidos con Rusia que invertirá a 20 000 millones de dólares en el campo Junín 6, y otro con China, en Junín 4, por 16 000 millones de dólares en los próximos tres años.

Rafael Ramírez, presidente de PDVSA, anunció además que esa empresa aportará 26 000 millones de dólares hasta el 2019 en el desarrollo de la región.

Además, ya se anunció que la francesa Total participará en un proyecto de exploración conjunta con PDVSA, en el bloque Junín 10 con una inversión de 25 000 millones de dólares lo cual permitirá obtener una mayor cantidad de crudo y mejorar la calidad de hasta 42 grados API.

Los acuerdos alcanzados con las diferentes compañías permitirán la fortaleza progresiva de esa industria que para el próximo quinquenio deberá alcanzar una extracción de 6 500 000 barriles diarios y una producción de gas natural de 13 500 millones de pies cúbicos diarios.

A la par se lleva a cabo un programa de reordenamiento de toda la zona, con inversiones en puertos, ciudades, construcciones carreteras, refinerías y fábricas que harán de la Franja del Orinoco un enorme centro económico social para beneficio del pueblo venezolana.

La República Bolivariana está demostrando que con la soberana decisión de recuperar los recursos naturales y saberlos administrar, se pueden resolver los problemas económicos y sociales que durante años han padecido los pueblos de América Latina.

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