sábado, 22 de agosto de 2009





Chávez: los españoles tienen razón, en Venezuela no hay seguridad.
Por: Oswaldo Reques Oliveros
Fecha de publicación: 22/08/09

Hace unas semanas, cuando el canciller español visitó a Venezuela, acompañado de un grupo de empresarios, quienes estaban interesados en invertir en nuestro país, muchos medios de comunicación, encabezados por TVE, al difundir las noticias de este hecho, expresaban la gran oportunidad que se presentaba para hacer negocios en la nación, pero terminaban diciendo que se haría el sacrificio a pesar de la situación de inseguridad que reinaba en el país.

Claro, el caso es que no pueden dejar de buscar una válvula de salvación, como siempre ha sido para ellos Venezuela, en medio de la tragedia económica generada en casa de sus amados gringos y que los ha arrastrado y seguirá arrastrando a todos, aunque se empeñen en asegurar que lo peor ya pasó, pero para justificar todo lo que dicen sobre “el régimen”, es necesario colocar esa coletilla que indica el gran sacrificio que están dispuestos a hacer por todos los españoles: negociar con el tirano.

Lo curioso del asunto y la seguridad es que estando el canciller en Venezuela, estalló una bomba en Palma de Mallorca, en pleno verano, con playas llenas de gente, en una isla y como su nombre lo dice aislada y muy lejos de la que apenas, unos días antes, en el País Vasco, había volado toda la fachada de un edificio, quedando claro con estos hechos, lo peligroso, que tan siquiera significa pasar por España, en donde la autoridad es retada incluso en lugares rodeados por pura agua, a plena luz del día, ante el desconcierto entre los miles de turistas a quienes les aseguraron que era un destino pleno de garantías.

De igual forma, en el país en donde sus medios públicos y privados se dan el lujo de hablar mal sobre Venezuela, es noticia diaria la explotación de las personas que se encuentran en situación ilegal, lo que favorece, con la vista gorda del Estado, al igual que en casa de sus queridos gringos y en el resto de los países desarrollados, la contratación en condiciones infrahumanas, para el enriquecimiento y funcionamiento de un sistema económico basado en las desigualdades. Un caso espeluznante reciente, fue el de un latino “sin papeles” como los califican, que trabajaba en una panadería, perdió el brazo con una máquina, el patrono lo agarró por un lado, el brazo por el otro, tiro el miembro en la basura y lo dejó a 50 metros de un hospital, advirtiéndole que no dijera lo que había pasado. El joven hombre quedó lisiado, pero como consolación, el Estado “seguro y digno” de España le concedió la nacionalidad, “las bellezas del sistema capitalista”, por un brazo, tu legalidad.

No deja de ser un drama de salud pública para los españoles y visitantes, el circular por sus carreteras y autopista, por el número de accidentes incontrolables que ocurren permanentemente, ante un país que de repente y a empujones entró por la puerta de atrás en la entonces Comunidad Económica Europea, se lo creyó, no ha formada, ni ha educado a su población, pero ha tenido acceso a los bienes que le permite el “desarrollo”, entre ellos la muerte incesante que se produce con los bólidos, conducidos por bárbaros que no tuvieron tiempo de aprender la responsabilidad que implicaba conducir.

El tema de los miles de viejitos que tienen que vivir con pensiones de 400 euros mensuales, los afortunados, combinado con los millones de parados, hacen que se de una relación en la que unos roban comida, prendas de vestir, cosméticos, entre otras cosas, en los supermercados y demás tiendas, mientras los otros, quienes deberían estar disfrutando sus últimos años en la pasigüedad de su hogar, se pasean con sus bastones y andaderas a cuesta, negociando, renegociando y regateando un pedazo de jamón, una pastilla de jabón o lo que usted tan siquiera puede imaginarse, pues es la única forma que tienen de tener acceso a esos productos, mientras esto ocurre, unos y otros son correteados y acosados por la policia, como representación del Estado, el cual no resuelve, pero reprime, “para que se acostumbren esos vagos a no tener hambre”.

Sería largo seguir enumerando la lista de las carencias que vive la ahora respingada España, invitada a las inmorales sesiones de los 20 países más ricos del mundo que se reúnen para decirle al mundo lo que se debe hacer, después que ellos cometen sus errores. Sin embargo hay dos temas que no pueden dejar de mencionarse: primero, en lo que va de año ya han muerto más de 50 mujeres a manos de sus parejas o exparejas, lo que da muestra de que allí, ni en la casa se está seguro y que el drama corroe las entrañas de esa sociedad y segundo: la violencia de los jóvenes, acompañada de drogas, alcohol y delitos, en el que ahora son también víctimas de ellos sus padres, hermanos y compañeros de clases, generando terror, con tan sólo pensar que serán los españoles del mañana.

España, la que se ha creído el cuento de que es un gran país, que apenas 33 años atrás, sufría la tragedia de una férrea dictadura, la que moría de hambre luego de la II Guerra Mundial y que se salvó, porque países como Venezuela le abrió las puertas a sus nacionales y los integró para que no fenecieran de inanición, es la misma, que ahora, unos años después, cree haber superado todas las miserias que han acompañado su historia y puede darse el lujo de calificar a otros.

Es la misma que está marcada por 8 siglos continuos de guerra, por la Inquisión, por la destrucción y la muerte generada en 4 continentes, que los hace violentos y siempre creyendo que son, lo que no son, la que ahora pone miles de trabas para ingresar al país, llegando a la humillación, a los latinos que hasta hace poco les dieron de comer, pero ya lo han olvidado y les tratan de impedir que accedan a su territorio, así sea a conocer el oro y grandeza, que no pudieron ver en sus tierras, pues ellos se la llevaron para adornar a sus iglesias, castillos y palacios, dejando tras de sí muerte y destrucción.

Por todo eso, tienen razón TVE y otros medios, la inseguridad en Venezuela de verdad es un problema, no para la inversión, sino la inseguridad que tienen ahora esos inversionistas acostumbrados a que sus negocios habían sido siempre en base a la explotación y la humillación y no saben si hacerlos en Venezuela, en donde el Estado de Derecho y un gobierno dispuesto a no permitir esa situación, no les garantiza los millonarios negocios en que el pillaje y el cobro de jugosos contratos, aún sin cumplirlos, era la regla. Esa es la verdadera razón de por qué existe la campaña en contra de nuestro país, aquello de que “llegó el Comandante y los mandó a parar” está más vigente que nunca y se resisten a aceptarlo y siguen jugando a derrocarlo, pero no pasarán.


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