La guerra de palabras se ha hecho particularmente dura, y ahora EE.UU. e Irán intercambian abiertamente amenazas: la primera salva desde la investidura del presidente Barack Obama, y esto constituye una situación inquietante. “No estamos sacando de la mesa ninguna opción mientras continuamos por las pistas de presión y compromiso,” dijo esta semana el secretario de prensa del Pentágono, Geoff Morrell. “El presidente siempre tiene a su disposición toda una serie de opciones, incluyendo el uso de las fuerzas armadas… No es evidentemente nuestro camino preferido pero nunca ha estado, ni está ahora, fuera de la mesa.”
Hace algunos días se reveló que los militares de EE.UU. se preparan activamente para una guerra contra Irán. “El Pentágono y el Comando Central de EE.UU. están actualizando planes militares para atacar las instalaciones nucleares de Irán, preparando opciones actualizadas para el presidente en caso de que decida emprender una acción semejante,” informó CNN el lunes.
Los iraníes, por su parte, se han lanzado a su propia demostración de fuerza. “Las fuerzas armadas iraníes mostraron el domingo tres generaciones de misiles balísticos modernos hechos en el país en desfiles militares, marcando el Día del Ejército,” informó Fars News. La semana pasada, la agencia citó al jefe de estado mayor de las fuerzas armadas iraníes, teniente general Hassan Firouzabadi: “Como ya he anunciado, si EE.UU. ataca Irán, ninguno de sus soldados [en la región] volverá vivo a casa.”
Lo que es particularmente inquietante es que un ataque militar de EE.UU. (o Israel) contra Irán en el futuro cercano correspondería, de cierta manera, a los objetivos e imagen de relaciones públicas de Obama hasta ahora. En primer lugar, hay crecientes indicaciones de que, después de la candidatura demócrata, la presidencia, y la ley de atención sanitaria, Oriente Próximo se ha convertido en el próximo objetivo importante del presidente de EE.UU.
Por ejemplo, esto también se refleja en la masiva presión del gobierno de EE.UU. sobre Israel a fin de que haga más concesiones para renovar las negociaciones atascadas, “En el centro de este desacuerdo [entre Obama y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu] se encuentra un dramático cambio en la forma en que Washington percibe su propia apuesta en el juego,” escribió el lunes el ex embajador de EE.UU. en Israel, Martin Indyk, en un artículo de opinión en el New York Times. “En realidad comenzó hace tres años cuando la secretaria de Estado Condoleezza Rice declaró en un discurso en Jerusalén que ‘intereses estratégicos’ de EE.UU. estaban en juego en la resolución del conflicto israelí-palestino –un juicio reiterado por Obama la semana pasada cuando dijo que la resolución del conflicto árabe-israelí es un ‘interés vital de seguridad nacional’ para EE.UU.”
Además, Obama ha adquirido una reputación de lenta y metódica escalada de la retórica, seguida por acción atrevida y decidida. Tiende a dar a sus más poderosos oponentes mucho sitio para debatir y negociar, y a mostrar máxima reserva en un intento de poder reivindicar una alta posición moral: una brillante estrategia de relaciones públicas, por lo menos.
En el caso de Irán, ha llegado hasta el punto de retardar un apoyo vital para la oposición iraní en manifestaciones después de la elección el verano pasado y de presionar abiertamente a Israel para que no ataque. Bloqueó toda exteriorización sobre un posible escenario militar que proviniera de cualquier sitio importante en su gobierno durante casi un año, y se ha mostrado renuente a discutir una opción semejante hasta la fecha.
Críticos lo han acusado de ser demasiado blando, pero la dureza de la retórica de su gobierno hacia Irán ha estado aumentando desde fines del año pasado, cuando unos pocos funcionarios cautelosos comenzaron a hablar sobre la posibilidad de ataques militares contra el programa nuclear de Irán. La escalada ha sido lenta pero consistente, de manera similar a la progresión del debate interior sobre la atención sanitaria que terminó en una dramática victoria para Obama.
El sábado, el New York Times informó sobre partes de un memorando secreto del secretario de defensa de EE.UU. Robert Gates, que acusaba al gobierno de carecer de una política clara para retardar el programa nuclear iraní. [1]
Al parecer, partes todavía clasificadas del memorando proponían una preparación adecuada para ataques militares. Al provenir de Gates, un republicano que continuó como secretario de defensa después del gobierno de George W Bush debido a su prolongada oposición a una guerra contra Irán, ese hecho es significativo.
Analistas ven el conflicto entre EE.UU. e Irán como complejo y de gran alcance. “Hasta 2003, la estabilidad regional –tal como existía– se basaba en el equilibrio del poder entre Irán e Iraq,”, escribe el destacado think-tank Stratfor. Después de la guerra de Iraq, “EE.UU. se vio ante dos misiones. La primera fue estabilizar Iraq. La segunda fue suministrar la fuerza para contrarrestar a Irán.”
Existen serias dudas sobre si la retórica en sí no ha ido demasiado lejos como para que una reconciliación en este momento tenga que significar un fracaso para un lado o el otro. “Existe una preocupación legítima de que si sanciones son consideradas ahora como una necesidad política, ¿será una acción militar considerada como una necesidad política en 2011, una vez que las sanciones sean consideradas un fracaso?” dijo Trita Parsi, presidente del Consejo Nacional Iraní de EE.UU., este mes. [2]
El mes pasado, señalé que se dice que aliados regionales cruciales de EE.UU. como Israel, Arabia Saudí y Egipto han estado presionando por una acción militar de EE.UU. [3] “Existen países [en el Golfo] que quisieran ver un ataque nuestro [contra Irán], tal vez incluso de Israel,” dijo el jefe del Comando Central de EE.UU. David Petraeus a CNN en marzo.
Existen indicaciones coherentes de que Israel, también, se prepara para una inminente guerra regional y que tal vez incluso considera la posibilidad de iniciar la acción por su propia cuenta. “Por motivos prácticos, a falta de sanciones genuinas, Israel no podrá esperar hasta el fin del próximo invierno, lo que significa que tendría que actuar cerca de las elecciones al Congreso en noviembre,” escribió este mes en el periódico israelí Ha’aretzel brigadier general Ephraim Sneh, ex ministro de defensa adjunto de Israel.
La evaluación de Sneh ha sido una de las más atrevidas hasta la fecha en cuanto a predicciones de un momento específico, pero responsables y políticos israelíes importantes, incluido Netanyahu, han propugnado el uso de la fuerza militar como un instrumento de último recurso para impedir que Irán adquiera armas nucleares. El primer ministro israelí ha afirmado repetidamente su creencia en que un Irán nuclear plantearía un desafío existencial para el Estado judío, y debería ser impedido a pesar del alto precio.
Fuentes cercanas a su persona aumentan el peso de sus palabras a la luz de la relación especial entre él y su centenario padre, quien predijo el Holocausto en 1937 y es un destacado halcón belicista respecto a Irán. “Hay que mirar al peligro directamente a los ojos, sopesar con calma lo que debiera ser hecho, y estar preparado para entrar en la refriega en el momento en que las posibilidades de éxito parezcan razonables,” dijo el Netanyahu mayor como consejo a Israel y a su hijo durante el discurso de celebración de sus 100 años el mes pasado. [4]
En este contexto, la acusación israelí de la última semana de que Siria ha suministrado misiles Scud a Hizbulá puede ser vista, entre otras cosas, como parte de una campaña de relaciones públicas para desacreditar al Líbano y a Siria en preparación para un posible conflicto con ellos. Esto no quiere decir que la afirmación israelí sea incorrecta: al contrario, parece ser verídica, y este hecho es un indicador más de la volatilidad en la región. Incluso una importante fuente de Hizbulá (aunque anónima), entrevistada por el periódico kuwaití al-Rai, confirmó los informes. Israel ha sostenido desde hace tiempo que la transferencia de misiles avanzados a Hizbulá sería considerada como razón legítima para una acción militar preventiva.
Las tensiones han aumentado durante los últimos seis meses, o algo así, a pesar de intentos mutuos entre Israel y Siria de evitar una guerra hecha y derecha. El presidente sirio Bashar al-Assad decidió, durante visita sorpresa a Egipto, discutir la posibilidad de una guerra israelí-siria, informóHa'aretz. [5]
Extrañamente, el Líbano parece ser uno de los pocos temas en Oriente Próximo sobre los que Israel y EE.UU. pueden estar de acuerdo. “Si una acción semejante ha tenido lugar [transferencia de Scuds a Hizbulá]… claramente pone al Líbano ante un riesgo significativo,” declaró a periodistas la semana pasada el portavoz del departamento de Estado de EE.UU., P J Crowley.
Es difícil decir en este momento si una gran guerra en Oriente Próximo es inevitable, pero las nubes se están oscureciendo significativamente, y EE.UU. parece inclinarse rápidamente a favor de la idea de un ataque militar contra instalaciones nucleares iraníes, a ser realizado por los propios estadounidenses o por Israel. Es un evento importante, y la próxima línea roja importante que hay que observar sería si una declaración confirmando una acción militar proviniera directamente del presidente de EE.UU. Si sus antecedentes han de servir de indicador, y Obama decide actuar, abandonará su reserva y lo hará rápida y decididamente.
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Notas
1. Gates Says US Lacks a Policy to Thwart Iran, New York Times, 17 de abril de2010.
2. Israel evades 'ambush' at nuclear summit Asia Times Online, 15 de abril de 2010.
3. Israel puts US on notice, Asia Times Online, 13 de marzo de2010.
4. Now the Americans are certain no one is in charge here
5. Report: Assad due in Egypt to discuss fear of Israel-Syria war
Victor Kotsev es un periodista independiente y analista político con experiencia en Oriente Próximo.
(Copyright 2010 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/
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