El decorado en el cual tienen lugar las elecciones este domingo en Colombia, no puede ser peor. Como telón de fondo, narcos y criminales con detención domiciliaria, jueces que dictan habeas corpus a criminales ligados al poder. Orgías de dineros del narcotráfico que circulan lavados en forma de gorras, vallas publicitarias, bolígrafos, llaveros y cuanto cachivache se preste para promover al candidato de turno.
El dinero del narcotráfico encuentra en las elecciones y en los candidatos del régimen el terreno abonado para recibir su carta de ciudadanía en la maltrecha economía nacional. Fundaciones fantasmas, comités con doble contabilidad, compra de votos, donaciones, mordidas a empleados oficiales, todo vale para que el dinero termina determinando el voto por el candidato.
En algunas regiones del país, sobre la amenaza de la motosierra se siguen definiendo y perpetuando los caciques locales, barones electorales de siempre, la misma calaña, la población o votan por el candidato parapolítico o se mueren, esa es la consigna en algunas regiones de presencia mafiosa y paramilitar.
Mientras ello ocurre, algunos pocos candidatos honestos, que todavía los hay afortunadamente, y que son la excepción a la regla, se movilizan en transporte público, pegando sus afiches en blanco y negro, sin marketing y sin mojar prensa oficial. Otros viajan en helicóptero, jet privado, pagan cuñas en TV, o contaminan con sus vallas cada cien metros, sin que nadie responda de dónde sacan tanta plata.
Los candidatos honestos que hemos detectado entre tanta maraña de sinvergüenzas, los contamos con los dedos de la mano, Gloria Inés Ramírez, Piedad Córdoba, Carlos Lozano, Jorge Enrique Robledo, Fernando Garavito, todos/todas de horizontes ideológicos diferentes, que no necesariamente compartimos, pero respetamos y valoramos. Todos ellos tienen en común su compromiso con la paz y la justicia social, y que comparten, como víctimas de la sevicia del régimen, el señalamiento de ser miembros de la insurgencia.
Es curioso que todos los candidatos que se han demarcado del establecimiento reciben la misma receta que los macartiza y que los convierte en objetivos militares de terrorismo de Estado. El régimen colombiano no soporta que existan candidatos que se resisten a vender sus ideales y su compromiso, como ciertos que sucumbieron al plato de lentejas de la oligarquía colombiana.
Como siempre, la abstención marcara el derrotero de nuestra democracia de papel, los muertos votarán de nuevo, algunos votaran dos veces, y otros dejarán su cédula en la registraduría porque comprendieron que no vale la pena en medio de tanto putrefacción.
Sólo una gran coalición de sectores revolucionarios, progresistas, campesinos, indígenas, de trabajadores, militares bolivarianos e inconformes de los partidos oligárquicos, es el espacio para la Construcción de la Nueva Colombia.
http://www.anncol.eu/noticias-del-mundo/4/elecciones-prostituidas505
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