En la política internacional sur americana el nombre del Comandante Hugo Chávez sirve para los más disímiles propósitos. Al presidente de Colombia, por ejemplo, le sirve para invocar y mantener la guerra con sus vecinos y muy especialmente para justificar la instalación de bases norteamericanas violando la soberanía colombiana. A otros países les inspira la necesidad de convenir acuerdos de unidad y cooperación para lograr programas de desarrollo social y económico. El presidente Alan García pretende utilizar el nombre del Comandante para disimular el hervidero político peruano.
Es protuberante la intensa campaña de prensa y TV peruanas dirigida contra el gobierno bolivariano y todas las iniciativas emprendidas desde Venezuela en procura de la unidad latinoamericana. Pero es insuficiente para tapar los escándalos políticos internos que padece el gobierno peruano. Hay confusiones por un supuesto espionaje chileno en territorio peruano; intenso debate por la compra de tanques de guerra violando las disposiciones sobre licitación; amnistías concedidas a personajes de su régimen presuntamente corruptos; prestación deficitaria del servicio de salud que se encuentra en estado de emergencia; el pueblo empobrecido lamenta que Alan García hubiera prohibido la generosa Misión Milagro en Perú; aumento sostenido del desempleo y manipulación de los indicadores estadísticos. Las encuestas sobre las próximas elecciones presidenciales colocan a una hija de Fujimori en posición sobresaliente. Todo este ambiente ha precipitado la algarabía de la contienda y ante la imposibilidad de resolver los escándalos, lo mejor es recurrir al fantasma de Hugo Chávez como si fuera posible engañar al pueblo que siente la realidad.
Ante la incapacidad de responder adecuadamente a las reclamaciones de Bolivia por conceder asilo a ex ministros venales, convirtiendo a la patria peruana en el destino dorado de cuanto rufián aparezca en el vecindario, emplea García la patraña de acusar a Evo Morales de estar siendo azuzado por Hugo Chávez. Dos golpes con una sola pedrada. Mantiene con discreción desleal las reclamaciones por espionaje al gobierno chileno como una treta para no perturbar el posible triunfo de la derecha en ese país, porque esta eventualidad inclinaría la balanza hacia la misma tendencia en las próximas elecciones peruanas. Sin embargo, esta jugarreta será insuficiente tarde o temprano porque los pueblos se van cansando de trampas y engaños.
La realidad indica que el pueblo peruano de origen andino autóctono siente las reivindicaciones que están ocurriendo en Ecuador y Bolivia. El rescate de las culturas ancestrales se irá imponiendo como una necesidad vital y el APRA de Alan García incapaz llegará a su fin, hacia el mismo destino al que han llegado adecos, copeyanos y los demás partidos derechistas en la región.
Debe recordarse que era el Tahuantinsuyo lo que existía, origen único de todos los pueblos en ese extenso territorio que habla todavía el mismo idioma y padece la marginación y la misma pobreza como tragedia general desde cuando fue sometido por el barbarismo de los invasores españoles. Contra esta realidad no hay viveza, patraña o engañifa que se imponga.
Mérida, 4 de Enero de 2010.
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