sábado, 22 de octubre de 2011

Masacres imperiales


CounterPunch...22/10/2011

Después de no haber visto imágenes post mortem de Osama bin Laden y Anwar al-Awlaki, el mundo tiene ahora a su disposición fotografías de Muamar Gadafi liquidado con una bala en la cabeza después de ser herido por soldados de la OTAN en tierra en las afueras de Sirte. ¿Llegó la orden fatal, ‘Remátenlo’, por teléfono móvil desde el Departamento de Estado, cuya secretaria, había pedido anteriormente su muerte, o fue debida a la iniciativa local? En todo caso, ya que Gadafi estaba prisionero en el momento de su ejecución, fue un crimen de guerra y confío en que cuando se jubile la señora Clinton sea detenida en medio de alguna vacación en el extranjero y que se le entregue una orden para comparecer ante un tribunal.

Mi amigo y vecino en Petrolia, Joe Paff, escribió una respuesta a una horrenda historia sobre el asesinato de Gadafi en el sitio de Yahoo, y comentó “este tipo de regocijo maligno va a volver y a morder tu trasero. Imagina cuánta gente en el mundo quisiera ver a Netanyahu u Obama arrancados de sus escondites y torturados. Tardará unos seis meses antes que todos lamenten los ‘nuevos demócratas’ libios.”

La reacción electrónica inicial de Yahoo fue escribir a Joe: “¡Upa! Pruebe de nuevo”. Por lo tanto hizo clic en “envíe” por segunda vez. Yahoo entonces reescribió su comentario, completo con errores de ortografía, borró toda mención de Netanyahu u Obama, y lo “envió” como “este es el tipo de regocijo maligno que vuelve y te muerde en el trasero. Imagina cuánta gente en el mundo quisiera ver a estadounidenses arrastrados por las calles y torturados hasta morir.” Joe me escribió: “Solo otro pequeño episodio en la inteligencia artificial y los actuales tabús”.

Supongo que la primera foto post mortem imperial triunfalista de una ejecución semejante que puedo recordar en mi vida es la de Che Guevara, asesinado por órdenes de la CIA en La Higuera, Bolivia, el 9 de octubre de 1967. Probablemente la mejor hora del Che fue durante su liderazgo de las fuerzas antiimperiales cubanas desplegadas en África, que derrotaron a las fuerzas sudafricanas y mercenarias blancas en uno de los mayores actos de solidaridad revolucionaria que el mundo haya presenciado.

Gadafi, incluso en su fase acomodaticia en nuestros días, fue siempre una amarga afronta para el Imperio, un personaje “satánico” en una tradición que data del Mahdi, cuyos hombres mataron al general Gordon en Sudán en 1888. Recuerdo afectuosamente a los izquierdistas y republicanos que llegaron a Trípoli en los años sesenta a fin de pedir a Gadafi fondos para sus causas, y a algunos que volvieron con un amplio suministro de dinero y consejos detallados.

Dólar por dólar, dudo de que Gadafi tenga un rival en alguna evaluación de la cantidad de ingresos del petróleo en su área que haya sido realmente distribuida para propósitos sociales benignos. Se amontonan las burlas a su Libro Verde, pero es seguro que en su intención es positivamente comparable con textos occidentales semejantes. Cualquiera que haya sido calificado por Ronald Reagan de “Perro rabioso de Medio Oriente”, tiene un sitio de honor en mi panteón personal.

Ya que estamos en el tópico de las ejecuciones imperiales, no olvidemos el 17 de octubre de 1961. La semana pasada fue el cincuentenario de la masacre en París de cientos de argelinos por la policía antidisturbios francesa. Por un llamado del FLN, los argelinos se habían reunido en sus suburbios y chabolas y fueron al centro de París a apoyar la guerra de liberación argelina, que entonces cumplía seis años. Argelia, recordad, era en términos formales, un departamento francés.

Concentrándose en la estación de metro Charonne, la policía antidisturbios francesa atacó con salvajismo letal, golpeando y disparando hasta matarlos a manifestantes pacíficos y lanzando sus cuerpos al Sena. Después recuperaron cadáveres del río en localidades tan lejanas río abajo como Le Havre. Actualmente se considera que la cantidad de muertos fue por lo menos de 300, con algunas víctimas asesinadas en centros de detención en París. El ministro francés del Interior en la época en el gobierno de De Gaulle era Maurice Papon. En 1981, el semanario francés Le Canard Enchaînépublicó un artículo acusando a Papon de haber colaborado con los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Papon fue oficialmente acusado de crímenes contra la humanidad en 1983. Su juicio por supervisar la deportación de 1.600 judíos a un campo de detención en el suburbio parisino de Drancy no tuvo lugar hasta 1997. El papel de Papon en la masacre del 17 de octubre de 1961, y por cierto los detalles de la masacre en sí –ocultados durante mucho tiempo en la memoria pública francesa– salieron a la luz durante su proceso.

En febrero de 1962 hubo una inmensa manifestación de protesta contra la masacre del 17 de octubre en París. Joe Paff y su mujer Karen estuvieron recientemente en París, y se alojaron en el 20 en un hotel de propiedad de argelinos franceses. El dueño le mostró una foto de sí mismo en la vanguardia de la manifestación, y recordó lo sorprendido que estaba de que tantos fotógrafos estuvieran ansiosos de tomar su foto. Solo años después se dio cuenta que el hombre de que quien había enlazado su brazo era Jean-Paul Sartre.

La masacre ha sido reconstruida ahora en un documental por Yasmina Adi: Ici on noie les Algériens, “Aquí ahogan argelinos”, palabras pintadas en rojo en el parapeto de uno de los puentes sobre la Sena.

Andrew Cockburn escribe sobre temas de seguridad nacional y otros relacionados. Su libro más reciente es: “Rumsfeld: His Rise, Fall and Catastrophic Legacy” Es coproductor de “American Casino,” el largometraje documental sobre el actual colapso financiero. Para contactos, diríjase a amcockburn@gmail.com.

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

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