martes, 27 de septiembre de 2011


El objetivo es la relación entre EE.UU. e Israel
La Tercera Intifada


CounterPunch...27/09/2011

Queda por ver qué cambiará realmente sobre el terreno en los próximos meses después de la iniciativa palestina de solicitar a las Naciones Unidas que reconozcan un Estado palestino en los territorios ocupados por Israel en 1967 como Estado miembro u observador de la ONU. Esa iniciativa podría significar una victoria sustantiva para el pueblo palestino, solo una victoria simbólica, o un revés cuantificable si EE.UU. e Israel convierten su retórica vindicativa en políticas concretas. Mientras esperamos que se aclare el impacto de la iniciativa en la ONU, debemos reconocer que, a pesar de todo, ha sido una semana histórica de diversas maneras.

I.

El evento más importante que será registrado por futuros historiadores es que esta semana pasada en septiembre representó el momento en el cual el conflicto árabe israelí se transformó estructuralmente en un conflicto árabe-israelí/estadounidense, por la manera profunda y explícita en que el gobierno de EE.UU. se ha puesto de parte de Israel. EE.UU. ha tratado históricamente, sin mucho éxito, pero a pesar de ello haciendo un esfuerzo visible, de expresar su apoyo a la supervivencia y seguridad de Israel mientras trataba de mediar una resolución del conflicto que incluya el nacimiento de un Estado palestino en gran parte de las tierras ocupadas en 1967. Ese acto de equilibrio, por poco convincente que haya sido, ahora está formalmente muerto por el momento, gracias a disparos en el corazón de un pelotón de fusilamiento de políticos estadounidenses que han lanzado andanadas de disparos contra el débil y condenado fenómeno que otrora se llamó “mediación de EE.UU.”

EE.UU. ha elegido colocarse junto a Israel de dos maneras importantes: [1] El presidente dejó claro que la Casa Blanca valora los derechos israelíes más que los derechos palestinos, y [2] el Congreso dominado por los republicanos se ha puesto el manto de representante del sionismo así como del pueblo estadounidense.

Israel ha pasado de la fase en la que buscaba su bienestar y restauración nacional en tiempos pasados como la “city on the hill” [ciudad en la montaña] a la situación actual en la que su bienestar se basa en el simple control de la montaña [The Hill], el Congreso de EE.UU.

El nuevo conflicto que pone al mundo árabe en confrontación con el combinado israelí/estadounidense no se librará con medios militares, como ha sido el caso desde 1947 en el antiguo conflicto árabe-israelí. El nuevo conflicto verá a los árabes y sus partidarios y amigos en busca de medios políticos y otros pacíficos para enfrentar, resistir y cuestionar a Israel-EE.UU. de la misma manera que el mundo lo hizo con la Sudáfrica del apartheid hace décadas. Es porque EE.UU. ha mostrado ahora sin ambigüedades que acepta la posición israelí sobre los temas existenciales de Estado, soberanía y derechos nacionales que forman el corazón del conflicto palestino-israelí y de conflictos árabes-israelíes más amplios. Israel-EE.UU., un solo protagonista político colectivo, se ha posicionado directamente más allá de los confines de los inmensos y universales sentimientos legales y éticos que ven la necesidad de reconocer un Estado palestino como el mejor medio de terminar las fracasadas negociaciones bilaterales mediadas por EE.UU. y buscar justicia y seguridad para todas las partes en este conflicto. Israel-EE.UU. está aislado y criminalizado a los ojos de la mayor parte del mundo. De ser la “nueva Jerusalén” que Israel-EE.UU. ha pretendido representar a menudo, es ahora la “nueva Sudáfrica”.

II

De la misma importancia es el segundo evento histórico de este mes: Los palestinos, los árabes y la mayor parte del resto del mundo ya no dudan en enfrentar a Israel-EE.UU. El inmenso poder que posee Israel-EE.UU. ya no representa un disuasivo para los que están en desacuerdo con él o desean resistir sus excesos y su criminalidad contra palestinos y otros árabes. Que incluso un débil líder palestino como Mahmud Abbas haya podido resistir en gran parte las intensas presiones, amenazas y sobornos a los que lo sometió Israel-EE.UU. en las últimas semanas, indica que hemos entrado a la Tercera Intifada, dirigida contra la posición política de Israel-EE.UU. y no solo contra la ocupación israelí. Las implicaciones de que los palestinos y otros hayan desafiado osadamente al combinado israelí-estadounidense serán inmensas, y tardará meses antes de que sean más evidentes. Si acciones políticas como la iniciativa en la ONU se combinan con la desobediencia cívica popular y la resistencia de masas contra Israel en todos los terrenos cuando entren en contacto con los árabes -en sus fronteras, en Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este, dentro de Israel, y en embajadas israelíes en todo el mundo– es probable que veamos presiones significativas para crear un mecanismo enteramente nuevo para intentar la solución pacífica del conflicto árabe-israelí, que sigue siendo la solución pacífica para todos.

III

Son días históricos en Medio Oriente, en todos los frentes:

1. Dentro de los países árabes.

2. En las relaciones turcas en la región.

3. En el conflicto árabe-israelí.

4. En las interacciones árabes con EE.UU.

5. Y tal vez dentro de poco en nuevos roles para Europa o Rusia de alguna manera.

La síntesis de esos cinco dominios tardará algunos años en ser evidente. Cuando eso suceda, probablemente miremos hacia este mes de septiembre de 2011 como el momento decisivo en la conducta de los principales protagonistas.

Rami G. Khouri es periodista de The Daily Star, y director del Issam Fares Institute for Public Policy and International Affairs en la American University de Beirut, en Beirut, el Líbano.

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

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