La catástrofe material provocada por el terremoto del 27 de febrero dejó al descubierto una sociedad, un Chile quebrantado por los valores del mercado. Por terribles desigualdades, por la especulación desenfrenada, el consumismo delirante, el individualismo exacerbado. Grandes empresarios de la construcción, algunos en cargos de gobierno, ideando triquiñuelas para estafar o evadir sus responsabilidades para con los damnificados, funcionarios de las instituciones del Estado tratando de eludir su responsabilidad ante los cientos de muertos por el maremoto no avisado. Autoridades que no asumen honesta y cabalmente su deber ante la patria; definitivamente el proceder a que induce el sistema dominante, su ética es la corrupción, el deshonor.
¡No debemos tolerar tales conductas ni escala de valores! Hacerlo es complicidad.
Es tiempo del despertar. ¡A exigir que la electricidad, el agua, las comunicaciones, por ser estratégicas, y el cobre para financiar la reconstrucción, vuelvan a manos del Estado! Es urgente rechazar toda acción orientada a debilitar las organizaciones sociales, la base social del país, tan dañadas por practicas desintegradoras del tejido social.
Es hora de la reflexión cuando se habla de la reconstrucción. ¿Queremos reconstruir el país donde predominan las decisiones de unos pocos, las desigualdades, las mediaguas en las zonas devastadas, el empleo precario, el clientelismo, el soborno?, o hacer lo que corresponde a un pueblo digno: exigir la reconstrucción del país sobre las bases de la solidaridad, la justicia social y la soberanía nacional.
Por ello es tan importante destacar e impulsar todas aquellas manifestaciones de solidaridad y generosidad surgidas desde la base social donde pescadores, bomberos, sencillos carabineros y dirigentes sociales salieron a las calles, sin esperar orden superior, alertando del maremoto, salvando centenares de vidas. Corresponde exaltar y valorar todas aquellas acciones que resultado de la unidad y organización del pueblo, sin interés ni cálculo, ha estado dando ejemplos de valor y entrega.
Los desafíos de la reconstrucción material y social del país son una tarea nacional y para que este esfuerzo no lo conviertan en un jugoso negocio de unos pocos y sacrificio de muchos, es que debe el gobierno, entre otras cosas, crear empresas públicas para construir todo aquello que pertenece al Estado: hospitales, colegios, etc. y que éstos no sean entregados a la codicia del negocio privado. Igualmente conceder créditos blandos para la micro, pequeña y mediana industria, el comercio y los damnificados. Y asimismo, que exista un firme control social a partir de las comunas del país, dado que tanto las autoridades del Estado como también otras organizaciones que debieron ejercerlo no lo han hecho efectivo.
En nuestra comuna surgió la iniciativa, el mismo 28 de Febrero, de constituir una coordinadora de organizaciones sociales y sindicales para la solidaridad con el pueblo de Lota, integrada por sindicatos, juntas de vecinos, estudiantes, centros juveniles, la cultura, artesanos, mujeres, derechos humanos, etc., las que dadas las circunstancias expuestas deben proyectarse como una instancia de unidad, participación y control social para la reconstrucción social y material del país. Organizaciones que por la fuerza de los hechos y autoridad moral deben en una misma mesa junto a las autoridades locales, parlamentarios de los distritos, partidos políticos, colegios profesionales y universidades sentarse a reflexionar y acordar las formas y modos de la reconstrucción del Chile y la sociedad que necesitamos.
Carlos Gajardo Álvarez es dirigente social en la comuna de La Florida (Región Metropolitana)
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