Quienes en Washington organizaron el golpe de Estado al presidente Zelaya, tuvieron la “precaución” de instalar a un civil al frente de la dictadura. Hoy son pocos, en el mundo, que tratan a Micheletti de dictador. Parece que solo los militares pueden ostentar tal título.
Debido a sus procedimientos, a los dictadores militares se les trata de gorilas, asesinos, genocidas, etc. Salvo que no sea del gusto de Estados Unidos, a casi ningún civil dictador se le ha tratado así, aunque proceda igual o peor. Esto es lo que sucede en Colombia.
En este país se hacen elecciones periódicas, pero desde hace más de cuarenta años ha vivido bajo estados de excepción, que tienen recortadas las libertades civiles como en pocas dictaduras del mundo.
Y es terriblemente peor la situación, porque en Colombia existe un Estado terrorista. Para entender esto, es necesario hacer una comparación, así sea odiosa.
En conjunto, las dictaduras de Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia y Chile fueron responsables de unos 15 mil asesinatos y desapariciones.
Y aunque no se crea… Desde 1986, las fuerzas represivas del Es tado colombiano, y sus ejércitos narco-paramilitares, volvieron pan de cada día los crímenes, torturas y desapariciones. Siempre con un civil al frente del Estado, las organizaciones sociales no progubernamentales y la oposición política legal han sido el objetivo a eliminar.
Cinco han sido los presidentes desde esa fecha. Al final de su mandato, cada uno de ellos se ha ido con más de diez mil (10.000) crímenes a sus espaldas, aunque no en la conciencia.
Entre agosto 2002 y junio 2004, tan solo Álvaro Uribe Vélez contabilizó 10586 crímenes. Desde entonces ha duplicado la cantidad, según registros de Naciones Unidas.
Así insisten por ahí que en Colombia existe una democracia.
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