Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos |
Desde su inicio en 1901 el FNJ ha sido un actor clave en la desposesión de los palestinos y en la colonización de su patria. Como indica Uri Davis en su libro Apartheid Israel, el Fondo Nacional Judío de 1953 y el Convenio de 1961 entre el gobierno de Israel y el FNJ son fundamentales en el sistema israelí de apartheid legal que “nacionaliza” propiedades pertenecientes a palestinos.
A pesar de su historia, el FNJ tiene oficinas en las capitales de Bolivia y Venezuela donde colectan fondos para consolidar aún más un sistema racista y borrar las señales del doble crimen de Israel: la limpieza étnica de Palestina y la demolición de las comunidades árabo-judías por todo el mundo, y la transferencia de judíos de origen árabe a Palestina utilizando el engaño y el terror.
Después de demoler la mayoría de los pueblos palestinos en el territorio llamado ahora Israel, el movimiento sionista albergó a los judíos de origen árabe transferidos a algunos de los pueblos y el FNJ les dio trabajo plantando bosques de pinos sobre las ruinas de los pueblos palestinos.
El FNJ y el Convenio definen juntos el 93% de todo el territorio ocupado por Israel en 1948 como “tierras nacionales” designadas legalmente para aquellas personas definidas como “judías” por las leyes del Estado de Israel. Esto hace que en la práctica estas tierras estén fuera del alcance de los palestinos originarios, con lo que se lleva a cabo una especie de limpieza étnica legal. Además, el FNJ ha desempeñado un papel decisivo en ocultar las ruinas de muchos, si no de la mayoría, de las localidades palestinas limpiadas étnicamente por el ejército israelí tras la guerra de 1948. Según Uri Davis, lleva a cabo esta tarea plantando bosques y desarrollando instalaciones de recreo sobre las tierras que ellos limpiaron y encima de sus ruinas.
Un ejemplo excelente del doble crimen que están cometiendo los sionistas es el bosque de Eshtaol. La mayor parte de este bosque recubre las tierras de dos pueblos palestinos, Islin, donde vivían 280 habitantes, e Ishwa, el antiguo hogar de 680 palestinos. Los habitantes de estos pueblos fueron expulsados por la brigada Harel de la milicia Palmach, que salió del kibbutz Zoraa la mañana del 18 de julio de 1948. El bosque de Eshtaol cubre también las tierras de otros dos pueblos, Beit Mahsir, de donde el 11 de mayo de 1948 fueron expulsados 2.620 habitantes, y Beit Susin, de donde fueron expulsados 230 habitantes el 20 de abril de 1948.
En el bosque de Eshtaol hay tres patios. El primero está dedicado a la memoria de Simón Bolivar, el venerado libertador de América Latina del colonialismo europeo en el siglo XIX; está situado en las tierras del pueblo de Ishwa. Los otros dos están dedicados a otro libertador de América Latina del mismo periodo, el general José de San Martin; están situados en las tierras de Beit Mahsir.
El moshav (término sionista para pueblo) Eshtaol, construido sobre las ruinas de Ishwa, es un pueblo de emigrantes de Yemen que fueron transferidos a Palestina por el movimiento sionista inmediatamente después de la limpieza étnica de 1948. En el campo de transferencia de Sana, la capital de Yemen, la Agencia Sionista saqueó entonces más de 50 toneladas de los antiguos libros sagrados y manuscritos antiguos de la comunidad judía yemení, y muchas toneladas orfebrería, una artesanía de la que eran especialistas. En el campo de transferencia se secuestró a niños y los entregaron en adopción a familias judías europeas. Una vez establecidos en el moshav Eshtaol y en el moshav vecino, Yishi, que tiene una historia idéntica, la comunidad consiguió restaurar parte de su vida tal como era en Yemen.
La vuelta de los refugiados palestinos a sus tierras no significa necesariamente otra desposesión de esta comunidad. Al contrario, puede suponer una oportunidad de establecer relaciones de vecindad que reparen el mal hecho por el movimiento colonial y de colonos europeo tanto a los refugiados palestinos como a los judíos de países árabes. Mientras tanto, fortalecería la cultura de la comunidad judía yemení de moshav Eshtaol ymoshav Yishi, que siempre estuvo alimentada por las civilizaciones árabe y musulmana en su país de origen. También serviría para fortalece su dialecto árabe del hebreo, un dialecto y una cultura que corren peligro de ser exterminadas por la clase dirigentes sionista israelí ashkenazi.
Sólo cuando se rectifiquen estas injusticias históricas el uso de los nombres de estos héroes revolucionarios estará justificado. Hasta entonces, las personas preocupadas por la justicia social deberían presionar a los gobiernos de Venezuela y Bolivia para que echen a patadas al Fondo Nacional Judío de sus ciudades.
Rahela Mizrahi es licenciada en Bellas Artes en la Academia Betzalel de Jerusalén y actualmente está estudiando el posgrado y escribiendo “Modelos de expropiación, conversión y apropiación del patrimonio palestino a través del arte israelí” en la Universidad de Tel Aviv. Un aversión de este artículo se publicó en la Red Internacional Anti-sionista: http://www.ijsn.net/398/.
Enlace con el original: http://electronicintifada.net/v2/article10708.shtml
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