Davis es el estadounidense detenido como espía mientras trabajaba con cobertura diplomática en nuestra embajada de Islamabad, Pakistán. Es comprensible que los países extranjeros hayan dejado de confiar en nosotros y que la gente se alce en todo Medio Oriente contra el Gran Satán.
En la Guerra de Vietnam, Laos tenía una posición geoestratégica, como la que tiene actualmente Pakistán en relación con Afganistán. Como en Pakistán, nuestro país realizaba en Laos operaciones militares encubiertas contra un pueblo soberano, utilizando a la CIA.
Fui técnico en demoliciones en la Fuerza Aérea y me reasignaron para trabajar en la operación Air America de la CIA en Laos. Entregamos nuestras tarjetas de identificación militar y nuestros uniformes, nos dieron una tarjeta de identidad del Departamento de Estado y nos pusieron jeans. Nos dijeron que si nos capturaban alegáramos inmunidad diplomática, si seguíamos con vida. Realizábamos nuestras misiones militares a diario en Laos, Camboya, Tailandia y Vietnam.
También sabíamos que posiblemente no nos buscarían si nos mataban o capturaban y que dirían a nuestras familias en EE.UU. que habíamos muerto en un accidente automovilístico de algún tipo en Tailandia y que nuestros cuerpos no se habían recuperado.
Nuestro equipo sabía cuándo llegarían inspectores de las Naciones Unidas y los medios internacionales, controlábamos los aeropuertos. Desaparecíamos en nuestros pisos francos para que no nos hicieran preguntas. Todo era una operación muy bien preparada, hace 60 años, que involucraba a los militares y diplomáticos de la embajada de EE.UU. Ya había existido durante mucho tiempo cuando estuve durante la Ofensiva del Tet de 1968. Continuó durante mucho tiempo más, hasta que nos derrotaron y tuvimos que abandonar la guerra fracasada.
En Laos, el programa en el que participé realizaba asesinatos sistemáticos de personas identificadas como desleales a los objetivos de EE.UU. Se llamaba el programa Phoenix y eliminó a unas 60.000 personas en toda Indochina. Hicimos un daño sorprendente a la infraestructura civil del país, y a pesar de ello perdimos la guerra. Vi a un equipo de mercenarios que yo estaba entrenando que nos mostró una bolsa repleta de orejas de civiles muertos que habían asesinado. Así nos demostraban sus muertes. En esos días los Boinas Verdes les decían que sólo tomaran fotos de los muertos, que dejaran las orejas.
Mel Gibson hizo una película sobre todo eso titulada Air America. Incluía como trasfondo la operación ilegal de drogas que realizaba la CIA para pagar sus operaciones. El Congreso no había autorizado fondos para lo que estábamos haciendo. También vi directamente la operación de drogas. Todo esto fue detallado en The Politics of Heroin in Southeast Asia de Alfred McCoy. No hice la conexión de todo esto hasta las audiencias de Irán-Contra cuando Oliver North testificó al respecto. Oliver North fue uno de los dirigentes de la Operación en Laos a la que yo estaba asignado.
Nuestro país tiene una larga historia de este tipo de programas que data de la Segunda Guerra Mundial. Al parecer los copiamos de los nazis en esa guerra. Lo justificamos como necesario en la Guerra Fría. Una de las primeras operaciones fue T.P. Ajax dirigida por Kermit Roosevelt para derrocar al gobierno democráticamente elegido de Irán en 1953, con el fin de apoderarnos de los campos de petróleo.
En ese golpe la CIA y el Departamento de Estado perfeccionaron por primera vez, bajo los hermanos Dulles, esas acciones encubiertas, ilegales e inmorales. Algunos historiadores han sugerido que la Operación T.P. Ajax fue el evento que activó la fuerza política del fundamentalismo islámico que todavía encaramos actualmente.
Chalmers Johnson, también ex empleado de la CIA, escribió una serie de libros sobre las repercusiones que ocurren cuando se oculta la verdad al público estadounidense.
Si hubiéramos tomado una actitud diferente ante nuestros problemas en esos días, una actitud que no se basara en mentir a nuestro propio pueblo y a los pueblos de otros países y matar indiscriminadamente, nuestro país no se vería en la situación desastrosa en la que se encuentra actualmente en el exterior.
En esos días de la Guerra de Vietnam yo era joven e insensato, ambicionando mi aprobado en seguridad de Máximo Secreto, algo muy importante para un hillbilly [habitante rural] de la región de los montes Apalaches. Creíamos que éramos personajes al estilo de James Bond, pero ahora lo veo mucho más claro. Ese tipo de acciones tienen consecuencias inmensas y de largo alcance y deberían eliminarse.
Ante el fiasco de Ray Davis en Pakistán veo que ahora nuestro gobierno sigue manteniendo su antigua costumbre de negar ante la gente del mundo lo que todos saben que es verdad.
¿Cuándo terminará esta hipocresía oficial? ¿Cuándo se pronunciará al respecto nuestra clase política y dejará de compartir mentiras y trucos? ¿Cuántos más de los nuestros y otros morirán en estos programas insensatos?
Davis está ahora en mala situación porque la mayor parte de la gente del mundo, como lo vemos en Medio Oriente, es consciente de las mentiras y ya no mira hacia otro lado.
Digo que “la mayor parte” lo sabe, porque mienten constantemente a nuestro propio público, el que supuestamente controla a los militares y a la CIA. Es triste ver al presidente Obama repitiendo la gran mentira.
Robert Anderson vive en Albuquerque, N.M. Para contactos escriba a: citizen@comcast.net
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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