Después de la guerra de 1967
En medio de la melancolía dominante que afectó al mundo árabe después de la derrota en 1967 por las invasiones simultáneas por Israel de tres países árabes y la ocupación de sus territorios y de la totalidad de Palestina, el desafío de las guerrillas revolucionarias palestinas al poder colonial de Israel en la batalla de Karamah en marzo de 1968 renovó las esperanzas de decenas de millones de árabes y renovó la preocupación de las dictaduras neocoloniales árabes (a pesar del papel considerablemente exagerado de las hazañas de Arafat durante la batalla). La revolución palestina inspiró a muchos pero también coincidió con esfuerzos revolucionarios no solo en el Tercer Mundo en general sino también en los países árabes.
Las mejores noticias revolucionarias anticoloniales en el mundo árabe después de la derrota de 1967 provinieron de la Península Arábiga. En noviembre de 1967 los revolucionarios del Sud de Yemen infirieron una ignominiosa derrota a los británicos y liberaron su país del yugo de Gran Bretaña colonial, que había gobernado Adén desde 1838. Los yemeníes del Sur pronto fundaron la República Democrática Popular de Yemen, que duró 22 años antes de ser finalmente disuelta por Yemen del Norte y sus aliados saudíes.
En el vecino Omán, la continua lucha por liberar el país entró a una nueva etapa de guerra de guerrillas bajo el liderazgo del Frente Popular por la Liberación de Omán y del Golfo Arábigo (PFLOAG, por sus siglas en inglés), que se creó en septiembre de 1968 como resultado de la unificación de una serie de grupos guerrilleros omaníes que combatían contra el sultán Said bin Taymur apoyado por los británicos. El PFLOAG había liberado territorio en Dhofar desde el cual siguió lanzando sus ataques para liberar el resto del país. Por cierto, los movimientos de liberación nacional estuvieron activos en todo el Golfo, y también en Bahréin donde una continua lucha por la liberación nacional, un movimiento de trabajadores, activismo de estudiantes y de mujeres, se unieron todos contra el régimen colonial británico y sus sirvientes locales.
Represión
Pero la alianza estadounidense-británica-
En el frente jordano, el ejército del rey Hussein revertió los triunfos de las guerrillas palestinas y las derrotó en un masivo ataque en septiembre de 1970. Las guerrillas de la OLP fueron finalmente expulsadas por completo del país en julio de 1971. Sin embargo, las guerrillas de la OLP siguieron teniendo una fuerte base en el Líbano desde donde continuaron sus operaciones contra Israel y las dictaduras árabes.
En Sudán, el partido comunista se siguió fortaleciendo a fines de los años sesenta, hasta el golpe en 1969 de Ja'far al-Numeiri, quien inicialmente no pudo marginar totalmente a los comunistas y esperó hasta que fortaleció su régimen 1971 para hacerlo. Un intento de golpe contra su régimen autoritario fracasó. Como secuela, arrestó a miles de comunistas y ejecutó a todos los principales dirigentes del partido, destruyendo al mayor partido comunista en el mundo árabe. La dictadura de Numeiri continuó hasta 1985 y pronto la lucha democrática en su contra fracasó y llegó al poder en 1989 Omar al-Bashir, el candidato apoyado por los saudíes, quien siguió los pasos de Numeiri.
Solo el PFLOAG siguió avanzando al principio de los años setenta, y fue necesario un masivo esfuerzo por parte de la alianza estadounidense-británica-
Cooptación
Dinero saudí y de otros sitios en el Golfo fluyó a los cofres de la OLP para asegurar que el revolucionismo palestino, que fue parcialmente aplastado en Jordania, nunca volvería a apuntar sus armas contra otro régimen árabe. Por cierto, el dinero del Golfo convirtió a la OLP en un grupo de liberación financiado por los regímenes más reaccionarios del Tercer Mundo. El camino de Arafat a Oslo comenzó después de la guerra de 1973 y el masivo financiamiento que comenzó a recibir de todas las dictaduras árabes ricas en petróleo, de Gadafi a Sadam Hussein y todas las monarquías del Golfo. Lo que impulsó a los regímenes árabes a reconocer a la OLP en 1974 como único representante legítimo del pueblo palestino y fue el principal motivo por el cual apoyaron su reconocimiento por la ONU ese mismo año fue esa domesticación de la OLP. Por cierto la alianza reaccionaria de Arafat con dictadores árabes fue tal que algunos aparatos de inteligencia de la OLP comenzaron a compartir inteligencia sobre disidentes árabes con dictadores árabes, incluido el aparato de inteligencia de la OLP dirigido por Abu Za’im que entregó al disidente saudí Nasir Sa'id en diciembre de 1979 a los servicios de inteligencia saudíes a pedido del embajador saudí en el Líbano. Nunca se volvió a oír de Sa’id y se cree que fue muerto por las autoridades saudíes. En el frente diplomático y solidario, mientras el frente Polisario declaró la independencia del Sahara Occidental en 1976, Arafat se negó a reconocer ese Estado por respeto a su alianza con el rey Hassan II.
Los nuevos levantamientos
Como los grupos revolucionarios palestinos eran los únicos que no habían sido totalmente domesticados, en lo que respecta a EE.UU. y otras potencias imperiales, aunque habían sido suficientemente domesticados desde el punto de vista de los regímenes árabes, el nuevo desafío provino del propio pueblo palestino que se rebeló en 1987 contra sus ocupantes israelíes. Fue la segunda rebelión palestina importante en medio siglo, que muchos ven ahora como una inspiración para los actuales levantamientos en todo el mundo árabe, que tenían que ser aplastados. Los israelíes hicieron lo posible por aplastarla pero no lo lograron. La OLP se hizo cargo rápidamente para evitar que una nueva dirigencia palestina suplantara la autoridad de la OLP de representar a los palestinos. Cuando la OLP se hizo cargo de la intifada, israelíes y estadounidenses hicieron esfuerzos por cooptar finalmente a la OLP y neutralizar su potencial como problema para la política estadounidense e israelí en la región. En este contexto se firmó Oslo y la OLP fue totalmente transformada, de ser una amenaza para las dictaduras árabes, para su patrocinador imperial EE.UU., y para la amenaza israelí, a ser un agente de los tres, bajo el disfraz de una Autoridad Palestina, que ayudó a imponer la ocupación israelí en una coalición infame con dictadores del Golfo y EE.UU. Desde entonces, los fusiles de la OLP/AP solo apuntaron al pueblo palestino.
La actual alianza estadounidense-británica-
Los palestinos
Esto nos lleva a la escena palestina. El levantamiento palestino o intifada de 1987 fue la primera rebelión masiva de civiles desarmados que tuvo lugar en décadas. Después de la caída de la Unión Soviética y de la primera invasión de EE.UU. en el Golfo, EE.UU. decidió cooptar el levantamiento palestino otorgando beneficios políticos y financieros a una clase de burócratas de la OLP que procedieron a vender la lucha palestina. Por lo tanto Arafat neutralizó el levantamiento en Oslo en 1993 y procedió a beber y a cenar con dirigentes de Israel y EE.UU. mientras su pueblo permanecía bajo la ocupación.
Pero si los palestinos fueron un motivo de preocupación para los regímenes árabes después de 1968 para que no fueran a ayudar a la rebelión de otros árabes contra sus dictaduras, actualmente es la Autoridad Palestina (AP) la que está preocupada de que los levantamientos árabes puedan influenciar a los palestinos en Cisjordania para que se rebelen contra la AP, que mantiene su intensiva colaboración en la seguridad con la ocupación israelí y su patrocinador EE.UU. Por cierto, cuando los israelíes fallaron a fines de los años setenta en su esfuerzo por crear un cuerpo político de colaboradores palestinos a través de sus infames Ligas Aldeanas, la AP se convirtió, no en las nuevas “Ligas Urbanas” como fue apodada por muchos palestinos, sino en una verdadera Liga Nacional de colaboracionistas al servicio de la ocupación israelí. La reciente solicitud de la AP de reconocimiento de su Estado en la ONU y en la UNESCO es un intento de resolver el actual estancamiento de su inexistente “proceso de paz” y las pertinaces negociaciones con los israelíes antes que los palestinos se rebelen en su contra, especialmente en vista de los decrecientes dividendos para los beneficiarios del acuerdo de Oslo.
La AP enfrenta ciertamente dos caminos ante el colapso del así llamado “proceso de paz”: disolverse y cesar de tener el papel de agente de la ocupación; o continuar su colaboración atrincherándose aún más mediante el reconocimiento de instituciones internacionales para preservar su poder y los beneficios para sus miembros. Ha elegido la segunda opción con el disfraz de apoyar la independencia nacional palestina. Queda por ver en qué medida tendrá éxito en su intento de atrincheramiento, aunque su éxito o fracaso será calamitoso para el pueblo palestino que no obtendrá ninguna independencia del colonialismo de asentamientos israelí mientras la AP siga al mando.
Como he dicho anteriormente, el desacuerdo entre Israel, la AP y EE.UU. tiene que ver con los términos y el tamaño territorial de los bantustanes desconectados que recibirá la AP y la naturaleza y cantidad de poder represor y armas que su fuerza policial tendrá que utilizar contra el pueblo palestino, mientras se garantiza que nunca habrá una posibilidad de que esas armas sean utilizadas contra Israel. Si Israel muestra alguna flexibilidad al respecto, los bantustanes desconectados serán rápidamente reconocidos como “Estado palestino soberano” y ni un solo colono ilegal judío tendrá que renunciar a las tierras robadas a los palestinos y volver a Brooklyn, para nombrar un sitio común de origen de muchos colonos judíos. La AP trata de vender este arreglo a Israel y EE.UU. Sin él, la AP amenaza con que los cisjordanos podrían rebelase en su contra, lo que sería malo para Israel y EE.UU. Hasta ahora, ni EE.UU ni Israel lo han aceptado.
La lucha continúa
En cuanto al mayor contexto árabe, los que califican lo que ha pasado en el último año en el mundo árabe como “despertar árabe” no solo ignoran la historia del último siglo, sino también utilizan argumentos orientalistas en su descripción de los árabes como un pueblo inactivo que aguantó la dictadura durante décadas y que finalmente despierta de su torpor. En todo el mundo árabe, los árabes se han rebelado cada década contra la tiranía colonial y local desde la Primera Guerra Mundial. Y han sido las potencias coloniales europeas y su heredero estadounidense los que han bloqueado su camino a cada instante y se han aliado con dictaduras locales y sus familias (y en muchos casos han seleccionado a semejantes dictadores y los han colocado en el trono).
El actual patrocinio estadounidense-europeo de las contrarrevoluciones en todo el mundo árabe es la continuación de una tradición imperial consagrada, pero también lo es la continua resistencia árabe contra el imperialismo y la tiranía interior. Los levantamientos que comenzaron en Túnez en diciembre de 2010 siguen en marcha a pesar de importantes reveses en todos los casos. Lo que no quiere decir que las cosas no hayan cambiado y no estén cambiando significativamente; quiere decir, sin embargo, que muchos de los cambios son reversibles y que la contrarrevolución ya ha revertido una buena parte y trabaja duro para revertir más. La vigilancia es obligatoria por parte de los que luchan por el cambio democrático y la justicia social, especialmente en estos tiempos de agitación y de masiva movilización imperial. Es posible que se hayan pedido algunas batallas pero la guerra de los pueblos árabes contra el imperialismo y por la democracia y la justicia social continúa en todo el mundo árabe.
Joseph Massad es profesor asociado de Política e Historia Intelectual Árabe Moderna en la Universidad Columbia en Nueva York. Es autor de varios libros, que incluyen: The Persistence of the Palestinian Question (Routledge, 2006) y Desiring Arabs (Chicago University Press, 2007), y Colonial Effects (Colombia University Press, 2011).
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Fuente: http://www.aljazeera.com/
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