El centro del debate lo ocupa el concepto de propiedad privada.
Los neoliberales conciben la propiedad privada como un derecho absoluto del individuo, sobre el cual el Estado no debe establecer ningún tipo de condiciones para su ejercicio.
Los socialistas bolivarianos, por su parte, reconocen el derecho de propiedad privada, pero, tal como lo establece el artículo 115 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, con “las contribuciones, restricciones y obligaciones que establezca la Ley con fines de utilidad pública o de interés general”.
Las expropiaciones
La serie de expropiaciones que viene ejecutando el Gobierno nacional en áreas estratégicas tiene como objeto asegurar para el Estado el control de importantes áreas vitales para el desarrollo y la seguridad del país, amenazado por factores internos y potencias extranjeras.
Todas estas estatizaciones se han de hacer con apego a la ley y el pleno respeto a los derechos de los afectados.
Tras reconocerse la propiedad determinada, en cada caso, el Estado ha de garantizar el pago justo a los relacionados.
Expropiar, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es: “ Privar a una persona de la titularidad de un bien o de un derecho, dándole a cambio una indemnización. Se efectúa por motivos de utilidad pública o interés social previstos en las leyes”.
Campaña mediática
Las expropiaciones han sido utilizadas por la prensa opositora para hostilizar al gobierno, tanto dentro de Venezuela como en el exterior.
Tratan de presentar esas medidas como tropelías del gobierno, como expresiones de un “totalitarismo socialista” y hasta como “caprichos” del presidente Chávez.
Los medios opositores están a favor de la opción contraria: privatizar los bienes públicos y empresas del Estado, tal como lo hicieron en los ochenta y noventa del siglo pasado, cuando apoyaron todo el afán privatizador de la derecha neoliberal que, con los gobiernos de la IV República, vendió a particulares las empresas Sidor, Cantv y Viasa.
Lo mismo pensaban hacer con Petróleos de Venezuela, S.A (Pdvsa), pero no les alcanzó el tiempo. La Revolución bolivariana frustró el proyecto.
Aquellas privatizaciones, al contrario de estas nacionalizaciones, no se hicieron para garantizar el control del Estado sobre áreas estratégicas y asegurar el bienestar del pueblo venezolano, sino para favorecer a poderosos consorcios privados y sus socios transnacionales.
El Estado, que en la IV República funcionaba a favor de la burguesía, negoció sin consulta esas empresas que eran propiedad de todos los venezolanos.
Esa ola privatizadora neoliberal afectó a toda Latinoamérica y, según el presidente del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (Ciem) de Cuba, Osvaldo Martínez, se tragó en la región a cerca de 4.000 empresas públicas y bienes de los Estados durante esas dos últimas décadas del siglo pasado.
Fortaleza nacional
Afortunadamente, a partir del año 2007, el Gobierno bolivariano revirtió ese proceso privatizador; recuperó para el país a Sidor y la Cantv, y emprendió un programa de expropiaciones orientado a fortalecer la capacidad del Estado, para garantizar la seguridad de los venezolanos en distintas áreas de la producción, como alimentos, banca, petróleo, electricidad, construcción, cemento y acero, entre otras.
De acuerdo con la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), entre 2007 y lo que va de 2010, el Gobierno ha nacionalizado 347 empresas.
En el año 2007 fueron nacionalizadas 17 empresas, entre ellas Sidor (Siderúrgica del Orinoco), Cantv (Compañía Anónima Teléfonos de Venezuela) y la Electricidad de Caracas, C.A.; en el 2008, 25 empresas; el 2009 se nacionalizaron 131, y en el 2010 otras 174, entre las cuales se incluyen Agroisleña y Fertinitro, para un total de 347.
Las expropiaciones del Gobierno bolivariano están dirigidas a asegurar para el Estado el control de actividades vitales para la buena marcha y la seguridad del país y garantizar que las actividades básicas de la nación no sean interferidas, obstaculizadas o vulneradas por factores de poder tanto internos como externos, tal como ocurrió en el sabotaje petrolero que comenzó el 2 de diciembre de 2002 y que se prolongó hasta febrero de 2003
Expropiando al expropiador
En la dinámica política y económica capitalista y en el contexto de la democracia burguesa, se oculta el hecho de que la empresa es, en sí, un ente expoliador.
Y lo es porque, en forma directa, despoja al trabajador del valor que genera con su trabajo, que es la plusvalía.
En este despojo, el trabajador no recibe compensación o indemnización alguna, como sí lo recibe la empresa que es nacionalizada o estatizada por el gobierno bolivariano. Sencillamente, el patrono se apropia del valor que éste genera con su trabajo.
De hecho, ni siquiera se puede decir que es una expropiación. Simplemente es un despojo, una apropiación indebida, un robo.
El propietario o capitalista acumula la plusvalía y fortalece su capital, mientras que el trabajador, privado del valor de su esfuerzo, no tiene más opción que volver al trabajo, cada día, para continuar el ciclo de explotación de su esfuerzo.
Más allá de la expoliación
En general, los monopolios capitalistas no sólo explotan al trabajador, sino que en posiciones de dominio en el mercado imponen condiciones de negociación con las cuales especulan a clientes y someten a la competencia.
El oligopolio Agroisleña inflaba los precios en forma desmedida (hasta 250%), y financiaba con tasas especulativas a los productores (15%), utilizando dinero obtenido del Estado con tasas preferenciales (8%).
Además, fijaba condiciones a productores y comerciantes que los inhabilitaban o los sometían a exigencias de difícil cumplimiento, limitándoles su actividad productiva.
La acumulación capitalista
Es ley del capitalismo que el pez grande se traga al chico e impone condiciones para su absoluto beneficio, sin importar qué suceda con los otros.
Cada empresa planifica para sí misma, y la concurrencia de voluntades en esta misma dirección termina en caos económico y social, donde los trabajadores son mercancía desechable.
Carlos Marx definía en los siguientes términos la “ Tendencia histórica de la acumulación capitalista”, sustentada, inicialmente, en la expropiación del trabajo: “La expropiación de los productores directos se lleva a cabo con el más despiadado vandalismo y con el acicate de las pasiones más infames, más ruines y más mezquinas y odiosas”, (El Capital, Tomo I, La llamada acumulación originaria).
Y agregaba: “La propiedad privada, ganada con el trabajo personal (del campesino y del artesano) y que el individuo libre ha creado, identificándose en cierto modo con los instrumentos y las condiciones de su trabajo, da paso a la propiedad capitalista, que descansa en la explotación del trabajo ajeno y que no tiene más que una apariencia de libertad.
Progresivamente, y en el curso de esa dinámica que inducen las leyes propias de la producción capitalista, entre otras la centralización de capitales, un capitalista arruina a muchos otros, los expropia también.
A medida que se reducen los potentados del capital que usufructúan el proceso derivado de la centralización de capitales, en esa misma medida, en su conjunto, aumenta la miseria, la opresión y la explotación.
El monopolio del capital se convierte en un obstáculo del modo de producción que se había desarrollado con él y gracias a él”.
Expropiación vital
Pero hay una expropiación aún más sensible y profunda y que tiene lugar en la empresa capitalista, y es el despojo que de su libertad, sufre el trabajador.
Para el marxismo, el trabajo es la actividad más importante del ser humano. Es la actividad vital por medio de la cual el hombre expresa su vida y se realiza, “se auto produce a sí mismo”.
Si este esfuerzo vital, esta creación esencial como ser humano productivo, le es impedida y, por el contrario, se la reduce a un mero medio de subsistencia, separando al trabajador del producto de su trabajo y despojándolo del valor que este encierra, como ocurre en los medios de producción capitalistas, el hombre termina alienado y explotado.
Negado en la posibilidad de realizarse como ser humano por medio su actividad vital, esencial: el trabajo creador.
En fin, expropiado de la posibilidad de realizarse en la plenitud de sus condiciones físicas y espirituales.
Fuente: http://avn.info.ve/node/23800
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